Bailando dispares la misma melodía una y otra vez.
Quizá la vergüenza, no lo sé. Dices que a veces es mejor no saber.
Es cuestión de tragarse las ganas, interponer el orgullo al estar cara a cara, retener la tensión hasta que explote tal cual olla de presión.
Llevar esto al extremo para cuando estemos solas bajo el mismo techo descubrir que sucedía detrás del telón.