Allí donde estés

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HUGO

Aparco el coche donde me señala doña María, dentro suspiro sin saber qué hacer realmente, no sé cómo reaccionará, doña María dice que es una chiquilla muy simpática y que si se lo explico me entenderá, lo único que no llevará bien es el tener que mudarse de país, sé que le será duro pero no puedo dejar mi trabajo, sé que ellos le legaron toda su fortuna y su parte de las acciones pero sigue siendo yo quien dirige la empresa, llevo tanto tiempo en el coche que cuando dan unos golpecitos en la ventanilla me asusto, miro hacia dónde han golpeado suavemente y me encuentro a doña María.

-Vamos muchacho es tarde y debes estar cansado- me dice suavemente.

-Voy, vaya entrando que hace frío- le respondo a mi vez mientras voy saliendo del coche y sacando mis cosas.

Ella asiente y camina hacia su pequeña casa, enseguida voy detrás de ella, al entrar todo es cálido, paredes de color beige con fotos de su familia me saludan solo entrar en el salón, donde dejo mi pequeña maleta, todos sus muebles son de madera maciza de color marrón oscuro, don Alberto se levanta del sofá y enseguida me abraza, se lo correspondo con algo de dificultad ya que no soy muy de demostrar afecto a las personas, no físicamente.

-Que bueno verte muchacho, siento muchísimo tu perdida eran unas personas bellísimas- me dice mientras se le llenan los ojos de lágrimas- se que recién acababais de arreglar todo.

Yo solo asiento con la cabeza sin ser capaz de responderle. Doña María entra en el salón con una bandeja con algo de comida, que deja sobre la mesa.

-Ven come algo-me dice mientras hace gesto con la mano para que me acerque, cuando veo que voy a protestar dice en seguida- Hugo aun que tengas 28 y midas dos meteos todavía puedo tarde con la chancla no me provoque, ven a comer ya.

Yo me rio y voy hacia ella junto a don Alberto quien también se ríe, me siento y empiezo a comer lo que me a dejado que consiste en un poco de arroz con pollo salteado y salsa de setas.

-Como está ella?-pregunto mientras acabo de comer.

-Está triste, pero se que saldrá adelante, hasta mañana no podrás hablar con ella, he tenido que ponerle unas pastillas trituradas en la comida para que pudiera descansar- me dice doña María- a estado estos tres días casi sin dormir y no quería que le diera un colapso o algo así.

-Entiendo, crees que me dejará hablar con ella sin echarme en cara el no haber podido venir antes?- les pregunto preocupado- lo hubiera hecho el mismo día pero no me avisaron y-y...-intentó explicarles pero solo de pensarlo me da coraje.

-Hugo relájate, seguro que te dejará, no te preocupes no es como las típicas niñas mimadas que seguro conoces, te entenderá pero si sucede algo no la presiones, ella es muy joven y a pasado por muchas cosas- me dice don Alberto dándome unas palmadas en la espalda.

-Si, Angela te sorprenderá en muchas cosas te lo aseguro- me dice con una suave sonrisa.

Estamos hablando un rato más hasta que no aguanto más y se me escapa un bostezo, estoy muy cansado y la diferencia horaria no ayuda, don Alberto lleva mi pequeña maleta a una de las habitaciones de invitados que tiene mientras doña María me enseña dónde está el baño, su cuarto y el de mi sobrina. Cuando acaban de enseñarme todo me dejan solo y me desean buenas noches ya que ellos también se van a dormir.

En el cuarto me empiezo a desvestir y miro la cama es un poco pequeña para mi ya que mido 1.94, imaginarme durmiendo ahí me da cierta gracia, desvestido cojo una toalla y la anudo en mi cintura, cojo mi pijama que consiste en un pantalón de chándal de color gris y voy al baño a darme una ducha.

Ya duchado y vestido me dirijo al cuarto a dormir.

ÁNGELA

Despierto algo desorientada, no sé dónde estoy hasta que reconozco la habitación, estoy en casa de doña María en el que a sido mi cuarto los últimos días, cojo el móvil y miro la hora, son las 7 am en punto, veo de fondo la foto que tengo con mis padres de cuando fuimos en verano al portaventura, se me empeña la vista por las lágrimas no derramadas.