Mi vida también era una mancha negra en un gran lienzo blanco, pero entendí que nadie iba a llegar a llevarme al museo y llamarme arte, por eso lo hice yo misma y fue cuando entendí que no se necesita a nadie que te mire con ojitos bonitos, porque siempre habrán espejos dispuestos a reflejar lo que quieras ver, pero depende de ti mismo lo que reflejara ese espejo.