Dos: Lo que queda de la familia real

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—¡Beach Boy, que gusto tenerte aquí!— gritó mi padre, interrumpiendo nuestra prolongada mirada. Mi padre apareció en la escena con los brazos abiertos —Cuidado con esas cajas, eso no es barato— le dijo a las personas que seguían bajando las cajas del laboratorio.

—Stark— le extendió la mano y se saludaron alegremente. 

           Mi mente me decía que no bajara, pero todo mi cuerpo me lo exigía. Sabía que mi padre jamás me lo perdonaría, pero tenía que hacerlo. Había algo en Thor que simplemente me hacía sentirme bien de nuevo. El simple hecho de ver la ropa Asgardiana que llevaba y recordar cuándo Loki se hizo pasar por él me llenaba de tranquilidad. Por un instante, sentí que todo podía mejorar y eso me impulsó a tomar una decisión que jamás pensé que fuera tan importante.

          Respiré hondo y me teletransporté al puerto de aterrizaje, detrás de un muro. Claro, que olvidé que había más de un Vengador en el lugar. Natasha y Steve voltearon a verme rápidamente y sin pensarlo dos veces, Nat sacó una pistola y me apuntó con ella. Todos se quedaron en silencio, esperando a que me moviera, pero yo estaba inmóvil. Nunca me habían apuntado con una pistola. Claro que me habían amenazado de muerte antes, pero jamás con un arma. En ese momento, me di cuenta de lo precipitada que había sido mi decisión. Pude haberlo pensado mejor y quizás no hubiera estado en esa situación tan incómoda y parte de mí supo que Nat no pensaría dos veces y dispararía si tenía que hacerlo.

—Lo lamento, no quería interrumpir— puse las manos en alto y sonreí de lado, mirando a Nat directamente a los ojos. Necesitaba tranquilizarla, pero ella solo me miraba sin expresión alguna, dispuesta a apretar el gatillo.

—¿Stark?— preguntó Steve mirando al pasillo a mi lado, buscando a mi padre y una explicación. Exhalé y negué con la cabeza llevándome un dedo a la boca, pero Nat solo dió un paso al frente al ver que me moví. Ahora que lo pienso, no fue nada inteligente de mi parte moverme cuando Black Widow me apuntaba con una pistola.

—¿Qué suce...— mi padre salió del pasillo y me miró. Le sonreí, pero él solo me vio más decepcionado que nunca. Parte de mí se dio cuenta al ver su mirada, que quizás la relación que habíamos logrado construir los últimos meses se iba a derrumbar, pero sentía que debía de hacerlo —¿Qué te dije?— me gritó.

—Que no saliera, pero nunca dijiste que no me tele...

—¡Basta!— alzó las cejas interrumpiendo la última palabra, ya que no quería que supieran que yo tenía poderes. Esa era otra cosa que habíamos discutido varias veces. Mi padre no estaba dispuesto a dejarme participar en algo que tuviese que ver con los Vengadores, así que para él era esencial que nadie supiera de mis poderes para que las personas no me incitaran a hacerlo. En el mundo en el que vivíamos, tener poderes era un boleto directo al equipo y no estar ahí para la gente era un peligro, porque muchos le temían a las personas que poder que no estaban del lado de los buenos. Claro que mi padre sabía que la gente hablaría y que los mismos Vengadores me incitarían a entrar. Miró a Nat sonriendo —Baja el arma, es seguro— ella volteó a ver a Steve, suspiró y la bajó. Quizás aún podía huir, así que lo intenté.

—Lindo, ahora me iré— sonreí una vez más e intenté escapar por el pasillo, pero choqué con el cuerpo de Thor, haciendo que casi cayera de espaldas.

—¿Y tú quién eres? Espía de la ventana— preguntó cruzándose de brazos. De verdad era él. De carne y hueso, había sentido su pecho chocar contra el mío. Era quizás enfermo decirlo, pero olía igual a Loki. Uno imaginaría que dos hermanos tan diferentes jamás compartirían una característica tan única y personal. Sin embargo, ahí estaba Thor usando la misma colonia que su hermano. Suspiré y no pude evitar sonreír al oler de nuevo su aroma.

The Lethality Behind the FlowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora