𝐂𝐚𝐩𝐢̈𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐔𝐧𝐨

290 38 9
                                    

Estaba escuchando música mientras miraba por la ventana, tratando de no marearme por el viaje en el coche que estábamos haciendo. Solo había aceptado aquello por ser el cumpleaños de mi hermana, odiaba salir de casa.

Mamá y papá venían con nosotros, querían pasar un día en familia. Y a Nathalie no se le había ocurrido otra cosa que un viaje por carretera hacia un sitio que todos menos ella desconocíamos. Tenía suerte de que hubiera conseguido vacaciones, mi jefe era demasiado estricto en todos los aspectos.

Entonces vi cómo algo se cruzó en nuestro camino sin tiempo a reaccionar bien. Nathalie frenó de golpe, haciéndonos girar en la carretera, chocando contra una montaña de forma violenta.

Todo lo que podía ver eran cristales rotos, sangre y los cuerpos de mi hermana y mis padres completamente quietos. Quería llorar.

Traté de mantener la calma y de no ponerme nerviosa, tomando mi móvil con un inmenso dolor por todo el cuerpo.

Llamé a urgencias, tratando de que contestaran lo antes posible.

- Urgencias, ¿dígame?

-U-un accidente de coche -dije en un hilo de voz, comenzando a llorar de forma inevitable al empezar a ver la situación con más claridad-. N-no sé dónde estamos... Chocamos contra una m-montaña... T-todo está lleno de sangre y cristales rotos... P-por favor...

Estaba asustada, no podía dejar de llorar. Estaba atascada y me dolía todo el cuerpo, había empezado a verlo todo borroso.

- Ya la hemos rastreado, trate de mantenerse consciente. La ambulancia llegará dentro de poco... ¿Oiga?

Había soltado el teléfono, no tenía las fuerzas suficientes para sujetarlo. Mi cabeza ya no podía soportar aquello más tiempo, así que de forma inevitable me desmayé.

{🥀}

Cuando abrí los ojos, me encontraba completamente sola. Todo se encontraba de color blanco y lleno de luces. No veía a Nathalie ni a papá o mamá por ningún lado. Estaba asustada.

Busqué por todos lados mi colgante o el diente de león que había tomado al hacer una parada en casa, pero no estaba por ningún lado. Y eso había empezado a sentarme mal.

Otro de mis ataques.

Comencé a moverme por todos lados, nerviosa por encontrarlo, pero seguía sin verlo.

-¡N-nathalie! ¡N-natha! -sollocé-. Natha...

Algo pitaba a mi alrededor, y podía ver reflejos rojos. Todo aquello me estaba agobiando.

Entonces unos hombres y una mujer aparecieron en la sala, acercándose a mí. Ellos tenían ropa azul, y se veían preocupados.

-Es... ansiedad -habló la chica hacia ellos, acercándose a mí-. Hey, tranquila... Respira, así podremos explicártelo todo.

Me encontraba llorando, sentía mis mejillas húmedas. Yo no podía calmarme, necesitaba mi colgante como mínimo.

-E-el colgante... N-necesito mi colgante -continué sollozando, mirándolo todo a mi alrededor, buscando mis cosas-. El d-diente de león... ¿D-dónde está?

-¿P-por qué quiere el diente de león? Lo hemos tirado, se había secado... -miré con un dolor en el pecho intensificado hacia aquel doctor-. ¿Para qué lo necesitas?

Sollocé más sonoramente, tocando mi cuello en busca del colgante.

-Tranquila, tranquila... Te encontraremos uno enseguida, ¿sí? -habló la chica.

𝐃𝐚𝐧𝐝𝐞𝐥𝐢𝐨𝐧𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora