compañía

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Todos estaban agitados, pues el joven príncipe de una nación hermana había sido desterrado. Nuestro rey había decidido darle cobijo y recibirlo como un hijo más de la joven deidad.

Aquel príncipe había sido visto como una maldición, desde el día en que su don de muerte había empezado a manifestarse. Dos portadores de muerte surgidos para regir al mismo tiempo era algo sin precedentes.

La joven duquesa del reino Aldrich no podría la carga de traer la vida equivalente a la muerte que ambos portadores provocarían. Pero no era algo que pudiesen resolver quitándole la vida a uno de estos jóvenes, pues desde nacer hasta el día que un nuevo sucesor presente sus habilidades, contábamos con la protección de la diosa madre.

Mis padres desde el día en que supieron de la llegada del nuevo portador de muerte, me prepararon para conocer a mi futuro compañero. Pero eso no impedía que me sintiera tan asustada, ¿Qué pasa si no congeniamos? ¿Y si no entiendo lo que me dice? Nunca he interactuado con nadie ajeno a mi nación ¿Qué pasará si no puedo con la carga de las vidas que él devuelva al círculo de la vida? A penas empiezan a despertar mis dones. Mamá y Papá siempre han mantenido todo estable, los he visto toda la vida haciendo un perfecto equilibrio.

De camino al palacio no dejaba de jugar con el listón de mi vestido rosa pastel. Tras pasar las puertas rápidamente encuentro al príncipe Dereck, Tenía una enorme y cálida sonrisa.

—Es asombroso, por fin encontramos a nuestro compañero — rápidamente acomodo su cabello, el cual se desordenó tras dar unos pequeños brincos de la emoción.
Le sonreí, tratando de ocultar lo nerviosa que estaba. Pero tan pronto apareció el príncipe exiliado, salte tras mi viejo amigo.

—Príncipe Sover, disculpé mi interrupción. Me informaron que la señorita Delavira había llegado.
Al escucharlo, me trate de ocultar aún más, era extrañamente imponente para su edad, o tal vez era el hecho de que probablemente era más grande que nosotros.

—Discúlpela, la señorita no está acostumbrada a interactuar con gente nueva.

—Es comprensible, aun es una niña, —se encogió ligeramente hacia mí— señorita ¿Cuántos años tiene?

—Nueve años.

Su cara irradiaba calidez, me anime a salir de mi escondite.

—Debe ser muy talentosa, para empezar a despertar sus dones tan temprano —tomo mis manos con gentileza y las beso — un gusto el conocerla, señorita Delavira.

—El gusto es mío, príncipe Prodotis.

Una risita surgió de él.

—Por favor, solo dígame Víctor.

El rey y mis padres mandaron a buscarnos. Un brindis al honor del recién llegado dio lugar en el comedor. Los nobles festejaban que por fin estuviera completa la nueva generación, la inquietud que había desde mi nacimiento se había disipado, no quedaba mucho tiempo antes de que mis padres ya no puedan desempeñar sus labores.
Nos llamaron al frente, presentándonos ante todos, anunciando que nos auguraba un futuro prosperó y de paz.
La reina nos informaba de cuando obtendríamos la bendición de la deidad. Mamá y Papá se miraban tan contentos de que su niña permaneciera firme ante la atención, pero yo solo quería perderme de las miradas.

—Carolina, si quieres vámonos a un lado más tranquilo.

—Se darán cuenta de nuestra ausencia.

—Mira a tu alrededor, ya no nos están prestando atención— los adultos estaban más preocupados en sus cosas que en nosotros, aun así, me sentía inquieta— Víctor, convence la, por favor.

—Bueno, tal vez pudiéramos irnos un momento, después de todo, ahorita están bebiendo y ninguno tenemos edad para ello.

Caminamos fuera del comedor, por todos lados había otros chicos corriendo y jugando, que ganas de hacer lo mismo, pero seguro con este vestido me caería. Una risa proveniente de Víctor atrajo mi atención y la de Dereck.

—Saben, se nota que se mueren por jugar ¿porque simplemente no van?

—Voy a terminar todo sucio, seguro que a mi madre no le parece.

—Dudo poder correr con este vestido.
Se alejó firme, dirigiéndose a un grupo de chicos. Se le miraba tan confiado y seguro a pesar de no conocer a nadie, volteé a vernos, extendiendo su mano para llamarnos.

—Caballeros les presentó a Sir Dereck y Lady Carolina. Mi señorita y caballero, los presentes, extienden una cordial invitación para las escondidas.

Las risas de los presentes inundaron el lugar, era tan gracioso verle hablar y actuar como los adultos mientras nos invitaba a un juego de escondidas. Rápidamente se agruparon todos, cinco chicos estarían encargados de buscar, tan pronto empezaron a contar, todos salimos corriendo.

Corrí entre los jardines, tratando de esconderme por donde estaba la casa de juegos de Dereck, a penas entre, me sobresalte al encontrar alguien dentro, se trataba de Víctor, quien rápidamente coloco un dedo en sus labios para indicarme que no hiciera ni un ruido.

—Nos van a atrapar a los dos— susurré.

—Tranquila, me asegurarse que no capturen a mi nueva colega.

El crujido de las hojas y ramas nos alertó, lentamente él se asomó por la ventana, con señas me indicó que se trataban de dos de los chicos, estamos perdidos. La calidez de su mano en mi hombro me hizo relajar.

—Por la fuente no hay nadie.

—Ni en las bancas y arbustos, hay que buscar en la casita
Víctor hizo una pequeña reverencia y salió por una de las puertas, escuche las ramas por un lado y el crujir de las ramas por otro.

—Ahí esta, a por él, ¡atrápalo!

La sombra de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora