El accidente

23 2 0
                                    

Todo estaba tan oscuro. Había despertado de una larga siesta y aún así se sentía cansado. De pronto, solo sintió ganas de caminar...
Aún recuerdo su expresión mientras me lo contaba.
Había salido tarde por la noche para llegar mañana por la mañana. El autobús estabá a punto de irse sin él.
Autobús 220-NVC.
Antes de abordar, revisa su boleto y lo entrega para que lo marquen. Le preguntan si lleva equipaje que quiera guardar en la parte trasera, pero él respondió que las únicas pertenencias que llevaba las traía en sima: su boleto de clase económica, su cartera con identificaciones y dinero, sus lentes para lectura en el bolsillo de su saco, su teléfono celular y su reloj de pulso. No nesecitaba equipaje pues su viaje solo tomaría una noche.
Adelante.
Todos abordo.
El autobús lucía bastante lleno para esa hora. Pasaba de media noche y ya estaban ocupados más de la mitad de los asientos. Buscó su asiento en la parte trasera y del lado izquierdo, casi hasta el final del autobús.
Asiento J4.
El lado de la ventana se sentía bastante frío.
Las luces continúan apagadas pero con un tenue color amarillo para iluminar poco. Los pasajeros prefieren dormir durante el viaje. Así es, en cuanto todos se acomodan en sus lugares adoptan una posición cómoda en esos pequeños acientos, se cubren con cualquier ropa y se tapan el rostro para poder dormir. Él aún no tiene sueño, prefiere esperar a que el autobús salga a la autopista y tome una velocidad constante.
El chofer sube a bordo y toma su lugar. Dedica un pequeño saludo mientras cierra y asegura la puerta. El viaje es de unas seis horas y la puerta no se abrirá hasta entonces. No habrá paradas. El viaje es directo.
El motor arranca, y para ser un autobús tan grande, es bastante silencioso.
Después de recorrer unos veinte minutos por las calles de la gran ciudad, por fin salió a la autopista, entonces es momento de subir un poco la velocidad.
Durante kilómetros y kilómetros no vería nada más que autopistas y paramos vacíos, además que esta demaciado oscuro para tratar de mirar más alla.
Cuanto silencio.
Prácticamente no hay otros vehículos serca. Es como sí por el momento viajaran completamente solos.
Por fin comenzó a sentir sueño. Tomó una posición comoda, cruzó los brazos y lo último que hizo antes de cerrar los ojos fue revisar la hora en su reloj de pulso. Para cuando despertara ya habrían llegado.
Dulces sueños.
Sintió como si solo hubieran pasado unos segundos. Su sueño fue muy profundo.
Todo seguía muy oscuro. Aún no amanecía, así que era obvio que aún no llegaban a su destino.
Había despertado de una larga siesta y aún así se sentía cansado. De pronto sintió muchas ganas de levantarse y estirarse un poco. Parece que todo el mundo sigue dormido porque no escucha ni un solo ruido.
Con mucho cuidado se levantó y espabilo, también dio algunos bostezos. Caminó por el pasillo y salió un momento del autobús. Miró a su alrededor y se dio cuenta que se encontraba a mitad de la nada. Nada más que autopista y llano hasta donde alcanza su vista.
De pronto sintió muchas ganas de caminar. Sin saber porqué, comenzó a caminar hacia adelante en medio del silencio y la oscuridad de la orilla del camino. Mientras camina sigue bostezando y estirando los brazos. Parece que durmió en una posición incomoda.
De pronto se extraño al encontrar una luz en frente del camino. Para su suerte se trataba de una gran tienda de autoservicio que operaba las veinticuatro horas. Se alegro al saber que podría entrar a comprar un café para calentarse un poco.
La puerta esta cerrada pero hay una pequeña ventanilla abierta por la que puede asomarse. En repetidas ocasiones toca la ventanilla y llama a quien pueda atenderlo. Aparece un hombre de mediana edad con chaleco y gafete que indican que es un empleado. Medio somnoliento y confundido se asoma y se acerca un poco a la ventanilla.
Buenas noches.
Él le pidió amablemente que le vendiera un café mediano bien caliente y un pequeño paquete de galletas. Del otro lado de la ventanilla, aquel empleado se extraña un poco. Lo mira de arriba a abajo, luego mira a su alrededor y lo vuelve a mirar de arriba a abajo. Se nota confundido. Él empleado le pregunta de dónde a salido y sí viene solo. Él le contesta que caminó un poco y que el autobús en donde venía hizo una parada unos metros más atras. El empleado espabila un poco y se encoge de hombros. Regresa al fondo de la tienda y por fin atiende su orden.
Un café mediano con dos de azúcar y un paquete de galletas de avena y pasas.
Antes de entregar su orden el empleado espera el dinero. Él busca en cada bolsillo de su saco y su pantalón su cartera, pero no la encuentra. Lo único que encontro fue su boleto de autobús marcado. Eso no le servía en ese momento.
Se frustra al pensar que ha olvidado su cartera en el autobús. Se da media vuelta y se va.
El empleado seguía extrañado.
De pronto volvió a sentir mucho sueño. Sin su café caliente se le habian quitado las ganas de caminar. Pensó que el autobús aún iba a tardar un poco en seguir la marcha, así que quiso recostarse un poco en una larga banca fuera de esa tienda de autoservicio. A diferencia del asiento del autobús, la banca es larga y ancha y se puede estirar completamente. No está acolchonada pero aún así es reconfortante.
Pensó que podría acostarse un rato.
Se cruzó de brazos y antes de cerrar los ojos quiso revisar la hora en su reloj de pulso.
No está. Su reloj de pulso no está.
Volvió a buscar en cada uno de sus bolsillo su reloj, entonces se dio cuenta que tampoco estaban su celular ni sus lentes.
Asumió que debió dejarlos en el autobús. Parece que lo único que no olvidó fue su boleto para poder abordar de nuevo.
Ni modo.
Cerro los ojos y creyó que solo sería un segundo.
Silencio.
Una palma comenzó a sacudir su cuerpo y una voz lo llamaba una y otra vez.
Señor... señor...
Se levantó sorprendido de golpe con un fuerte dolor en el cuello y en los hombros. La luz de los primeros rayos de sol lo deslumbró un poco. Asustado y confundido miró hacía todos lados.
La persona que lo había despertado era el empleado de la tienda de autoservicio.
Cuando recobró el sentido se dio cuenta de la horrible situación en la que se encontraba:
Se quedó dormido en una banca en la autopista en medio de la nada, el autobús en el que venía seguramente ya se había ido y sus pertenencias se quedaron en el. Sin dinero, sin identificaciones y sin poder comunicarse.
Comenzó a sentir un gran temor.
El empleado de la tienda de autoservicio le preguntó sí se encontraba bien o sí necesitaba ayuda. Él le contó el problema en el que se encontraba. El empleado lo invitó a entrar a la tienda para poder usar el teléfono público y pedir ayuda.
Una vez dentro de la tienda, el empleado le permitió llamar por teléfono y le regaló una pequeña taza de café caliente.
Con una mano sostenía el parlante del teléfono y con la otra la taza de café. Antes de marcar el numero le dio un gran sorbo al café y lo sintió extremadamente caliente. Tomó un momento para reflexionar todo lo que le había pasado. Se quedó un momento mirando al infinito. No podía cree que de verdad allá podido conciliar tan profundo sueño en una banca a un lado del camino a esa hora de la noche y con el frío que hacía. Marcó un número de emergencia y esperó mientras escuchaba el timbre.
Un timbre, dos...
De repente, un pensamiento inundó su mente.
El autobús se detuvo?
Se supone que era un viaje sin paradas.
El autobús se detuvo?
Una señorita contesta la llamada.
Desesperadamente él le cuenta toda su absurda historia y le pide a la señorita que lo ayude como pueda. Ella le dice que conserve la calma y que en cuanto pueda solicitara una patrulla para que puedan auxiliarlo. Entonces le pide que le diga su ubicación exacta. Él le pide ayuda al empleado de la tienda de autoservicio y este le responde en qué kilómetro aproximado se encuentran ubicados. La señorita por teléfono tomo todos esos datos y le dijo que por el momento lo único que podía hacer era esperar.
Ok, debía esperar.
Y se quedó ahí sentado en la misma banca de anoche mientras se terminaba su taza de café.
El empleado salió a platicar un poco en él. Le dijo que por el momento solo le tocaba esperar. El empleado soltó un suspiro. Sentía empatía por él. Lo invitó a entrar otra vez a la tienda, a la parte trasera en donde descansa el personal y mirar un rato la televisión mientras esperaba.
Una vez dentro del pequeño cuarto en la parte trasera de la tienda, encendió la televisión. Sintoniso el canal de notícias y subió el volumen.
Mirando la televisión pasaron almenos una hora o dos. Aún no llegaba la ayuda.
Otra vez pensó.
El autobús se detuvo?
Comenzó a sentir un escalofrío por su cuerpo.
No tenía sentido...
Aquel empleado se despidió diciendo que ya terminaba su turno y que pronto llegaría el siguiente empleado.
Antes de irse, miro sorprendido la pantalla de la televisión y rápidamente subió el volumen.
Una notícia de última hora comenzó a aparecer con letras grandes y rojas en medio de la pantalla.
AUTOBÚS VOLCADO EN LA AUTOPISTA: 36 MUERTOS.
El empleado miraba impactado la noticia en la televisión.
Una reportera en la escena en directo comenzó a explicar que temprano por la mañana había acontecido el accidente. Un autobús había perdido el control en una de las curvas de la autopista, y tras dar varitas vueltas, terminó volcado a un costado del camino. Ninguno de los pasajeros ni el chofer sobrevivió. La reportera muestra detras de ella el enorme y chambuscado pedazo de metal que ahora parecia golpeado y achicharrado como un fajo de billetes. Parece que además de chocar también se incendió. Cientos de cristales rotos y trozos de metal esparcidos por todas partes. Los bomberos ya habían controlado el incendio, pero aún así la gran columna negra de humo que desprendía lo hacía ver siniestro. Almenos tres ambulancias grandes, cuatro patrullas y dos camionetas de la Policía resguardaban el lugar. Tuvieron que cerrar la mitad de la autopista.
La escena era demaciado grafica y horrible. La sangre en el suelo es tanta que se junta en charcos y ya luce negra y oxidada. Uno por uno los cuerpos son llevados en camillas dentro de las ambulancias. Todos tapados con bolsas negras.
Parece que algunas personas perdieron extremidades de su cuerpo por la fuerza del choque, otras murieron al quedar aplastadas bajo el costado del autobús, otras más murieron al instante por el impacto al volcarse, pero lo peor fueron las que murieron quemadas y sufrieron por un rato.
Los restos del chofer terminaron regados almenos en tres partes: Su torso hacía abajo permaneció prensado entre el aciento y el tablero de autobús, su brazo izquierdo se desprendió y terminó colgando a la altura del limpiaparabrisas, y su cabeza salió disparada almenos cuatro metros de su sitio.
Aunque la televisora censurara con pixeles las imagenes, era más que claro lo que se podía ver.
La reportera continúa informando que éste accidente a tenido lugar durante la madrugada poco después del media noche. Entonces ambos se miraron sorprendidos al mismo tiempo.
Leen la información sobre el registro del autobús: horario, destinó, placas y número de pasajeros. El accidente había ocurrido exactamente a unos seis kilómetros de donde se encontraban en ese momento. Pero lo más aterrador fue...
