Dudas y más dudas.

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Ben no tardó mucho en subir a mi apartamento, ya que era un primero.
Dana y yo habíamos encontrado un chollazo, ya que el apartamento tenía dos habitaciones grandes, una de ellas con baño y una más pequeña que utilizábamos para guardar trastos y demás cosas. También había otro baño común más grande, y la cocina y el salón estaban juntos, y tenían una puerta que llevaba a un pequeño patio. El alquiler a medias no era mucho dinero, y podíamos permitírnoslo casi de sobra con los trabajos que teníamos por aquel entonces.
Dana había insistido en no vivir en el campus de la Universidad, y cuando me enseñó este apartamento, no pude decirle que no.

- Hola Hanna. -dijo Ben pensativo, como si no supiese que decir.
- Hola. ¿Quieres algo de comer o algo así? -dije para que se relajase un poco.
Rubén asintió y se sentó en el sofá junto a mi. Cogió un puñado de patatas fritas, y se las llevó a la boca sin decir nada.
Al ver que seguía sin hablar, decidí empezar yo la conversación. Estaba cansada, y no estaba para tonterías de este tipo.
Probablemente estuviese aquí para decirme lo que Dana llevaba tiempo avisándome de que tarde o temprano haría: decirme que lo nuestro había acabado. Nunca habíamos tenido una relación seria, de hecho lo prefería así, ya que el anterior novio que tuve, era bastante posesivo y controlador, y cuando dejamos aquella relación tóxica, me sentí muy liberada. Así que cuando pasó lo de Ben, me pareció bien el tipo de relación que llevábamos, sin ataduras ni nada por el estilo.
En realidad le echaría de menos, ya que no había sido mal amigo y me había ayudado a entretenerme cuando había pasado por malos momentos, pero si venía a decirme adiós, lo intentaría aceptar de la mejor forma y ya está, la vida sigue al fin y al cabo.

- ¿A qué has venido, Ben?
Se tomó un momento antes de responder.
- He venido a hablar contigo sobre nosotros.
- ¿Y qué es lo que quieres? Si vas a decirme que lo que sea que tengamos se acabó, hazlo ya y lárgate.
Tal vez fui un poco borde de más, pero estaba cansada y me daba rabia su actitud, ya que se había limitado a estar allí quieto sin más. Pero entonces hizo algo que no me esperaba en aquel momento. Se acercó y sus labios se posaron en los míos. Me separé porque me había impactado esa respuesta a mi reacción cuando dijo que quería hablar sobre nosotros. Puso una cara extraña, pero no insistió y se separó también.
- Mira Hanna, se lo que acordamos, se que dije que no quería más que esto, pero te he ido conociendo, he estado un tiempo contigo, y me he dado cuenta de que quiero más. Para mi es algo nuevo, pero quiero intentar hacer las cosas bien, solo si tú quieres, claro.

Me quedé callada un momento. No sabía que responderle, porque no sabía lo que quería. Ben me gustaba, era un buen chico en realidad, pero teniendo en cuenta su historial... no quería dejar que me rompiese el corazón, y no quería entrar ahora mismo en una relación seria. Pero también era verdad que el nunca había pedido salir a nadie, y en cambio a mi...
- No tienes que darme una respuesta ahora, -dijo como leyéndome el pensamiento- si quieres puedes pensarlo, y podemos ir despacio.
No estaba segura del todo, Ben era una buena opción, pero no sabía si estaba en condiciones de algo así en ese momento, y más con todo lo del trabajo, la Universidad... pero era verano, tocaba disfrutar, ¿no? Aun así, asentí, ya que tampoco quería darle una negativa tan pronto, no quería precipitarme.
Ben sonrió ante mi respuesta y se puso en pie.
- ¿A dónde vas? -dije un poco confundida, ya que prácticamente acababa de llegar.
- No quiero entretenerte mucho, así que te dejaré descansar y consultar todo esto con la almohada. Mañana hablamos, ¿vale?

Me levanté para acompañarle hasta la puesta, y me dio un beso rápido en la mejilla. Sonreí ante ese gesto y cerré la puerta cuando vi que bajaba las escaleras.

Al final no pude descansar prácticamente nada, estuve en vela la mayor parte de la noche pensando en lo que Rubén me había dicho. No entendía por qué de repente quería algo más allá, ¿a caso no estábamos bien ahora? No sabía que era lo que pretendía, pero una relación formal y seria significaba presentar a la familia, plena confianza, ataduras... y estaba confusa, porque aunque Ben me gustaba mucho, no sabía si era con él con el que quería que pasase eso.

Salí a la terraza y vi que estaba empezando a amanecer, así que me quedé a ver la salida del sol. Era algo precioso, y que no solía ver ya que normalmente dormía mucho.
Me hice un café para despejarme, y cuando me lo tomé fui a darme una ducha.
Me vestí, me lavé los dientes y la cara, y me puse algo de maquillaje para disimular las ojeras que tenía. No solía ponerme maquillaje a no ser que fuese una ocasión especial, pero bueno, como decía mi padre: "situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas". No obstante solo me puse un buen corrector, y un rímel que hacía que mis ojos verdes resaltasen bastante.
Me alisé el pelo, ya que lo tenía ondulado y para el trabajo era mejor llevarlo liso, y vi que tenía algunas mechas rubias. Mi pelo era castaño, y no precisamente claro, pero en verano era como si se transformase y me aparecían mechas rubias a causa del sol.
Aún era muy pronto, las nueve, y mi turno no empezaba hasta las diez y media, pero aún así decidí ir hacia el Acuario, ya que probablemente mi tío ya estuviese allí organizando cosas.
Aparqué el coche en mi correspondiente plaza de aparcamiento, y fui hacia mi lugar de trabajo.
Para mi sorpresa, mi tío estaba charlando con un par de personas, y me acerqué para ver de quien se trataba.
- ¡Hann! -exclamó mi tío entre sorprendido y emocionado al ver que había llegado tan pronto-, ¿Que haces aquí tan temprano? Aún queda más de una hora para tu turno.
- Lo se, -dije acercándome- me he levantado pronto, y he decidido acercarme para ver si estabas aquí.
Sabía lo que estaba pensando; que no tenía un punto intermedio, o llegaba tarde, o demasiado pronto, pero se limitó a sonreír y añadió:
- Bueno, ya que has venido, quiero presentarte a mis amigos, los de Valencia.

Era una pareja un poco más joven que mi tío. El hombre era alto, y tenía el pelo castaño rizado, casi del mismo tono que sus ojos, y la mujer tenía unos ojos azules increíbles y el pelo rubio. Parecía una actriz de Hollywood.
- Estos son Tom y Valeria; chicos, os presento a mi sobrina, Hanna.

Estuvimos charlando un rato después de las presentaciones, y la verdad es que me cayeron realmente bien, eran una pareja encantadora.
- Hanna, -me dijo la mujer- esta noche vamos a ir a cenar a un restaurante muy interesante que hemos encontrado en la cuidad, y ya que tu tío vendrá con nosotros, he pensado que podrías venir. Además, tenemos un hijo que será más o menos de tu edad, así que os podéis hacer mutua compañía en momentos de aburrimiento. -dijo Valeria sonriendo.
En un principio pensé que eran una pareja de solteros que viajaban por el mundo, pero ya veo que estaba equivocada. Como fuese, la pareja me había caído genial, y si su hijo se parecía a ellos aunque fuese un poco, tal vez podría hacer un nuevo amigo.
Acepté encantada la invitación y antes de que me diese cuenta ya eran las diez y media, por lo que mi turno empezaba ya.

Después de un largo día de trabajo, fui directamente a mi apartamento y antes de comer decidí tumbarme un rato en el sofá, ya que Dana aún no había llegado, y decidí esperarla.

Juntos somos el Yin YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora