Capítulo V

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Tras tantos mimos y caricias, TaeHyung se quedó dormido y JungKook aprovechó para ir a la cocina, no había comido en todo el día. Quizás tendrían unas galletas, no quería molestar.

— Hola... perdón...— dijo al ver a la señora del servicio— me preguntaba si... bueno... ¿hay galletas?

La mujer se fijó en la marca que el chico llevaba en el cuello, horas atrás no la llevaba y, en algunas zonas estaba abierta.

— Ven aquí— le dijo— me llamo Min y soy una beta, como has podido observar.

— Usted fue...

— La que, con ayuda del señor Kim, te separó de TaeHyung. Bueno, al final te ha marcado.

— Yo quise que lo hiciera. No me malinterprete...

— Llevo trabajando en esta casa toda mi vida, soy la trabajadora de confianza de los Kim. Empecé a trabajar aquí como niñera de TaeHyung y después me quedé como personal de servicio. Adoro verle crecer y sobre todo, me alegro haberte conocido— sacó unas vendas con esparadrapo y le tapó la marca.

— ¿Por qué?— preguntó, muerto de pena.

— Está abierta, tiene riesgo de infección y también atraes demasiado a otros alfas por las feromonas. En unas horas, con los mimos y la saliva de tu alfa habrá curado del todo. Supongo que, ahora que estás lejos de él, te dolerá.

— No demasiado... aunque siento una leve punzada... eso no me pasaba antes...

— Porque estabas con él. Toma esta chaqueta y póntela, es de tu alfa, lleva su olor— feliz, se la puso— bueno, ¿qué te apetece para comer? Según creo, lleváis todo el día encerrados.

— Oh, con unas galletas es suficiente...

Min se quedó seria, entornando los ojos y cruzó los brazos.

— TaeHyung es como mi hijo y tú eres su omega, lo que él más quiere. No te voy a dar sólo unas galletas. ¿Algo que te apetezca comer?

— Bueno... ¿qué hay?

— Mmm...— la mujer abrió el frigorífico— queda estofado de ternera de hace un par de días... hay kimchi, puedo prepararte algo de arroz...

— ¡Estofado!

— Perfecto.

La mujer sacó unas cacerolas, encendió el fuego y calentó una generosa cantidad de estofado.

— Con el microondas me hubiera conformado.

— ¡No tenemos microondas! Lo calentamos todo en ollas o en el horno.

— Oh...

— Veo que no estás acostumbrado a todo esto...— dijo la mujer, removiendo la comida— que te preparen la comida, que te sirvan...

— Sólo necesito a mi alfa... el resto es prescindible.

— Me alegra que pienses así.

Tras comer un par de cucharadas del estofado, cada vez más incómodo, fue a levantarse para estar con su alfa, la marca le dolía demasiado, necesitaba a su alfa.

No obstante, apenas había pasado este pensamiento por la cabeza, notó el aroma de su alfa y sonrió cuando éste le abrazó desde atrás.

— No quería despertarte.

— Vamos a la cama, estarás más cómodo, te llevo el plato— dijo TaeHyung— ¿hay zumo?— preguntó, mirando a la señora Lee.

La mujer se apresuró a llenarle una botella de zumo de naranja.

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