La cámara de fotos

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Sus ojos brillaron al ver toda la colección de cámaras que tenía, esa mañana había decidido venderlas puesto que mi esposa y yo estábamos teniendo dificultades para conseguir dinero, pero ni siquiera todo el dinero del mundo se compara con el brillo que pude ver en los ojos de aquella joven; un cubrebocas tapaba gran parte de su rostro, pero sabia que estaba sonriendo de oreja a oreja cuando le mostré una vieja cámara de rollo, esa era mi mejor cámara, tenía muchos accesorios y se podía aprender mucho usándola.

—Esta es mi cámara favorita, pero te la daré si realmente te gusta—

Sus ojos incrédulos me miraron, como si buscaran una señal que confirmara lo que escuchó; le pedí que me esperara un momento y saque de una caja todas las piezas de aquella vieja cámara, metí todo en una mochila y se lo di en sus tiernas manos, ella estaba demasiado emocionada. Seguramente tenía ya los 17 años y no me sorprendería si sabía usar todo tipo de tecnología, pero sus reacciones me decían que amaba las cosas viejas.

—La próxima vez que vengas te enseñaré a usarla—

Pasaron solo algunos días y, mientras regaba mi jardín,  la vi correr por la calle hacia mi casa, abrí la puerta para ella. Su cabello esponjoso saltaba con cada paso que daba y, al llegar, me saludo con alegría, me contó que había conseguido la película para la cámara y las baterías para encenderla.

—No hay muchos lugares para conseguirlas, así que tarde bastante, aunque mi padre dijo que hubiera sido más fácil comprarlas en internet— saco la cámara de su mochila —pero eso no hubiera sido divertido— reía mientras me enseñaba lo que compró.

Le ofrecí beber té y, mientras lo tomábamos, le expliqué como funcionaba la cámara; pude ver una cicatriz bastante grande en su mejilla cuando bajo su cubrebocas para tomar el té de su taza; la primera vez que la vi pensé que se encontraba enferma, pero luego entendí que en realidad se sentía apenada.

—Para tomar fotos a personas frente a ti usas este lente— explique mientras apuntaba a su rostro curioso y tomaba una foto de ella, se sorprendió bastante y me vio con cierta molestia —Cuando la reveles será una hermosa foto—

La chica volvió varias veces a mi casa, siempre con nuevas dudas y experiencias para contar, mi esposa también se había unido a nosotros y la tratábamos con si fuera nuestra nieta, pero las vidas más hermosas se desvanecen como la niebla mañanera, la chica que tanto amábamos sufrió un accidente y no pudimos enterarnos si no un mes después de este, cuando su padre llegó a nuestra casa con un rostro pálido y sin vida, nos entregó aquella cámara junto a todas las fotos que la chica había tomado. Al ver la foto de su rostro no pude evitar soltar varias lágrimas, me di cuenta de que había escrito algo en la parte de atrás.

"Ciertamente es una linda foto. –Aslan"

Sonreír al ver escrito su nombre y rece a Dios que ella se encontrara feliz en donde sea que estuviera.

Cuentos de la Ciudad de lo PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora