Papá estaba destrozado por mi partida, apenas habían iniciado las vacaciones y ya tenía que marcharme, no era culpa de nadie, era solo un deber más.
La reina había postergado hasta que estuviéramos libres de la escuela para este viajé de negociación. Aunque tampoco es como si fuera a representar un gran papel en ello, solo iba a practicar para la gran labor que algún día desempeñarse por mi cuenta.
Mamá trataba de calmarlo, diciéndole que no sería ni una semana, que en un abrir y cerrar de ojos ya estaría de vuelta, pero eso no le quitaba lo malhumorado que estaba.
Luego de un rato en el que mamá y yo luchamos por cerrar la maleta, papá por fin se rindió y comenzó a ayudarnos, aceptando que a pesar de mi edad, este era mi deber.
Amenazaba a su ausente alumno con que más le valía protegerme. Mi padre, siempre tratándome como si fuese de cristal, no pude evitar reírme como si fuese el mejor chiste del mundo y eso pareció aliviar aún más su malestar.
La que casi se muere del susto fui yo, al ver a Julio impulsarse con toda su fuerza, agradezco a todos dioses por mis bendecidos reflejos.
Lo cargué entre mis brazos, haciéndole cariñitos y gestos a pesar de lo pesado que se había vuelto.
—Cariño, tenemos que ir ya en camino.
Abordé mi trasporte con mi hermano en brazos, sería la primera vez que me separará tanto tiempo de mi familia, pero aun así no podía evitar estar emocionada.
El camino fue extrañamente más en o y corto de lo normal, tal vez debería agradecerle a este pequeño travieso.
En cuanto las puertas se abrieron pude ver a Dereck, últimamente había crecido mucho, tanto que parecía que era mucho más grande que yo. Ambos amigos ahora lucían como un par de respetables e imponentes príncipes.
—Bienvenidos.
Tan pronto baje, se acercó a mí y tomo entre brazos a mi pequeño hermano, los había visto muchas veces juntos, aun así, hoy parecía verse más como los príncipes en los cuentos, tal vez por su vestimenta más formal de lo habitual.
—Que grande estas ¿Cómo es que creses tan rápido?
—Yo solo lo noto más pesado.
—Porque convives a diario con él. Vamos, nos están esperando.
El palacio estaba igual de tranquilo como habitualmente, ni siquiera parecía que hoy la reina y sus tres portadores se marcharían a otra nación.
Una vez llegamos al salón donde todos estaban reunidos vi como todo el mundo estaba vestido espléndidamente, como si fueran a una gran gala, ¿No me habré vestido acordé a la situación?, mis prendas eran elegantes pero sencillas y mis zapatos a penas y tenían tacón. Mamá colocó una mano en mi hombro y me sonrió.
—Está bien cariño, créeme que agradecerás viajar cómoda, además, luces radiante.
Pudimos disfrutar de comidas y postres deliciosos en lo que el trasporte estaba listo, Julio trataba de meterse a la boca todo lo que tuviese a su alcancé, terminando manchado de betún y de paso manchando el rostro de Dereck.
Me daba tanta risa y ternura verle tratar de negociar con un bebé. Tome un par de toallitas húmedas para limpiarlos.
—Muchas gracias, Carolina. Pero solo ocupo ayuda con el pequeño dictador que me quiere obligar a comer.
—Bueno, pero cuida tu imagen para tus fans, apuesto a que se volverán locas en cuanto te vean vestido así.
— ¿En serio lo crees?
Simplemente asentí, y comencé a limpiar a mi hermano, antes de que manche algo más.
Pronto se anunció que todo estaba listo para el viaje, papá no perdió el tiempo en advertir a Víctor de su labor de ahuyentar a cualquier muchacho sospechoso que este en mis alrededores.
—Ningún muchacho que yo no considere de bien puede cortejar a mi hija.
Mi rostro comenzó a arder como fogata al escucharle decir eso tan alto, las llamas se vieron avivadas cuando el rey comenzó a bromear con mi padre, diciendo que su muchacho era un príncipe de bien, perfecto para cortejarme en cualquier momento.
El rostro burlón pero sublime de Víctor llevó mi atención a Dereck, quien estaba aún más rojo de lo que yo pudiera estar, se notaba que estaba en shock por lo dicho por su padre, aun así el rey no paro, la reina ínsito al conductor de iniciar se una vez el viaje.
El rubor había bajado, pero aun así permanecía tensa al ver de reojo a Víctor, cruzado de piernas, con una sonrisa cálida y un rostro que parecía compresivo, su miraba vagaba entre Dereck y yo de vez en cuando, cualquiera diría que lucía angelical en todo detalle, pero yo sabía la verdad detrás de ello, en cualquier momento aprovecharía para hacer que muera de pena.
Llevábamos una hora de camino, Dereck ya había bajado la guardia cuando la sonrisa de Víctor se volvió más burlona, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
—Y... ¿Para cuándo la boda?
— ¡Víctor!— Reclamamos al unisón.
—Aw... Suenan como toda una parejita.
— ¡Víctor! La reina y Carolina están presentes.
— ¿Que? No tiene nada de malo que el padrino sepa la fecha.
—Amigo, sabes que no tengo problema con llevarnos así, pero no enfrenté de las damas.
Víctor sonrió cínicamente y finalmente se rindió.
—Está bien, está bien, lo dejare por hoy.
—Gracias.
Era raro, normalmente a Dereck no le importaba que Víctor se llevara pesado enfrente mío, aun así le agradecí por ello. Frente a la reina no podía comportarme así con dos caballeros, aun siendo viejos amigos, yo seguía siendo una pequeña dama.
Mire por la ventana la gran caravana que nos acompañaba, el viaje era largo a pesar de ser un país vecino, aún faltaba unas cuantas horas para llegar al hotel donde haríamos una escala.
Saqué un libro de mi equipaje de mano, trataría de matar el tiempo sumergiéndome en otro viaje, pero no lo lograba, la trama era interesante, pero aun así no lo suficientemente atrapante como para fugarme de la realidad. Ya me decidí, me rindo, que sea lo que Cronos quiera, si tengo que ver que aves identifico en el camino para no enloquecer, que así sea.
— ¿Estas bien?
Dereck sonaba cauteloso al hablar, mientras volteaba a con su madre y con Víctor, quien seguía con una mirada burlona.
—Que el dios de la muerte se apiade de aquellos que no teman mirarlo a los ojos— tras recitar aquello, Víctor rió ligeramente— Tranquilos chicos, dejare las bromas, pero en serio, ¿Estas bien, Carolina?
—Sí, es solo un poco sofocante ver que casi no cambie el paisaje.
—No se preocupe, señorita. No falta mucho para llegar al hotel.
Faltaba aun un par de horas, pero escuchar la voz de la reina por primera vez en el viaje, realmente provocaba relajarte.
La charla continúo, vagando por temas sin conexión alguna, provocando que el tiempo volara, pero el gran susto llego en el hotel.
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Dedicado a la memoria Julio Cuevas, agradezco todo el tiempo de amistad con mi hermano, fuiste gran amigo y una persona excepcional, que dios te tenga en su santa gloria.
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La sombra de la traición
Roman d'amourCarolina esta destinada a ser la siguiente dama de la vida, la prosperidad y estabilidad de su reino dependerá de su equilibrio con los otros dos portadores. Todo acabara mal por la indecisión entre dos apuestos príncipes. Acompaña a Carolina en su...