Aparqué mi auto en el lugar asignado, solté un suspiro y ajusté mi corbata antes de salir. Había dejado a Charlotte en casa con mi madre, algo que no suelo hacer a menudo, pero hoy no tenía otra opción. Con paso firme, crucé el vestíbulo de la empresa, saludando con una leve inclinación de cabeza a algunos empleados que se cruzaban en mi camino.
Al llegar a mi oficina, lo primero que noté fue a Gustavo platicando animadamente con Liliana. Ella sonreía, sosteniendo una carpeta en las manos, mientras Gustavo gesticulaba con entusiasmo. Aclaré la garganta, interrumpiendo la conversación.
—Buenos días —dije con voz neutral, aunque mis ojos pasaron rápidamente de Gustavo a Liliana—. Espero no estar interrumpiendo algo importante.
Liliana, siempre profesional, enderezó la postura y me entregó la carpeta.
—Buenos días, señor Harper. Aquí está el informe que solicitó. El señor Méndez solo me estaba comentando sobre el problema con los proveedores de acero.
Levanté una ceja y miré a Gustavo, quien se encogió de hombros.
—Nada grave. Pero creí que debería mencionarlo. Podría afectar los plazos de la construcción en el proyecto de Manhattan.
Asentí, abriendo la carpeta y hojeando rápidamente los documentos.
—Gracias por informarme, Gustavo. Llévale estos detalles al equipo de compras y asegúrate de que contacten al proveedor inmediatamente. No podemos permitirnos retrasos.
Gustavo asintió antes de retirarse, dejándome a solas con Liliana.
—Liliana, ¿algo más que deba saber antes de que empiece el día? —pregunté mientras cerraba la carpeta.
Ella consultó su agenda.
—Tiene una reunión con el equipo de diseño a las diez y una videollamada con los inversionistas europeos a las doce. Además, el señor Blake de recursos humanos quiere discutir algunos ajustes en el presupuesto.
Asentí, ya comenzando a planificar mentalmente mi jornada.
—Perfecto. Dile al señor Blake que puedo verlo después del almuerzo. Y prepara todo para la videollamada. Necesito que estos inversionistas se sientan seguros con los avances.
Liliana tomó nota rápidamente, mientras me dirigía a mi oficina.
A las doce en punto, me encontraba sentado frente a mi computadora, ajustando los auriculares y revisando los últimos detalles antes de la videollamada con los inversionistas europeos. La pantalla mostraba los rostros de cinco personas que escuchaban atentamente mientras exponía los avances del proyecto.
Todo iba sin contratiempos hasta que mi celular comenzó a sonar, rompiendo mi concentración. Eché un vistazo rápido al identificador de llamadas, pero fue complicado observar quien era. Lo dejé sonar, decidiendo qué podía esperar. No obstante, la curiosidad me quedó rondando mientras retomaba la presentación.
Unos minutos después, un leve golpe en la puerta atrajo mi atención. Antes de que pudiera responder, Liliana entró lentamente, con una expresión de disculpa en el rostro. Detrás de ella, pude ver a mi madre entrando con Charlotte en brazos.
—Señor Harper, lamento interrumpir, pero... —comenzó Liliana, pero yo ya había apagado el micrófono de la videollamada y me había levantado de la silla.
—¿Qué pasó? ¿Todo está bien? —pregunté, preocupado, mientras me acercaba rápidamente.
Mi madre me miró con una mezcla de exasperación y disculpa.
—Lo siento, Christopher, pero me surgió una emergencia y no puedo llevar a Charlotte. No sabía a quién más recurrir.
Suspiré, pasando una mano por mi cabello. Charlotte me miraba con esos ojos grandes y brillantes.

ESTÁS LEYENDO
Papá Soltero
Teen FictionChristopher Harper es un joven arquitecto muy nombrado en la ciudad de New York, su vida gira alrededor de viajes y trabajo. ¿Pero qué pasará cuando una chica llegue dándole la noticia de que se convertirá en padre? Él no es experto en la paternidad...