Ocho y tres. Tres y ocho.

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Bailando dispares la misma melodía una y otra vez.

Quizá la vergüenza, no lo sé. Dices que a veces es mejor no saber.

Es cuestión de tragarse las ganas, interponer el orgullo al estar cara a cara, retener la tensión hasta que explote tal cual olla de presión.

Llevar esto al extremo para cuando estemos solas bajo el mismo techo descubrir que sucedía detrás del telón.

Carta de Venus Pandemos a Venus Uranus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora