3 •¿Un tatuaje•

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Capitulo 3


— ¿Un tatuaje? — Elena suena sorprendida — Per...Pero ¿Qué te va a hacer?.

— Ya lo verás — el chico me hace señas de que soy la siguiente —. Debo irme, te veo más tarde.

Cuelgo el teléfono y me pongo de pie seguida de Uriel, que no deja de decirme que adora la frase que e elegido, hasta el se quiso hacer uno y me pidió alguna frase que encajara con su personalidad o con alguna característica de él.

— Esa frase no encaja contigo — Jess de brazos cruzados evalúa la idea que le di a Uriel —. Deberías tatuarte un clóset y una llave rosada.

— Que bueno que no pedí tu opinión — le saca la lengua mientras le muestra su dedo medio —. Creo que es perfecta.

Veo como su mirada brilla de una forma peculiar viendo el pequeño trozo de papel en sus dedos, mi letra se ve rara, casi chueca. Quizás sea porque la escribí mientras veníamos caminando y Jess venía regañándonos porque habíamos preferido venir a tatuarnos, que ir a almorzar.

Aunque lo negará, Jess ya parecía la típica mamá sobre protectora. Nos había comprado unas hamburguesas mientras esperábamos nuestro turno, además nos había obligado a comer incluso cuando le dije que no tenía apetito por culpa de los nervios.

— ¿Que te vas a tatuar hoy? — es muy joven y me sonríe amablemente cuando tomo asiento en la gran silla de cuero negra.

— Es este — el pequeño trozo de papel tiembla en mis manos.

Su cara cambia por completo, sonríe y comienza a preparar las cosas desinfectado las agujas, saca unas toallas de papel desechables entre otras cosas.

— Me alegra ver a alguien con buen gusto en literatura.

— Todas las letras tienen magia — me relajo cuando veo la aguja acercarse y el sonido de la máquina parecida a un pequeño motor comienza.

Uriel se comienza a quejar del otro lado del pasillo, sus quejidos me recuerdan a un gato agonizante. Sin ofender a los gatos cuando están agonizando.

— Me gustan esos libros. — siento un pequeño pinchazo seguido de un ligero ardor cuando la aguja toca mi piel

— Es de mis sagas favoritas. — sonríe y me veo obligada a sonreírle igual.

Cuando termina veo las letras con una caligrafía en cursiva, la tinta resalta sobre mi piel y se ve el relieve, soy tan pálida que justo ahora se ve aún pálida a comparación de la tinta negra. Debería ir a la playa y tomar sol.

Ave Atque Vale — lo dice casi a la perfección, casi.

— Gracias.

— Es mi trabajo muñeca — me guiña coquetamente, no sabe cuánto odio que me digan así.

Uriel llega con los ojos rojos, si es chillón, yo no sentí tanta incomodidad así como para llorar.

— Mira tú obra literaria. — se levanta la camisa y veo sobre sus costillas las letras en relieve rojo y negro.

— Me gusta.

Sonríe de forma única, sigo viendo ese brillo en su mirada, es como si buscará una aprobación de mi parte.

— ¡Ya es tarde! — chilla Jess.

— Como digas mamá — Uriel habla con cierto tono de burla, cuando pasa por un costado de Jess choca su hombro con el de ella, ella aprovecha que el sigue caminando y lo alcanza saltando un poco y golpeando con su palma la parte de atrás de su cabeza.

EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora