Prefacio

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«Había perdido a Andrea hacía diez años, no tenía caso llorar por ella ahora» pensaba mientras miraba a Andrea gritarle a un policía porque le resultaba "sospechoso", suspiré profundo como siempre hacía mientras trataba de apartar a los turistas que nos miraban.

Cualquier extranjero que nos visitase veía nuestra cultura como "extraña", nuestra adoración a los reyes les resultaba "fantástica", y nuestra forma de vida "envidiable". Sin embargo, hacía mucho tiempo nada de esto importaba. Las Monarcas, la isla donde nacimos y crecimos, se había convertido en nuestro parque de juegos donde el victorioso era aquel que no resultaba muerto.

Misión cada vez más difícil. Desde el accidente algo se dañó en su cerebro, pero tres años después del mismo todo subió a otro nivel hasta llegar al punto donde nos encontrábamos, yo protegiéndola y ella huyendo. Seguro estaba que la Andrea del pasado no reconocería a la actual ni con dibujitos.

—¿Se puede saber cuáles son tus intenciones al hacer eso? —le pregunté una hora después cuando estuvimos a solas en la cafetería.

—Divertirme un poco —me respondió sin dejar de reírse.

Yo suspiré profundo porque sinceramente, luego de años viviendo con ella ya me había quedado claro que solo podría intentar amarla de la forma que era actualmente porque cambiarla no funcionaría.

—Andrea... por un solo día podrías al menos intentar no darme tantos problemas, ¿sabes en las que nos vamos a meter si alguien nos descubre?

—Tranquilízate Diego, no es como si esta zona fuese visitada por un Karrioca —miró su reloj luego de ignorarme rotundamente—, anda, mira la hora, ¡hay que abrir el local! Nos veremos... o tal vez no, ¿quién sabe? Hoy tengo el presentimiento de que voy a divertirme mucho.

Volví a soltar todo el aire de mis pulmones, si esa mujer no estaba muerta de tantos problemas en los que se metía, era porque yo tendía a sacarla de los mismos. No se quedaba quieta, dejarla en casa era un peligro y contando con la persona que se había convertido, no podía permitirme dejarla sin protección.

Solo me preguntaba si existía la lejana posibilidad de que venciese este estado donde no se permitía sentir emociones, lo esperaba porque alguien que no tiene emociones es capaz de hacer cualquier locura, eso Andrea me lo había demostrado.

—Señor —escuché la voz de Sergio a mi espalda y ni me volteé porque presentía cual sería el informe esta vez—. Señor, tengo información sobre los Karrioca.

—¿Qué tan cerca están?

—Eso no es lo que debería preocuparnos, señor.

Por supuesto que no, ellos y Andrea mantenían algo en común: nunca nada era lo que parecía ser.








Quiero dedicarle un saludo especial a algunos lectores que han apoyado la historia, tal como prometí lo voy a hacer en cada capítulo. En este el saludo es para:

MayelyRamirez fue una de las primeras personas en leer y dejar comentarios, le envío un abrazo bien grande y gracias por el apoyo que diste en el pasado 🤗

Créditos a la hermosa diseñadora de la portada: @ago

No olviden seguir mi cuenta si les gusta la historia, pronto estaré publicando más libros: LadyLennette

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