07: My apology letter.

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Personalmente, no tengo amigos. Es probable que si lo digo en voz alta y frente a ciertas personas, me verían mal y más de uno se ofendería. Pero, por suerte, aquí no necesito medir mis palabras y mucho menos a mí.

Como decía, no tengo amigos. Tengo conocidos; compañeros de clase. ¿Por qué digo todo esto? Porque bueno, no todos los días tu compañera de banco en clase —y al ser tan peculiar mi caso— hace lo que hizo la mía. Por eso necesitaba primero decir que no tengo amigos. Yo no soy su amigo. Yo si quiera sé su nombre. Sin embargo, ella me contó cosas que creo yo, se le confían a un amigo.

Sé que estoy siendo tedioso y dando vueltas, pero es que no puedo evitarlo. Vamos, no tengo amigos, ¡y una chica vino a soltarme todo eso como si nada! Me hice el tonto y fingí no prestarle atención. «Yoongi, ¿me oíste?» Lo recuerdo muy bien. Pero creo que lo mejor es dejar los rodeos y contarles lo que me dijo.

Primero, llegó tarde. Se veía cansada —no era como si no lo hizo las semanas anteriores, pero hoy fue muy diferente—. La miré por un segundo y fue como si yo le diera pase libre a sacar todo lo que tuvo dentro, o al menos, una parte de ello.

Empezó directo: «—Hoy llevé a mi perro al veterinario por última vez... Tú sabes, ¿no? —preguntó con la vista perdida al frente. Yo me sentí nervioso pero ella no esperó por una respuesta—Fue lo más difícil de mi vida. Él era mi mundo. Sin embargo, era lo mejor para él. Yo no quería seguir viéndolo sufrir. Mi pobre bebé merecía paz, y después de mucho, se la di, y creo que es lo mejor que pude haber hecho por él desde que llegó a mis brazos.»

«—¿Estaba anciono? —pregunté en mi torpeza.»

«—No. Max tenía sólo cuatro años de vida. Pero él sufría. Él sufría porque su dueña era yo y por mucho que lo amo, no podía seguir siendo egoísta y mantenerlo a mi lado. Yo soy lo peor que le pude pasar —murmuró la última frase, levantó la comisura de sus labios en una sonrisa triste y después, me miró—. ¿En qué nos quedamos con el proyecto de ayer?»

Recuerdo que después de eso, no volvió a hablar del tema y pareció concentrarse en la clase. Pero incluso después de que salí de la escuela, no pude dejar de pensar en todas las cosas que me había transmitido en su mirada.

Quizás sus ojos hablaron más que ella y por eso me fue inevitable querer poner en letras lo que me dijeron en un solo parpadeo:

Yo no fui siempre así. Yo no siempre supe que estaba rota. Hubo una etapa de mi vida en la que era totalmente ciega a mi realidad y a lo que yo soy. Fue una etapa de ignorancia que por lo menos, no me hacía llorar, no me hacía sentir a como me siento hoy sin la venda sobre mis ojos. Pero la ignorancia es un cuchillo de doble filo. Si puede ahorrarte tormentos, también puede hacer que tomes desiciones que lastimen a terceros, como es mi caso.

En mi ignorancia, condené a un alma inocente a una vida que no merece. Tan inocente y bella que ni siquiera era conciente de lo que le hice, de las cadenas que le puse encima. Él me amaba. Y puedo jurar que todavía lo hace con furor mientras salta sobre mí al instante en que paso por la puerta, mientras sube a mis brazos para darme montones de besos esquimales y su calor tan único. Tan real.

Fueron tantas las noches en las que me desmoroné y fueron sus lamidas insistentes pero llenas de amor las que fueron mi consuelo, sus abrazos eufóricos, su actitud reacia con la gente que me hizo daño. Esa era una peculiaridad que siempre me sorprendía y me llenaba de amor. Y era el hecho de que, de alguna manera que desconozco, él sabía cuando alguien me había lastimado. Lo sabía en cuánto les veía llegar y saltaba para protegerme como podía. Eso que para los demás era una molestia, para mí, aunque me quejara, era una de sus demostraciones de cuánto me amaba y lo mucho que le importaba mi bienestar.

Porque sí, yo siempre estuve rota. Pero yo tenía una lucecita fiel que siempre se quedó conmigo cuando nadie lo hizo.

Sin embargo, mi lucecita es demasiado inocente. Mi lucecita no sabe que a quien debe ladrar con fuerza es a quien ama, que a quien debe morder y luego huir lejos, es a la misma persona que le hace mover su cola con esmero.

Mi lucecita no sabe que le hago mal.

Mi lucecita me ama y yo soy su veneno.

Mi lucecita no sabe.

Porque yo nunca supe cómo tratar con las cosas tan bellas e inocentes como él. Yo destruyo y luego me lamento por ser una bestia oscura que quema todo lo que toca.

Yo me estoy aprovechando de la inocencia de mi lucecita.

Porque mi lucecita no es conciente de lo tóxica que soy para él. Que le busco cuando nececito consuelo, pero yo soy todo lo contrario para él. Y como muchos dicen, yo soy algo que nunca le debió pasar a mi lucecita.

Soy egoísta.

Perdóname, lucecita, perdóname por no ser lo que mereces y no poder hacer nada para cambiarlo. Porque soy inútil, porque igual que algo roto, yo no sirvo ni funciono.

Perdóname, Max. Con dolor en mi alma perturbada, yo sé que es lo mejor para ambos, principalmente para ti. Porque te amo como a nada es que sé que conmigo, no te espera nada bueno.

Y probablemente me arrepienta muy pronto, pero prefiero llorarle a una estrella con tu nombre, que permitir que sigas a mi lado y que mis propias raíces asesinas quieran aprovecharse de ti, mi lucecita.

Yoongi

Yoongi dejó su cuaderno a un lado. No le gustó escribir tanto de alguien más. Probablemente desde la perspectiva de alguien más esto era algo egoísta, pero para el chico era todo lo contrario. Él no quería que nadie se preocupara por él, que alguien se lamentara porque algún día no esté o se enteren de lo que le haya pasado. Yoongi quería otra cosa muy diferente.

Él quería paz, pero una parte de él pensaba mucho en la gente que le rodeaba, así que quería que todos supieran la razón de su acción.

Yoongi's Diary [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora