Estaba enfadado.
Estaba molesto, irritado y lo peor de ello es que no había nadie a quien culpar más que a mí mismo. A mi mente cuya parecía odiarme tanto y de tal manera que me hacía pasar por tormentos psicólogos y físicos, dejándome seco; en el suelo de mi miseria derrotado por un definitivo KnowOut.
Ella hacía que me levantara alto por las nubes para luego disfrutar de mi caído, del dolor que me causaba —y me causa— el impacto.
Y todo era tan tedioso. Era tan frustrante no tener control sobre mí y no poder evitar desplomarme con dureza sobre la que era mi triste realidad. La realidad de alguien que no podía con un mal día y ya quería acabar con todo. ¿Por qué me costaba tanto resistir? O aún peor: ¿Por qué yo tenía que pasar por todo esto? ¿Por qué yo tenía que estar tan enfermo y podrido por dentro?
Es como dice una canción que oí hace mucho: Siempre acabo mal, y me quiero matar.
Porque dolía.
Dolía siempre. Dolía ser testigo principal de cuan fácil me era perder toda esperanza y deseos en un instante tan corto para después caer en el poso profundo que ya conocía de memoria.
Dolía y me enojaba ser tan débil. Me enojaba que las manecillas del reloj se movieran tan lentas cuando quería que el tiempo volara, me enojaba cuando me despertaba y seguía existiendo.
Me enojaba la típica rutina de sube y bajas que eran mis emociones, y que yo, de manera inevitable siempre actuara igual, que siempre me rompiera con otra grieta en el cristal empañado que era mi vida.
Y como tan enojado estaba conmigo mismo, necesitaba distraerme de mi desastrosa mente y pensar en la miseria de alguien más. Real o no. Al menos hasta que el pronto día llegue.
La copa estaba semivacía, apoyada en la mesada reflejaba en su crital su expresión seca, insatisfecha. Sin tener suficiente, pero no queriendo tomar otro trago de esa copa de vino del barato.
La hacía girar con una mano y veía cómo el líquido era ligeramente agitado, quizás si la movia un poco más fuerte, la derramaría; haría todo un desastre.
Allí estaba esa tentación.
Naciente de la monotonía en su vida, naciente de cada gran y pequeña sensación de insuficiencia. Cómo cuando su salario no le alcanzaba para su vino favorito y tenía que conformarse con el barato, el que nadie quiere. Quizás era su culpa por no esforzarse lo suficiente, por conformarse a la fuerza.
Suspiró. Levantó la copa y la llevó a su boca pero no bebió del vino. La sostuvo ahí, frente a su rostro e imagino que estaba llena, también la imaginó vacía. ¿Estaría ebrio por el exceso de alcohol? ¿Le pondría agua del grifo? ¿Cambiaría esa espina molesta que le recordaba lo vacío de su ser?
Pero la copa se mantuvo semivacía. Igual que la nevera. Igual que él.
—Yoongi
En el último año, las cosas habían cambiado demasiado. La madre de Yoongi ya no se preocupaba porque comiera todas sus comidas o tomara se medicina, solamente se la dejaba junto a su mesa cada vez y luego salía de la casa durante todo el día. Por otro lado, su padre se la pasaba en el trabajo y cuando no, Yoongi no tenía ni la menor idea.
A veces el señor Min se acercaba a Yoongi y le preguntaba si tenía idea de a dónde iba su esposa, Yoongi era sincero y le decía que no siempre. Aunque hubo una vez, una noche en la que el señor llegó a casa ebrio y al no encontrar a su esposa, corrió al cuarto de Yoongi y lo golpeó por estar, supuestamente, en un complot con su madre.
Yoongi lloró.
Pero a eso lo hacía siempre, Yoongi siempre lloraba. Al estar tan cerca su última fase, siempre estaba muy sensible. Ir a la escuela se había vuelto complicado, más de lo que ya era. Estaba cursando su último año por segunda vez y no era sencillo. Muchas veces pensó en dejar la escuela, de todas maneras, ¿qué sentido tenía para él? Pronto no serviría de nada. Sin embargo, había una razón, y era que la escuela era lo único que lo levantaba de su cama —ya que ni siquiera iba a terapia—.
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Yoongi's Diary [✔]
Fanfiction"Cuando la oscuridad, pesada e insoportable intenta caer sobre mí y hacerme pedazos, lo logra. Pero algunas veces, sólo algunas, soy yo quien contraataca. Mi escudo se presenta a veces como las letras en mi cuaderno. ¿Aquí? Aquí es donde intento cam...