El día en el trabajo se me había hecho bastante largo, ya que no había podido colarme a ver el acuario por dentro. Eso era algo que hacía cada vez que podía, y digamos que me ayudaba a llevar de otra forma el trabajo. Supongo que de alguna forma me motivaba, y a el saber que en un futuro podría estar ahí todos los días era genial. Eso si, cuando trabajase en un sitio como ese, volvería a Tenerife o me iría a algún lugar con playa, y entonces estaría por fin completa (o casi completa), de nuevo.
Fui a coger algunas cosas de mi taquilla en el Acuario, y a la salida vi que mi tío me estaba esperando apoyado en mi coche.
- Tío Ian, ¿se te ha olvidado alguna cosa o algo así? -le dije mientras me acercaba a él.
- No... yo solo quería saber si vendrías a cenar conmigo esta noche. Se que tú madre está de luto estos días, y han venido unos amigos de Valencia a los que quiero que conozcas. Te los habría presentado esta mañana, pero cómo no, llegaste tarde, y me fue imposible.
Dudé un poco ante su propuesta. Ese día estaba muy cansada, y la verdad es que no me apetecía tener que conocer a gente nueva y charlar con ellos ese día. Pero si habían venido desde Valencia para ver a mi tío, y este me lo había comentado hoy, se quedarían mas tiempo, por lo que ya tendría más oportunidades para conocerles.
- La verdad es que hoy estoy bastante cansada, y tengo que organizar unas cosas de la universidad, pero tal vez mañana o cuando volváis a salir me una a vosotros.
Mi tío se quedó pensando un instante, pero al final añadió:
- Tengo que hablar con ellos para enterarme de sus planes, pero no creo que haya inconveniente en cenar todos juntos otro día, ya que se quedan todo el mes aquí.
Vaya, con que se quedaban todo Agosto. Hoy era día uno, así que estarían bastante tiempo por aquí. No sabía quienes eran, pero al parecer eran buenos amigos de mi tío, y aunque ese día no me viese con fuerzas, si que tenía ganas de conocerles.
- Entonces perfecto, luego hablamos tío Ian.
- Nos vemos, Hann -se despidió mi tío.Él siempre me llamaba Hann, exceptuando las veces que estaba enfadado conmigo. Mi padre y él me llamaban así desde que tenía uso de razón, y era algo que me gustaba mucho, ya que sólo ellos lo hacían.
Cuando entre en mi coche, me di cuenta de que tenía un par de llamadas perdidas; una era de Dana, mi mejor amiga y compañera de piso, y la otra de Rubén, mi... bueno, realmente no sabía que era Ben exactamente.
Puse el teléfono en manos libres y me dispuse a llamar a Dana.
Ella nunca solía coger el teléfono, y esta vez no fue diferente, pero al ver que me había mandado un mensaje diciéndome que no pasaría la tarde en casa y que no la esperase despierta, no insistí mas, y me dispuse a llamar a Ben. Este si que me cogió el teléfono al segundo tono:
- Hola Hanna. -dijo sin más.
- Hey Ben, ¿todo bien? -pregunté para ver si me decía el motivo por el que me había llamado.
- En realidad no mucho, me gustaría que hablásemos esta noche. ¿Puedo acercarme a tu apartamento? -dijo con voz preocupada.
En otra ocasión le habría dicho que lo dejásemos para otro momento, ya que era verdad que estaba bastante cansada, pero viendo el tono con el que lo había dicho, decidí que tampoco pasaba nada si se pasaba un rato por mi apartamento. Además, aquella noche Dana no estaría, por lo que no habría motivos para entretenernos más de la cuenta. Me diría lo que me tuviese que decir, y podría descansar tranquila.
- Está bien, si quieres pásate sobre las ocho.
- Vale, luego te veo.
Antes de que pudiera decir nada más el ya había colgado. Era rara esa actitud en Ben, parecía nervioso o tenso, e incluso borde (cosa que conmigo nunca era), y no entendía el por qué. Pero decidí no darle más vueltas por el momento, esa noche me enteraría.
Conduje hasta casa de mi madre, que probablemente ya tendría echa la comida. Tal vez sonase infantil por mi parte, pero siempre me había encantado la comida de mi madre, y por eso comía con ella a menudo.
Además, el hecho de no tener que trabajar por las tardes ayudaba mucho, tenía una media jornada por las mañanas, de diez y media a dos y media.Saqué las llaves de mi pequeña mochila, y entré en casa de mi madre.
Al ver que estaba todo oscuro, llamé a mi madre, pero no hubo respuesta. Me acerqué a la cocina y vi que había una pequeña nota;"Hanna, te he dejado un comida en la nevera, solo tienes que calentarlo. Hoy no iré a comer, he tenido que atender unos asuntos de improvisto.
Mañana te veo,
Mamá."Creo que a mi madre aún no le había quedado claro eso de que existiesen los teléfonos móviles. Estábamos en el siglo veintiuno, y ella aún dejaba notas con estructura de carta en la encimera de la cocina.
Cogí el tupper con paella que había en la nevera y fui directa a mi apartamento. No me apetecía comer allí yo sola.Al llegar me di cuenta de que estaba aparcado el coche de del novio de Dana, Erik, y me extrañó que aun siguiesen en el apartamento.
Nada más cerrar la puerta tras de mi, Dana pegó un salto en mi dirección.
- ¡¡HANNA!! -exclamó más contenta de lo normal.
- ¿Qué haces todavía aquí, Dana? Pensé que esta tarde salías.
- Y salimos, lo que pasa es que ha ocurrido algo, y quería contártelo en persona.
Entonces Erik salió de la habitación y se acercó a Dana. Aguardé para escuchar lo que tenían que decirme, y en el momento en el que hablaron, deseé no haber animado a Dana a darle otra oportunidad a Erik cuando el le puso los cuernos a ella una noche en la que había bebido bastante de más.
- Erik me ha regalado un billete para ir a Londres, ¡pasaremos allí los dos solos todo el mes!
Intente ocultar mi decepción lo mejor que pude, ya que la idea de que mi mejor amiga no fuese a estar conmigo en prácticamente todo el verano no me entusiasmaba mucho que se dijese.
- Eso es fantástico chicos, seguro que lo pasáis genial. A propósito, ¿cuando os vais?
Ambos se miraron con una sonrisa un poco rara, y dijeron al unísono;
- Salimos en dos días. -se rieron por haber dicho lo mismo a la vez, y Dana le dio un abrazo de oso.
Dana se me quedó mirando preocupada, por lo que intente cambiar la expresión lo antes posible, pero no funcionó.
- Hanna, ¿estarás bien? Si quieres podemos volver antes, o...
- Dan, estaré bien, tengo mucho curro estos días, y han venido unos amigos de mi tío que quiere que conozca. Por no mencionar que Rubén está un poco raro y quiere hablar conmigo, así que no te preocupes por mi, estaré entretenida.
Dana me miro poco decidida, pero asintió y se volvió hacia Erik, que estaba en la puerta esperando a que Dana le acompañase.Una vez se hubieron ido, me senté en el sofá y puse Netflix en la tele. Ya iba por la cuarta temporada de Las chicas Gilmore, y quería aprovechar a ver un par de capítulos mientras comía y organizaba los papeles de la matrícula para la Universidad que tendría que entregar dentro de pocos días.
Me puse a recoger el apartamento y entre unas cosas y otras me di cuenta de que quedaba a penas una hora para que Ben llegase, así que salí a comprar algunos refrescos y demás cosas para picar. No me alejé demasiado del apartamento para no arriesgarme a llegar tarde.
Cuando fui a entrar al supermercado, me choqué con alguien en la puerta, y al ver quién era no me lo podía creer.
- ¿Siempre nos vamos a encontrar igual, chica del museo?
Me quedé en shock al darme cuenta de que era el mismo chico rubio con el que m había chocado aquella mañana en la puerta del museo.
- Lo siento, -me disculpé, ya que aquella vez había sido mi culpa- con las prisas no miraba por donde iba.
- Mmm, no se si te voy a perdonar esta vez, dos veces en un día son muchas veces.-dijo con una sonrisa divertida que me sacó bastante de quicio.
- Pues no me perdones, tú mismo.
Iba a darme la vuelta para comprar las cosas que había ido a buscar, pero el chico rubio me agarró de la muñeca para frenarme antes de hacer nada.
- Esta vez no te escapas sin decirme cómo te llamas.
Me sorprendió que me preguntase mi nombre, ya que probablemente no volveríamos a vernos otra vez, había sido una simple casualidad. Como vio que no le contestaba, añadió:
- Me lo debes por casi llevarme por delante dos veces, a falta de una.-eso último lo dijo para si, pero fue lo suficientemente alto como para que yo lo pudiese escuchar.
- Hanna.
- Encantado, Hanna, me llamo Adri.
- Adrián, ¿no?
- Nadie me llama así, así que no lo hagas.
- Muy bien, Adri entonces.
- Nos vemos Hann.
Al llamarme así, como solo hacía mi tío y antaño había hecho mi padre, se me cayó al suelo el bolsito de mano que llevaba para guardar el dinero, lo justo para comprar las cosas que necesitaba. Iba a protestar, pero al levantarme, me di cuenta de que Adri había desaparecido.
¿Qué le pasaba a ese chico con desaparecer todo el rato?
En fin, no me preocuparía más por eso, iba a lo que iba y punto.Salí del supermercado y aún faltaban quince minutos para que Ben llegase, así que decidí poner los refrescos en la mesa y las cosas para picar en varios boles.
Antes de que me diese cuenta, Rubén ya estaba llamando al timbre de mi apartamento.
No sabía que era aquello tan importante que tenía que decirme, pero estaba a punto de descubrirlo.
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Juntos somos el Yin Yang
DiversosSoy consciente de la realidad y la ficción, y me han dicho muchas veces eso de que no merece la pena dejarse llevar por la atracción o la pasión, porque son cosas que desaparecen. Me decían que debía decantarme por lo seguro, por lo fácil, pero siem...