Capitulo 10

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Estaba dirigiéndome a la estación de la ciudad, de verdad lo estaba haciendo!

Era la hora pico, muchos estudiantes volvían a casa mientras que yo caminaba por el lado contrario.
Mi paso era rápido y decidido, en cualquier momento caería por el cansancio, no sirvo para la actividad física. 
Llegue a la estación Akatsuka, varios trabajadores con saco y corbata salían de la estación ¿Alguno de ellos podría ser el? Miro a mi alrededor, a la izquierda había un hotel con un restaurante, junto a la estación, mi corazón cayó al suelo.

Me quede mirando el lugar por la ventana, había algo de gente, hombres y mujeres estaban sentados tomando un café, todos estaban acompañados, ninguno estaba solo esperando.

Entre al lugar, con el corazón palpitando en mi boca, el lugar era cálido, con muebles de madera, junto a la ventana había pequeñas mesas para uno con una sola silla, nadie estaba sentado en esas mesas así que aproveche a tomar ese lugar junto a la puerta, por si me entraban ganas de huir de ahí. Me sentía algo incomodo, era el único estudiante del lugar, intento distraerme jugueteando con mis dedos, en el centro de la mesa había un porta servilletas, sobre el estaba la carta del menú. Lo tomé para ver que había para merendar, al ver los postres saqué una pequeña sonrisa, habían pastelillos de crema, en la imagen se veían muy ricos y dulces.

Levante la mirada, una mujer con lindas piernas se acercó a mí, era obvio que iba a pedir mi orden pero a pesar de eso me puse a sudar como loco.

-Buenas tardes señor ¿Que va a ordenar?- dijo la mujer con una pequeña libreta en sus manos, lista para anotar lo que dijera.

-cuatro pastelillos de crema y... un batido de fresa por favor- 

-Muy bien señor, en cinco minutos- dijo la mujer, dándose la vuelta.

Cinco minutos... mire a la pared un gran reloj con un péndulo marcaba las 15:50...

Decidí levantarme, tome mi bolso y me dirigí al baño que estaba al otro lado, Cruzando las demás mesas, que lugar molesto elegí para sentarme.
El baño tenía un gran espejo que cubría toda la pared, me miró en el, odiaba ese reflejo, ese reflejo que voy viendo toda mi vida.

Me saque la chaqueta, el chaleco y los guarde en mi bolso, que ahora estaba más pesado pero mi cuerpo estaba más relajado, me miré nuevamente al espejo, desajuste la corbata para respirar mejor y deje correr el agua para lavarme la cara.
Me sonreí a mi mismo, esa horrible sonrisa que era obviamente forzada, tenía unas ganas de golpearme en la cara con un martillo.

Tome mis cosas y salí del baño, mi mesa seguía vacía, me senté nuevamente en la silla mirando hacia el reloj, ya habían pasado los cinco minutos cuando vi a la mujer acercarse con mi comida.

-Su malteada de fresa con pastelillos de crema, señor-  dijo la mujer, mierda ¿Me alcanzará el dinero? Le di las gracias a la mujer, los pastelillos se veían deliciosos pero se me fue el apetito cuando escuché una voz tras mis espaldas.

-NeruNeko? Eres tu?-

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