Parte Final

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Este juego, en el que cada uno intentaba ganar algo, parecía tener un final predestinado... Pero no se deben ignorar al resto de los jugadores, por más que no parezca importante su intervención.

Mei era una mujer adelantada a su tiempo, sin limitantes que sólo necesitaba un poco de financiamiento para llevar al humano a lugares insospechados con sus inventos.

Uno de esos inventos eran unas alas gigantescas, similares a las de las aves que la elevaban unos metros y, con la confianza que ella misma se había tomado después de varias semanas de convivencia antes de que Todoroki apareciera como humano (aún tenía que investigar cómo ocurrió aquello) la chica se dirigió al reino para hablar con el príncipe Tenya, segura de que él apoyaría su invento.

Al llegar frente a una de las torres, en vez de dirigirse a la entrada, se colocó sus alas y empezó a volar en vertical hasta llegar a una ventana que daba a una habitación, por suerte, quien estaba ahí era el príncipe que buscaba pero esta vez no poseía los anteojos que ella le había regalado aunque, gracias a eso distinguió que sus ojos, de un iris azul oscuro como la noche, ahora eran rojizos.

Sin embargo, eso no fue lo peor. Casi al momento, entró un chico de cabello rojizo, que lo tomó del rostro para que lo mirara fijamente.

—Es tan triste que tu familia no te entienda pero no escuches a los que te rodean, no los necesitas... Sólo a mí. —Hatsume juraba que esa voz, aunque un tanto más grave, ya la conocía.

—¿Quién es ese? Se parece a... ¡Es la voz de Todoroki! ¡Debo ir con el sirenito...!

En ese instante, su maravilloso invento tuvo un ligero desperfecto, haciéndole caer, aunque pudo frenar ligeramente a un par de metros del suelo, haciendo que la caída no fuera tan grave la caída pero convirtiendo en pedazos las alas que construyó, sin embargo, eso no le importó y salió corriendo mientras gritaba el nombre del, antes, tritón.

Lo encontró mojando sus pies en el mar, con la mirada perdida, era doloroso verlo así, por lo que se a acercó con rapidez a él.

—Todoroki, hay un tipo extraño con el príncipe Tenya —El mencionado afirmó, ya lo sabía— pero... ¿lo has escuchado hablar? ¡Era tu voz! Estoy segura y el príncipe tenía los ojos rojos y parecía hipnotizado...

Su voz... No podía ser... ¿o sí? Las cosas empezaban a tener sentido, si Dabi había planeado esto desde un principio, era claro que no le permitiría cumplir su parte del trato ¿acaso sería así de retorcido el hechicero del mar? ¿pero con qué objetivo? No lo sabía pero estaba seguro de que debía recuperar a Iida.

Al entrar al castillo, fue recibido por Ochako, la cual estaba molesta, no parecía muy sorprendida de verlo ahí y, para incomodidad del chico, ella lo abrazó con pesar.

—No sé qué le pasa a Iida... Sé que ustedes... Bueno, que tenían algo, era obvio. —Las mejillas de Uraraka se enrojecieron por pensar en lo que ellos pudieron pasar el día anterior.

Sin intentar dar explicaciones, ya que sería inútil porque ella no lo entendía, la tomó del brazo para llevarla con Mei, la inventora le diría lo que ocurría. Confundida, Uraraka simplemente se dejó guiar por el otro.

Afuera del castillo, se encontraba la chica de cabello rosa, arreglando su invento mientras esperaba al tritón que llegó corriendo junto a una chica castaña. Una vez reunidos, Hatsume le contó todo lo que había visto a la otra mientras se dirigían al puerto para alcanzar el crucero de bodas.

Al llegar, Mei estaba a punto de subir a Todoroki al pequeño barco pero él negó, comenzando a quitarse la ropa y ella lo comprendió... Él buscaría ayuda en otra parte.

Manantiales (IIDATODO) AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora