3° Parte

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Han pasado semanas desde que el príncipe Tenya había sido encontrado en una tribu cercana a su reino, luego de, milagrosamente, salvarse del naufragio de su barco.

Iida tiene recuerdos muy vagos de lo que ocurrió después de la tormenta. Estaba presente la desesperación por no encontrar a Uraraka, después el alivio al ver que iban algunos hombres en un pequeño bote por ellos pero también el cansancio de su cuerpo y el apenas perceptible miedo por hundirse sin tener fuerzas para luchar por su vida; además aquella figura... Era igual que un chico, con una alargada cola. Si le dijera a su hermano, juraría que era una sirena —mejor dicho un tritón— pero Tenya prefiere no fomentar las fantasías de su hermano por algo que pudo ser una alucinación.

Lo extraño fue que no murió y estaba seguro que algo tenía que ver la mirada de un ojo azul y el cabello rojizo, pero fue una alocada chica de cabello rosa y ojos grises la que le dijo que se había salvado por muy poco, ya que había recibido ayuda antes de su llegada, en la mañana.

Desde entonces, no podía dejar de pensar en su posible su salvador, en ese mechón rojizo y el ojo azul —más bonito que el cielo y el mar— y por eso le gustaba ir al mismo sitio, con la esperanza de volverlo a encontrar, recordando, especialmente con un sonrojo, un calor sobre sus labios que pudo o no ser un beso del extraño, a la vez que tarareaba una canción, como pidiéndole que despertara y por eso quería agradecerle.

Pasar tanto tiempo en esa tribu que era diferente a su reino, no sólo porque sus costumbres eran distintas sino porque sus habitantes no se dividían los tres géneros (Alfa, Beta y Omega) provocó que se formara una inevitable aunque muy extraña amistad con Mei Hatsume.

Hatsume era una chica... Peculiar, por decir lo menos pero también bastante observadora y lista. Por ese motivo, se dió cuenta que el príncipe no podía distinguir bien los objetos a cierta distancia y le creó algo muy útil, que eran como dos pequeños y ligeros catalejos pegados que ella llamó anteojos. Al principio era muy extraño usarlos pero la felicidad de la chica por ver que alguien usaba su invento lo convenció de usarlos hasta acostumbrarse, reconociendo que le ayudaban a ver mejor.

Si no usara sus "anteojos", tal vez no hubiera visto a alguien a la orilla del mar y Tenya no lo pensó demasiado para correr a su auxilio. Lo primero que revisó es que aún respiraba y, por fortuna, parecía vivo aunque respiraba con dificultad, así que se dispuso a sacarle el agua de los pulmones pero, justo en ese instante, el peculiar chico escupió el agua y recuperó el conocimiento.

Visto que estaba consciente y no parecía herido, el príncipe reparó en un detalle importante: el desconocido estaba sin ropa.

Quizá había sido asaltado, aunque era muy extraño que no le hubieran hecho nada más, considerando que olía igual a un Omega y era uno muy bello, el más hermoso que había visto jamás, ¿y si fuera parte del tráfico de Omegas? No parecía maltratado ni asustado en su presencia, así que quería dejar de imaginar cosas terribles y mejor preocuparse por el otro.

El chico tenía el cabello mitad rojo y mitad blanco cual espuma, sus ojos también estaban divididos, siendo uno azul y el otro castaño. La piel era blanca y suave, sin marcas ni manchas en ella, era esbelto pero no en exageración y, al notar la mirada confundida que le dedicó, fue que Iida se dió cuenta que lo miró por demasiado tiempo.

—Lo-lo siento... ¿estás bien? ¿tu barco naufragó? No es correcto que un Omega esté solo y en este estado—Mientras el de cabello oscuro se intentaba calmar, se quitó la capa para ponérsela encima al Omega. —¿Puedes ponerte de pie?

Todoroki, aún un poco aturdido por lo ocurrido recientemente, asintió despacio, se cubrió con esa tela que tenía impregnado el aroma de Iida y un bochorno inexplicable le cubrió el rostro. Al intentar ponerse de pie, la falta de práctica hizo que tropezara y casi cayera de boca, si no fuera que los brazos del contrario lo atraparon, cuando el extritón pretendía disculparse recordó que ya no contaba con su voz y, un poco mortificado, se refugió en el pecho de Tenya.

Manantiales (IIDATODO) AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora