2° Parte

507 40 15
                                    

Nuevamente, Todoroki se había escapado después de un arduo y desgastante entrenamiento con su padre; prefería subir a ver un poco la superficie antes que la cara de preocupación de sus hermanos, los que preferirían ocupar su lugar, no por el poder, sino para que el más pequeño de ellos no tuviera que vivir bajo esa presión pero él nunca se quejaba frente a ellos, Fuyumi y Natsuo eran muy buenos y no quería que pelearan con su padre por el.

En cambio, se vengaba de Endeavor, anhelando la vida humana, acompañado de la sirena y el tritón en los que él confiaba.

Ya era de noche y, normalmente, no se veían muchas personas a esa hora pero debía estar pasando algo importante porque un barco recién partía, lleno de risas y música, atrayendo a los seres míticos: hasta que la fuerte tormenta comenzó a mover de manera descontrolada el transporte y el fuerte choque que sufrieron, amenazó con acabar con la vida de esos pobres humanos.

Fue impactante ser observadores de tan drástico accidente y, con una fugaz mirada intercambiada entre los tres, nadaron con rapidez para intentar ayudar a los humanos. Empezaron lanzando con sus fuertes colas hacia arriba los cuerpos semi inconscientes y, al darse cuenta que la madera flotaba, buscaban acercarles los trozos más grandes hacia los marinos o aleteaban de manera llamativa a aquellos que requerían de sus compañeros, alejándose velozmente cuando ya veían cerca la ayuda. No tenían razones especiales para socorrer a los humanos pero tampoco creían correcto dejarlos ahogarse.

Ya habían terminado pero a lo lejos se escucharon los gritos de una chica, por lo que Todoroki vió a la castaña que era rescatada por el humano que tanto le intrigaba; parecía que podrían llegar a salvo por sí mismos pero, justo cuando se disponían a irse, vió como Iida se hundía lentamente, frente a sus ojos.

Aunque todo ocurrió en unos instantes, Todoroki lo recordaba en cámara lenta; Iida hundiéndose, su cuerpo nadando en esa dirección para sacarlo del agua y que no perdiera la vida en su entorno. No escuchó las advertencias de sus compañeros a la hora de cargar con protección al de cabello oscuro y, sin pensar, lo acercó hasta la isla donde sabía que no habría humanos buscándolo y, por lo tanto, que puedan verlo.

Al depositar el cuerpo inconsciente, el pánico lo invadió, no quería perderlo, era como si dejara morir sus propias esperanzas. Por suerte, las frases de Mei sobre el cuerpo humano llegaron a su cabeza.

"Para nosotros tener agua adentro es como si los peces no la tuvieran". "El agua de mar no puede ser tragada por los humanos, hay que sacarla". "Si presionas en el pecho, el agua saldrá y, si no funciona, hay que absorberla, boca a boca". "Los humanos somos frágiles, por eso quiero inventar cosas que nos hagan mejores".

De acuerdo. Eso sería útil por el momento. El tritón apretó por todo el pecho, desde los hombros hasta el estómago pero no veía reacción del desmayado y luego, con una mueca de confusión, se preguntó si sabría hacer eso de "boca a boca", ojalá Mei estuviera aquí para ayudarle.

Con decisión, posó sus labios sobre los del otro, intentando absorber un poco, sintiendo el salado sabor del agua de mar. Con esa conexión que existía entre el océano y su propio ser, imaginando que el agua extra se evaporaba y, con ese poder que su padre tanto admiraba pero que a él le parecía antinatural, después de unos segundos, el humano aspiró con fuerza, sintiendo el calor en su interior.

Con un enorme alivio por esa reacción de Iida, el tritón suspiró y lo besó suavemente de nuevo para luego tararear cerca de él, hasta que lo vió parpadear y huyó, a pesar de que quisiera quedarse a su lado, volvió al mar.

Este pequeño incidente, no quedó en secreto para Endeavor que, sumamente molesto con su hijo menor, le quitó el tiempo y las ganas para subir a la superficie y volver a ver a Iida; una parte del joven tritón estaba preocupado por el príncipe humano, la otra presentía que él estaría bien y, lo mejor, sería no acercarse a tierra por un tiempo.

Manantiales (IIDATODO) AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora