Capitulo 9

236 19 0
                                    

Logan manejó de regreso por el mismo camino por el que llegamos al restaurante en primer lugar. Logan me miraba con extrañeza, pero no decía nada. Entendía que lo que acababa de pasar era parte de mi vida, de mi pasado y que él no tenía nada que ver con eso.

– Él es el mejor amigo de... – de la madre de mi hijo, dije internamente. – mi ex novia. Nunca quedamos en buenos términos. – lo dejé con solo un pedazo de papel explicándole que lo nuestro no tenía futuro, pensé. – Ambos me odian pero creo que me he exaltado demasiado al verlo.

Logan asintió con delicadeza.

– Perdón por aquello, pero... Le diría a mi ex que estoy aquí y...

– No tienes que explicarme nada, Camila.

– Es que...

– De verdad, quiero que sepas que haya pasado lo que haya pasado hace un momento, es tu vida, y entiendo que no me quieras dentro de ella, lo entiendo, pero quiero que sepas que en el momento en que quieras que sea parte de ella, estaré dispuesto a cualquier cosa. – dijo con voz tan dulce y suave que todo mi entorno se inclinó a esa parte de Logan, que era tan perfecta que todo lo malo que había pasado en mi vida iba desvaneciéndose... pero solo por unos segundos, porque luego vino la estúpida imagen de Lauren a invadir mi mente y volverme loca de nuevo.

– Te agradezco muchísimo.

Puse mi mano encima de la de Logan percibiendo sus manos masculinas.

– No hay de qué, dulzura.

Logan mantuvo su mirada en el camino a mi casa. Cuando estuvimos cerca, detuvo el auto y de la nada se desabrochó el cinturón de seguridad para que después, casi enseguida, se inclinara hacia mi posición y tomara mi rostro entre sus manos. Mi respiración se aceleró al igual que las palpitaciones de mi corazón. Sus labios se juntaron con los míos, despacio, casi en cámara lenta. Con mi labio jalé el suyo con sensualidad. El calor entre nuestro cuerpos avanzaba y se abría paso entre nosotros mientras las manos de Logan acaparaban mi cintura.

– Logan. – logré susurrar débilmente su nombre sobre sus labios.

– Dime.

– Ni siquiera me conoces. – dije separándome de su cuerpo, aumentando la necesidad de tenerlo cerca de mí.

– Sé que te deseo y que provoco cosas en ti que no habías sentido hace al menos un año.

– Tres, para ser exactos. – corregí con un poco de humor.

Logan rió bajito provocando que su nariz se arrugara y una sonrisa deslumbrante se dibujara en su rostro.

– Vale, tres. No puedes negarme besos tan candentes. – musitó. Su aliento chocó contra mi mejilla y eso despertó un deseo incesante en todo mi cuerpo.

– Es nuestra primera cita y me besas como si fuésemos a tener algo más que eso, una cita. – reclamé algo molesta y contradictoria contra lo que mi cuerpo y mi pecho deseaban: una noche caliente con Logan.

– La verdad esperaba que esto fuera más allá de la segunda base.

– ¿Tan fácil parezco? – musité casi en silencio.

– ¡No! – intervino. – Es que de verdad quiero algo contigo, Camila.

Hice una pausa antes de empezar con mi discurso de siempre, pero es que tenía que saberlo. 1) Tenía un hijo, 2) estaba completa e irrevocablemente enamorada de Lauren Michelle Jauregui Morgado, y no era fácil olvidarla, y 3) hacia 3 años que no tenía relaciones con ningún hombre, y no me interesaba en lo absoluto. Había tenido demasiado con Lauren y habían sido los mejores momentos de mi vida. Lauren sería mi primera y última vez, o al menos eso deseaba.

– Logan...

– Dime, cariño.

– Solo, no podemos ir tan rápido, ¿de acuerdo? – le pedí amable, buscando la tranquilidad en mi voz a pesar de que mi respiración se tornaba irregular con cada centímetro que se acercaba.

– Lo prometo. – sonrió y besó mi mejilla.

**

Lauren:

Salí del restaurante con Rosalia tomada de la mano y acompañados de un mesero que mantenía las flores a salvo de la lluvia. El auto llegó casi inmediatamente e hice que Ross subiera con cuidado mientras acomodaba el ramo de rosas en la parte de atrás del auto. La lluvia disminuía mi capacidad de visión así que entrecerré los ojos mientras mi cabello se mojaba incesantemente.

Cuando pude meter las rosas por completo, corrí apresuradamente al asiento delantero y me monté al auto ágilmente.

La risa de Rosy inundó el auto y con ello mi corazón. La miré con dulzura y la acompañé en su momento de risa espontánea mientras aceleraba hacía la autopista. De verdad la quería y había logrado enamorarme casi de la misma manera que Camila lo había hecho.

– Te amo. – dije con tanta espontaneidad que hasta Rosy logró sorprenderse. – Es cierto, te amo. – repetí creyéndolo en mis adentros. Era sincero, tan sincero que lograba convencerme.

Ros comenzó a llorar de la nada, pero sabía que eran lágrimas de felicidad, porque me amaba también y sabía que lo nuestro era sincero. Mi mano viajó a su muslo desnudo, consolándola con una caricia sincera sobre su piel.

– También te amo. – dijo mientras se acercaba a mí para abrazar mi brazo que se mantenía sobre su muslo.

Sentí sus lágrimas mojar mi camisa, pero a pesar de eso, me gustaba sentirla cerca de mí, junto a mi cuerpo, su calor llenando mi cuerpo.

– Vamos a casa.

**

Robert y Ally habían quedado tan sorprendidos como Camila. Robert había perdido el control y con solo verla justo frente a él había querido besarla tan apasionadamente como pudiera, pero al mismo tiempo la aborrecía, le daba pena pensar en ella.

Ally estaba igual de anonadada que Robert. Camila era su mejor amiga y ahora que se había dado cuenta de que salía con Robert ponía en juego su amistad. Que Robert estuviera cerca significaba que Lauren estaba cerca y con ello las posibilidades de que Camila se encontrara con la madre de su hijo.

Ambos salieron del restaurante con cara de pocos amigos, con gesto insaciable de duda y estupefacción, pero a pesar de eso, no dejaron que ese mal momento arruinara su noche romántico. Estaban cumpliendo casi tres años de relación. Lo que llevaban Lauren y Camila separadas.

– No pasará nada, ¿cierto? – preguntó la ahora pelinegra, amiga de Camila.

– Tengo que decirle a Lauren. – dijo Robert más para sí mismo que para Ally, que lo miraba preocupada y esperanzada de que esto no resultase en una catástrofe.

Ally reaccionó y se interpuso en el paso de Robert. Sus manos chocaron con el pecho del hombre alto y bronceado de ojos verdes.

– No puedes decirle nada a Lauren.

– ¿Por qué no? – preguntó él con duda.

Ally recordó el rostro inocente de Cameron. Sus ojos azules como los de su madre le recordaban por qué se había mudado a Seattle con la madre de la criatura. Mike era idéntico a su madre, pero era igual a su madre al mismo tiempo y se veía temerosa ante la posibilidad de que por su culpa Lauren se diera cuenta que era su hijo y le reclamara la custodia a Camila.

– Sabes cómo le afectaría a ambos. – dijo Ally intentando disuadir a su novio.

– Ally...

– Robert, es mi mejor amiga. Prométeme que no le dirás nada a Lauren.

– Lauren también merece saber que su ex novia está tan cerca como para arruinar su compromiso.

Ally se quedó anonadada. ¿De verdad había escuchado aquellas palabras? Robert apretó los labios recordando que nadie debía saberlo hasta hacerlo oficial. Ahora la mejor amiga de Camila lo sabía y podría decirle a Camila.

– ¿Lauren va a casarse? – Ally se llevó las manos al rostro en signo de sorpresa e incredulidad.

– No le digas nada a Camila.

– Vale, ni uno de los dos dirá nada, ¿de acuerdo? – concordó Ally.

Ambos decidirían no decir nada y no joder nada.

Sex Instructor 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora