A la mañana siguiente, lleno de energía y esperanzas, el muchacho retomó su viaje.
Capitulo 4 - Valle de lágrimas
Avanzando en su periplo, acabó adentrándose en un estrecho y rocoso valle. Caminaba Ross, sin apartar la vista del mapa, cuando, de pronto, chocó con algo. Parecía ser una roca, de gran altura. Tenía textura áspera, pero era blanda y mullida. Entonces, una gran gota de agua cayó sobre la cabeza del chico, quien, tras reponerse del susto inicial, pudo apreciar un suave sabor salado.
Ross miró hacia arriba y vio que se trataba de un gigantesco dragón que le obstruía el paso. Tenía desgastadas escamas rojas, y una enorme panza. Estaba espatarrado en el suelo, y no parecía tener intención de moverse. Como una cascada, grandes lágrimas se precipitaban de su apenado rostro. Al percatarse de su presencia, el dragón le dirigió estas palabras:
- Ay... mocoso, si tuviera yo un par de siglos menos, serías sin duda mi almuerzo. Sin embargo mírame, soy demasiado viejo para esto, no podría cazar ni una ardilla. No soy capaz, ni de escupir fuego siquiera... coff... coff... - dijo el monstruo lamentándose, mientras de su abominable boca salían un par de tristes nubes de humo y ceniza. - ¿Por qué no me dejas en paz eh? Vete por ahí...
Ross, más que sentirse intimidado o asustado, sintió pena por el pobre dragón. Entonces, al chico se le ocurrió una idea. Sacó de su bolsillo la flauta de pan que su amigo el duende enmascarado le había regalado. Así, cómo si sus dedos se movieran solos, fue capaz de entonar a la perfección la canción de los bosques.
Al escuchar la canción, el triste dragón fue invadido por un abrumador sentimiento de alegría. Incapaz de contener su entusiasmo, se levantó y comenzó a bailar efusivamente, como si mágicamente, toda su vitalidad hubiera sido restaurada.
Ross, por su parte, aprovechó este momento para escabullirse bajo sus enormes patas. Feliz de poder haber ayudado al dragón, el muchacho continuó su viaje y logró cruzar el valle.
Capítulo 5 - Monte del Destino
Al fin, llegó Ross a la ladera del esperado Monte del destino. Su cumbre coronaba los cielos majestuosamente, rebasando las inalcanzables nubes. Era mediodía. Aún le quedaba hasta que se pusiera el sol para llegar a la cima, no había tiempo que perder.
Así, comenzó a escalarlo. Trepó sus empinadas paredes, recorrió sus peligrosos barrancos, y alcanzó sus elevados picos. Finalmente, después de numerosas horas de trabajo, esfuerzo y sufrimiento, lo consiguió. Marcaba el cielo el atardecer, cuando Ross coronó la cumbre del Monte del Destino. A pesar de la fatiga, el cansancio, y las heridas, una sensación de paz absoluta llenaba su corazón.
En ese momento, emergió veloz de entre las nubes Siqué, aterrizando junto a nuestro héroe.
- Bien, ¿estás listo para marchar, joven Ross? - le dijo con sosegada y orgullosa voz.
- Sí - respondió Ross, con una sonrisa de satisfacción y confianza en su rostro.
Subió Ross a lomos del ave, y juntos, alzaron el vuelo. El búho surcaba los cielos, mientras Ross, tiernamente, lo abrazaba. Así, disipando a su paso las nubes, e iluminados por la hermosa luz del ocaso, desaparecieron en el horizonte.
"Las cinco etapas - negación, ira, negociación, depresión y aceptación - forman parte del marco en el que aprendemos a aceptar la pérdida de un ser querido."
Elisabeth Kübler Ross
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DUELO
روحانيات"Tres días, para que la noche se cierna sobre el día, en el Monte del Destino encontrarás la verdad". El joven Ross, guiado por el búho Siqué, se adentra en un misterioso y fantástico mundo en busca de sus padres desaparecidos. Sin embargo, un impe...