Capítulo 10

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Te tengo de rodillas. ¿Cuál debería ser mi próxima arma?

Hollywood Undead—Another Way Out

Miedo en sus ojos

Un nuevo disparo resonó en el bosque, pero para Heaven, que había terminado su turno en su nuevo trabajo fue el primero. Por un instante detuvo su caminar; mirando en todas direcciones buscando peligro, pero cuando un nuevo disparo sonó en las profundidades del bosque supo que no era ella quién estaba en peligro, eran los muchachos.

Sus muchachos.

Poco o nada le importó la bolsa con sus pertenencias, pues la soltó para salir corriendo en dirección a la cabaña. Escuchó dos disparos y solo podía pensar en la posibilidad de que alguno de los chicos esté herido.

Estaba demasiado acelerada como para darse cuenta de que estaba sumamente preocupada por ellos y probablemente más tarde se reprocharía a si misma el haber cometido semejante acto.

Sus pasos eran silenciosos pero rápidos, completamente desesperados por llegar a la cabaña y saber que mierda estaba pasando.

Conocía el bosque, sabía que estaba algo lejos de la cabaña pero cuando la tomaron de la cintura y la estrellaron contra un árbol para luego cubrir su boca, su corazón dio un vuelco, que al ver de quién se trataba comenzó a regularizarse.

Aeneas se veía cansado, su cuerpo se presionaba contra el de ella, sus narices rozaban mientras ella intentaba regularizar los latidos de su acelerado corazón y maldecía mentalmente al chico.

Pero antes de que hiciera o dijera algo un grito se escuchó.

—¡MALDITO IMBÉCIL! ¡TE MATARÉ DESGRACIADO!—cuando no hubo respuesta y los pasos se alejaron, Aeneas separó la mano de la boca de Heaven y dejó caer su frente en el hombro de ella.

—¿Quién era?—susurró la chica.

—No tengo idea, me tomó por sorpresa. Escuché algo y salí a ver pero me apuntó, creo que hay alguien más con ellos. Uno de los disparos no fue de ese imbécil.

Heaven asintió, pero cuando fue a separarse del pelirrojo, sintió algo húmedo en su mano. Pese a la oscuridad pudo percibirlo a la perfección, el color carmesí que tanto le gustaba sentí entre sus dedos, por primera vez le dejaba un sabor amargo en la boca, no quería que la sangre de sus muchachos manchara sus manos. El olor metálico de la sangre, lejos de emocionarla y hacerle desear más como generalmente pasaba la hizo preocupar.

—Maldito idiota, ¿Te disparó y no me lo dijiste?—reclamó la chica.

—Una chica normal se preocuparía, tú me insultas.—mencionó él con gracia.

—Yo no soy una chica normal, deberías saberlo. —expresó la chica. —Quédate aquí, necesito llegar a la cabaña antes que ese imbécil o me será difícil pelear con más personas.

Sin esperar respuesta, Heaven salió corriendo, esquivando ramas y árboles llegó a su cabaña. No había señales de ese imbécil que le había disparado al pelirrojo, pero sin querer arriesgarse, entró por la ventana de uno de los cuartos sin saber si había alguien en la cocina.

Oía chillidos de una mujer, una mujer muy histérica.

—¡¿Escapó?!—el chillido de la mujer se escuchó de nuevo, esta vez sonaba desesperada, asustada, simplemente alarmada.

—¡NO ME GRITES!—vociferó el hombre con molestia.—El maldito pelirrojo es escurridizo, se fue...—reconoció el hombre desconocido para Heaven.—No sin antes recibir un balazo, de seguro el imbécil se está desangrando.

El club de asesinos seriales. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora