A la mañana siguiente, el niño les preguntó sobre aquel "Monte del Destino". El relojero, como agradecimiento por guardar su secreto, le dio un mapa para llegar al lugar. A su salida, los relojes marcaban el 1 de noviembre.
Capítulo 2 - Bosque del odio
Siguiendo el camino marcado en el mapa, Ross acabó entrando en un oscuro y espeso bosque. Pronto logró escuchar levemente unos delicados sonidos. A medida que Ross se adentraba en el bosque, la melodía se hacía más clara e intensa. Atraído por aquella misteriosa, pero alegre música, llegó a un pequeño claro, donde los rayos de luz alcanzaban a escabullirse entre las hojas.
De pronto, primó el silencio, y una extraña figura apareció de entre los arbustos. La criatura hacia ininteligibles ruidos y gruñidos, aunque dejaba escapar varias palabras: "¡Malditos humanos! ... ¡me marginasteis... por ser diferente!"
El ser tenía la apariencia de un pequeño duende. Tenía una roñosa máscara de madera que tapaba todo su rostro, salvo sus ojos color rubí, llenos de odio. De su cintura colgaba una flauta de pan. El chico, muy asustado, intentó huir, pero acabó tropezando con unas ramas. No había salida, estaba acorralado. En ese momento, sacando valor de donde terror sólo había, logró murmurar las siguientes palabras: "Tu canción... era muy bonita..."
En ese momento el duende se detuvo en seco, y soltó una breve, aunque algo siniestra carcajada. Esas eran las primeras palabras amables que había escuchado de un humano en toda su vida. Como muestra de gratitud y amistad, le entregó su flauta de pan y le mostró el camino a seguir.
Capítulo 3 - Río de la concordia
Prosiguiendo en su viaje, llegó Ross a un ancho y caudaloso río. Los últimos rayos de sol teñían de dorado las impacientes aguas. Se sentó en una roca en la orilla, pensando en la forma de cruzar este obstáculo. Entonces, escuchó una áspera y cansada voz:
- Oye, tú... ¿Te crees que soy un sillón de masajes?
El chico se levantó sobresaltado y observó que no se había sentado sobre una roca, sino sobre el caparazón de una tortuga de río, que había quedado varada en la orilla. Esta le suplicó:
- Oye, tú... pareces un muchacho de buen porte. Por favor, ¿podrías ayudarme a llegar al río?, hace mucho calor aquí, y me estoy deshidratando. Haré lo que sea, te lo ruego...
La única petición de Ross fue si sería posible que le ayudara a cruzar el río. La tortuga aceptó el trato sin hesitar, y el chico la empujó con todas sus fuerzas hasta el agua. Entonces, Ross subió encima de la tortuga, y esta, esquivando las fuertes corrientes y las escarpadas rocas, consiguió llevarle al otro lado. Ambos se despidieron amablemente y el chico continuó con su aventura.
Una vez más, se hizo la noche, y Ross buscó un lugar donde dormir. Apenas logró un intento de manta, a base de ramas y hojas. Tumbado, el chico iluminó sus ojos, contemplando el hermoso cielo estrellado, mientras se preguntaba si realmente sería capaz de llegar a aquel monte. "Tres días, para que la noche se cierna sobre el día, en el Monte del Destino, encontrarás la verdad". Ya sólo le quedaba un día para cumplir su misión.
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DUELO
Spiritual"Tres días, para que la noche se cierna sobre el día, en el Monte del Destino encontrarás la verdad". El joven Ross, guiado por el búho Siqué, se adentra en un misterioso y fantástico mundo en busca de sus padres desaparecidos. Sin embargo, un impe...