Autobús 220-NVC.
Una gran presión en su pecho y un gran sentimiento de anciedad comenzaron a sofocarlo. De repente sintió mareos, nauseas y vértigo.
El empleado se dio cuenta y rápidamente lo llevo a una silla para que recobrara la compostura.
Se quedo sin aliento.
Trataba de hablar pero las palabras no salían.
Está en shock.
Con su mano temblorosa solo pudo meter lentamente la mano a su bolsillo y sacar su boleto de autobús. Lo pone frente a los ojos del empleado y este los abre como platos.
El boleto es auténtico y es claro. Esta sellado.
Autobús 220-NVC.
De repente fue como sí el empleado hubiera visto un fantasma.
Como era posible?
No tiene sentido. Nada tenía sentido.
Ambos tardaron almenos unos quince minutos para retomar la calma.
Aquel empleado había dejado aún lado el hecho de que su turno ya había acabado, ahora solo estaba concentrado en él.
Le pide que le cuente exactamente lo que paso. Cada cosa, cada detalle en lo más mínimo de lo que recuerde de anoche.
Él sigue confundido. No puede recordar nada. Su mente esta borrosa.
Lo único que puede recordar es que el autobús estabá detenido y salió, es todo.
No era posible.
El empleado le pregunta por dónde salió?
Él no lo sabe, solo sabe que salió y ya.
Ahora el empleado le pregunta sí no vio nada raro o si no volteo a ver de regreso.
Tampoco.
Siguiente pregunta: Por cuánto tiempo estuvo caminando?
Él le responde que por unos cinco minutos.
Tampoco es posible. Segun la noticia el accidente tuvo lugar a seis kilómetros atras. Ni corriendo hubiera llegado en cinco minutos a la tienda de servicio.
Porqué lo único que trae consigo es su boleto?
No lo sabe...
No lo sabe...
No lo sabe...
Por fin llego una patrulla a la tienda de autoservicio a ayudarlo... y lo demás es historia.
Suena como algo increíblemente y difícil de creer no?
No me lo eh inventado yo. Llego a mis oídos gracias a un conocido.
Aún recuerdo su expresión mientras me lo contaba...
Su nombre? No puedo decirtelo. Obviamente, mucho tiempo después, las autoridades se pusieron en contacto con él. Había registro de que él fue uno de los pasajeros de aquel accidente, y sin embargo no se encontraba en el autobús cuándo ocurrió. Varios detectives y forenses lo contactaron para que diera su versión de la historia. Dice que lo trataban como un sospechoso. Le gritaban y lo señalaban con el dedo como sí quisieran que confesara algo.
La presión duro meses.
Él solo se limitaba a contarles exactamente lo que sabía.
El caso tomo meses.
Su historia era absurda y sonaba imposible, pero no había más pruebas. Él solo quería olvidar ese extraño acontecimiento y suplicó a las autoridades que lo dejaran en paz y que no hicieran pública su historia.
Ya no quería tener nada que ver en el caso de ese horrible accidente.
El trauma duro meses.
Solo quería tranquilidad.
Le hicieron firmar algunas declaraciones y responsivas supuestamente para deslindarlo del caso. Su nombre jamás aparecería en los registros. Es como si nunca hubiera abordado ese autobús, solamente le pidieron una cosa a cambio: el boleto de autobús sellado que era la única y última evidencia que lo relacionaba con el accidente.
Antes de entregarlo él le dio una última mirada.
Autobús 220-NVC.
Y lo demás es historia...
Han pasado años desde entonces.
Me parece algo increíble. Uno no cree en ese tipo de cosas hasta que le suceden. Yo no volvería a ser el mismo sí a mi me pasara algo así.
Aún recuerdo que no le creí la primera vez...
Aún recuerdo su expresión mientras me lo contaba...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 26, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Historias Cortas De La Última vez Que Los EscuchéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora