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El palacio estaba repleto de personas. No todos los días se anunciaba el matrimonio entre dos de los hijos de las grandes naciones.
Todos se movían de un lado a otro, los camareros llevando botanas que no satisfacían a nadie y bebidas por montones, mujeres con sus vestidos elegantes y hombres con trajes y relojes muy caros. Era obvio que todo eso estaba pasando pero si a Renjun le preguntaban de qué color era el vestido de la chica que estaba hablando con él desde hacía más de diez minutos no podría decirlo, porque no la había mirado ni siquiera cinco segundos.
Sus ojos estaban únicamente en el príncipe Jeno porque como siempre lucia tan hermoso... Tan celestial, tan grande, su sonrisa era brillante, sus hombros anchos, su mirada transmitía tanta paz y él era... Totalmente de su hermana.
Se casarían en dos semanas y se pertenecerían hasta que la muerte los separe mientras él se quedaría como el simple cuñado encaprichado por siempre. Soltó un suspiro disculpándose con la chica a su lado, azul, su vestido era azul. Sonrió alejándose hacia el pasillo que daba con el patio trasero y tomó una respiración intentando olvidar todos los perfumes que habían estado en el aire las pasadas horas.
Trató de concentrarse en la ligera brisa que pasaba moviendo las hojas.
-Príncipe Renjun.
Giró de inmediato al escuchar la voz del príncipe Jeno. Sonrió.
-H-hola, príncipe Jeno.
-¿Está todo bien? Vi que saliste de repente y me preguntaba si todo estaba bien.
Renjun tragó de la forma más disimulada que pudo, que no fue mucha porque casi se ahoga y tuvo que toser. Desvió la mirada al instante y asintió.
-Estoy bien. Solo quería un poco de aire fresco.
El príncipe Jeno siempre había sido así, preocupándose por los demás. Realmente, si tenía la oportunidad sería un gran rey.
-Oh, está bien.
Pensó que se iría pero el príncipe se colocó a su lado y miró hacia las hojas de los árboles que se movían ligeramente con la brisa.
-Si...-susurro sintiendo que se ahogaba por la cercanía de su futuro cuñado.
Jeno simplemente se quedó a su lado en silencio y se sintió bien, se sintió cómodo, no fue hasta casi cinco minutos después que el príncipe lo miró con una sonrisa.
-Debo regresar, pero antes quiero que sepas que siempre podrás contar conmigo...-Jeno acercó su mano a su mejilla y dejó una suave caricia, sus dedos estaban fríos pero el toque era como una pluma, tan suave y ligero. Era como flotar entre las nubes.-Somos hermanos ahora.
No sabía cuando cerró los ojos pero ante la declaración los abrió, al mismo tiempo que su corazón llegó a sus pies.
-Si...
Fue lo único que pudo decir, el más alto asintió aún sonriéndole como si no hubiera roto su corazón pero bueno, él no lo sabía y nunca lo sabría. Lo vio marcharse y suspiro mirando hacia la luna, su mano sobre su mejilla aún sintiendo el toque fantasma sobre su mejilla.
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