Capitulo 10

267 18 1
                                    


*Camila*

El sol traspasaba la cortina que cubría la ventana de mi habitación. Mike había llegado en la noche y había dormido conmigo. Su manita se posaba delicadamente en mi pecho causando un alivio extremo en todo mi ser. Me removí con cuidado en la cama y lo admiré un par de minutos antes de levantarlo para arreglarlo y que fuese al maternal. Solo un par de meses y estaría cursando el jardín de niños.

– Cameron Michael. – dije con voz delicada y dulce. – mi amor...

Sus parpados fueron abriéndose con lentitud.

– Es hora de ir con tu tía. – le avisé mientras acariciaba su cabellera dorada.

– Mami... - dijo con voz apenas audible. Se aferró a mi cuello y no me dejó levantarlo para llevarlo a su habitación.

– ¿Qué pasa? – le pregunté mientras su nariz se pegaba a la mía y sus ojitos azul como los míos miraban directamente a éstos.3

– Quiero quedarme. – dijo casi suplicando.

– También yo, pero tú tienes que ir con Dinah y yo a trabajar para comprarte ese auto que tanto quieres.

– Bueno, pero comemos hamburguesas. – dijo con tono casi demandante.

– Vale, te traigo una hamburguesa si prometes que nadarás lo mejor que puedas en tus clases de natación. – dije mientras acariciaba la piel de su frente.

– Si.

– ¿Lo prometes por la garrita?4

– Por la garrita, mamá.

Enlazamos nuestros dedos meñiques y yo besé su mejilla. Lo ayudé a bajar de la cama para llevarlo al baño y ponerle una ropita totalmente mona. Una sudadera gris se posa en su torso y debajo de ésta una camiseta de franela blanca. Le coloco unos pantalones holgados y unas supra como los que su madre solía usar. Peino su cabellera perfectamente y su rostro angelical me recuerda a Lauren. Me recuerda el calor de su cuerpo y la firmeza de su rostro. La extraño tanto que me duele el pecho. De pronto noté que una lágrima había salido de su órbita y me apresuro a limpiarla. Nunca me gustó llorar frente a la gente, y menos frente a mi hijo. Le sonreí con amabilidad y lo abracé.

– ¿Por qué lloras, mami? – su vocecita preguntó con delicadeza.

– No es nada, mi vida. Vamos a desayunar.

Lo sostuve entre mis brazos y bajamos las escaleras con cuidado. En la cocina preparé unos panqueques con frutas y un poco de crema batida junto con un delicioso jugo de naranja. Mike comió solo uno y yo tres. El hambre me mataba. El timbre sonó a las afueras y Mike corrió a abrir. Lo seguí esperando encontrarme con Dinah, pero en lugar de eso pude observar los ojos azules del mismísimo Logan Grey. Jodido seas, Grey.

– ¿Camila? – dijo algo confundido al ver a Mike rodeando mis piernas.

– Logan. – dije intentando ocultar mi nerviosismo. Mike seguía aferrado a mi pierna, así que con cuidado me incliné frente a él. – Mi amor, ¿puedes traerme el celular, cariño? Lo dejé en la sala.

Mie asintió con inocencia y salió lentamente hasta la sala. Logan lo miró asombrado al igual que a mí. Ahora tendría que explicarle todo.

– Él es...

– Mike, mi hijo. – solté honestamente.

Logan tragó saliva y su mano izquierda viajó hasta su cabello castaño para alborotarlo de una manera sensual y provocadora. Su mirada se volvió al piso para luego regresar a mi posición.

– Entiendo que ya no quieras seguir, Logan.

– No, dijimos que sería lento. Te aceptaré de cualquier manera, Camila. Entiéndelo, pero... su Madre.

– Te lo contaré todo hoy. Pero no ahora, tal vez en el almuerzo o en la cena. Él me necesita... - dije mientras divisaba a Mike caminar hacia la puerta.

Mi celular se encontraba entre sus manos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, extendió su pequeño brazo y me lo entregó.

– Mike, él es Logan, un muy buen amigo. – le dije mientras lo levantaba en mis brazos. Mike extendió su mano diminuta y la hondeó con fuerza en forma de saludo.

– Hola campeón. – le dijo Logan mientras tocaba su cabello dorado.

– Hola, Logan.

– Bueno, pasa Logan.

Los tres pasamos a la sala esperando a que Halley llegara por Mike. Cuando al fin Dinah llegó, Logan y yo nos quedamos un rato, solo viéndonos. De un momento a otro Logan se abalanzó contra mí y me besó tan dulce y lentamente que todos mis sentidos se desvanecieron en ese momento. El contacto de sus labios con los míos era electrizante. Sus labios me invitaban a seguir para toda la tarde, pero recordé que tenía que comenzar a hacer las invitaciones y la organización de la fiesta cuanto antes. Me separé de su rostro dejando a mi cuerpo deseando por más.

– Tengo que ir a ducharme, si no te molesta. – le sonreí con picardía.

– ¿No puedes faltar y quedarte a besarme hasta que alguien me llame para atender a alguien? – casi suplicó.

– No, no puedo. – reí.

– Joder... vale, te espero, pero apresúrate.

Le sonreí y me incliné sobre él para besarlo una vez más.

– Aún no es oficial, Logan.

– ¿Qué no es oficial?

– Que estemos saliendo.

– Tranquila, cariño. Vamos lento. – me guiñó un ojo y sonrió abiertamente. Yo rodeé los ojos y subí las escaleras apresuradamente para tomar una ducha rápida pero totalmente reconfortante.

Me vestí lo más simple posible ya que hoy andaría caminando por toda la ciudad empezando a contratar a empresas para la organización de la fiesta. Cuando bajé las escaleras, no contuve la risa que me dio ver a Logan acurrucado en el sofá durmiendo como un bebé. Me acerqué a él con cautela para sacudirlo levemente intentando que despertara.

– Hey, Logan. – susurré en su oído.

El muy tonto me espantó haciéndome brincar y él comenzó a carcajearse doblándose a la mitad mientras yo me encontraba en el suelo gracias al susto que me dio. Me acerqué a él para aventarme sobre su cuerpo y golpearlo levemente en el brazo mientras le dedicaba un par de maldiciones logrando hacerlo reír aún más. Sus manos me envolvieron suavemente mientras me tranquilizaba para después tomar mi rostro entre sus manos y besarme nuevamente. Y diablos, cómo me gustaban sus besos.

Mi cuerpo comenzó a responder a los estímulos del sensual doctor que se encontraba justo debajo de mi cuerpo, impulsando su cuerpo contra el mío y moviéndose con cautela debajo de mí. Sentí como su paquete comenzaba a acercarse a mí y fue cuando mi sistema nervioso captó el mensaje.

– Tenemos que ir a trabajar. – le dije apartándome de su rostro.

– Nena, siempre me dejas con las ganas.

Frunció el ceño y ambos nos levantamos para ir directo a su auto.

Cuando salía, me encontré con una enorme sorpresa. Ally vino a visitarme.

Sex Instructor 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora