40.

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La noche transcurrió con normalidad, como si nada de lo que sucedió apenas unas horas atrás hubiese tomado lugar en aquella morada. Como si no se hubiesen besado de forma apasionada, como si Kokichi no hubiera terminado de confirmar que, efectivamente, le gustaba la sangre humana ajena. O al menos, la de su querido mejor amigo, si es que podía seguir colocándolo bajo esa etiqueta.

Shuichi, por su lado, aceptó con total naturalidad el hecho de que el Líder era alguien que le atraía en demasía, y no sólo físicamente. Con esta cita, esperaba que el sentimiento sea mutuo, o que al menos el chico sintiera una cuarta parte de lo que él sentía. Era esperanzador el hecho de que había sido Kokichi, y no él, quién la había propuesto en primer lugar.

Pero era demasiado temprano para pensar en aquellas cosas, debía concentrarse en el ahora, en la realidad, y la realidad era que su compañero de cabellera morada se había quedado dormido en su regazo mientras escuchaban música mediante un parlante. Lo había notado desde ya un tiempo, alrededor de media hora, mas no quería molestarlo. No obstante, el sueño comenzaba a invadirlo también, por lo que decidió levantarse con sumo cuidado, con el propósito de no irrumpir su dormir ni asustarlo, y fue a buscar una manta a la habitación del joven para protegerlo del frío.

No entraban ambos en el sofá y tampoco quería arriesgarse a que sus débiles brazos flaquearan y lo tiraran al suelo mientras lo llevaba al dormitorio, por lo que no tendría más opción que dormir en la cama de Oma. Y no estaba demasiado seguro de cómo sentirse en relación a eso. Sin embargo, se había desecho de la manta con la que él dormía para arroparlo, por lo que lo único que quedaba de su contrario era el colchón. Un colchón que, posiblemente, tenía varias historias escondiéndose entre su tejido. Sin darle demasiada vuelta para no avergonzarse con sus propios pensamientos, se acostó, cerrando los ojos.

Lo que ninguno de los dos sabía, es que estaban siendo observados. Detrás del muro de ladrillos y la ventana que los separaba, bullía una ira volcánica en el demonio celestial.

[...]

Shuichi despertó esa mañana, analizando de a poco la situación en la que se encontraba. Primero, estaba del lado de la pared de la cama, cuando recordaba dormirse en el medio, y no es como si se moviera demasiado mientras dormía. Segundo, una manta lo cubría, y la textura era bastante similar a la que le había dejado a Kokichi. Tercero, sentía un calor que no provenía de él...

—¿Kokichi? —preguntó, para darse la vuelta y notar que, efectivamente, el chico se hallaba a su lado, abrazándolo como si fuera la cucharita pequeña. Esto, debía admitirlo, le dio bastante ternura, considerando sus diferencias en altura.

—Buenos días —contestó el mencionado, mientras esbozaba una sonrisa somnolienta.

—Buenos días, cariño —dijo, para después depositar un beso en su frente. Como si fueran una pareja casada que acababa de pasar la primera noche de su luna de miel juntos. Lo único que sobraba, era la ropa.

Ambos se quedaron algunos minutos más en la cama, sintiendo la calidez ajena que ofrecía la situación. Así fue, hasta que Saihara recibió una llamada de...

—¿Tsumugi? —inquirió tras contestar. Nada, simplemente respiración. Así estuvo por algunos segundos, hasta que una voz femenina hizo su aparición por apenas un momento, cortando así la llamada. No logró a distinguir lo que decía, fue demasiado momentáneo.

Esto creó una gran interrogante en el detective. Una interrogante que fue olvidada al instante, ya que fue reemplazada por el chico que le gustaba levantándose de la cama.

—¿Quieres desayunar? —preguntó Oma, fijando la vista en el labio inferior de su compañero, aquel que había mordido cual vampiro con el cuello de una virgen. La herida que provocó ya no era demasiado notoria, pero sí había algo de sangre seca alrededor. Para ser sincero, era satisfactorio de ver, de una forma un tanto macabra—. No tengo mucho, pero puedo ofrecerte cereal, yogurt y algunas frutas. Aunque, si quieres algo más, puedo ir a comprar.

El de ojos dorados notó la vista fija de su compañero en su boca, y no le disgustaba en lo más mínimo.

—Estaré bien sólo con yogurt y cereal, no te preocupes.

—De acuerdo —dicho esto, se retiró para la cocina. Dejando a Shuichi, nuevamente, con la pregunta de por qué demonios Tsumugi lo había llamado después de tantos años. Quizás alguien le había robado una parte importante de algún cosplay, y necesitaba ayuda para encontrar al culpable. No lo sabía, tampoco era algo que le incumbiera a menos que se lo asignaran como caso.

[...]

—Kaito, deja mi teléfono —se quejó una chica de cabellos azules y ojos grises cálidos, mientras intentaba recuperar el objeto en cuestión de las manos del mencionado. El mismo lo apretaba con tanta fuerza, que la joven temía que lo dañara—. Si llega a romperse, tú pagarás todos los gastos.

El chico dejó de lado el móvil con algo de rudeza, largando un gran suspiro cargado de toda la furia que lo intoxicaba por dentro.

—Maldita sea... odio a Shuichi, lo odio. Ese hijo de puta me está arruinando la vida ¡¿quién se cree que es para robarse a mi Kokichi?! —bufó el Astronauta. Si fuera por él, hubiera roto la ventana de la casa de su ex, entrado y apuñalado al Detective ahí mismo, deleitándose con ver cómo la luz de su vida se apagaba lentamente (y con los gritos desesperados del Líder, para qué mentir). Y si no lo asesinaba, al menos traumatizarlo de tal forma que herirse a sí mismo ya no le provocara ningún placer.

—Cálmate ¿sí? Debes confiar en tu novio —contestó Shirogane, ingenua ante el hecho de que ellos dos habían roto hacía ya un tiempo— ¡Son sólo dos amigos que tuvieron una noche de amigos! —si remarcaba la palabra "amigos", quizás entraría en la cabeza de Momota que no tenía nada de qué preocuparse.

—Tan amigos que ese ya ni sé cómo definirlo se aprovechó de mi amado y lo besó ¡¿entiendes eso?! ¡Lo besó!

"Y no sólo eso, sino que también lo hizo ser parte de su jodido fetiche" pensó.

—¿Cómo estás tan seguro? ¿Acaso lo viste?

Mierda.

—Me lo dijo, uh, Kaede, que a su vez se lo dijo Shuichi.

Tsumugi levantó una ceja, mirándolo con aires de incredulidad.

—Entonces, si estás tan seguro, deberías hablarlo con Kokichi. Seguramente él te explicará y arreglarán las cosas. La violencia y el odio no resolverán nada.

—... si llego a descubrir que mi Kichi y ese maldito llegaron a algo más, créeme que no respondo de mí. Sé un secreto que nadie más sabe, y que se divulgue podría arruinar su reputación. Así que más le vale no hacerme enojar.

La de cabello largo, aunque curiosa, decidió no indagar más en el tema. Y con eso, cerraron la cuestión, dándole paso a la chica para hablar de sus próximos cosplays y el nuevo anime que estaba viendo, mientras Kaito fingía interés en el palabrerío. Lo único que él estaba buscando, era un aliado. Y si todo salía bien, ella lo sería.

Con su influencia en las redes, sencillamente podría destruir a Saihara.

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sepan disculpar la tardanza y que quizás el cap no sea de la mejor calidad, en resumidas cuentas estoy metide en líos legales con mi papá que me chuparon toda la energía y no me daban ganas de hacer nada en sí, menos creativo (tampoco tenía ideas). ahora estoy algo más relajade después de que mi abogada mandara los papeles al juzgado, pero igual tengo miedo de la posible audiencia, no quiero ver a mi papá después de todo lo que me hizo. también tengo miedo de los resultados, supuestamente la ley está a nuestro favor según una amiga de mi mamá que también es abogada, pero igual.

en fin, ojalá les guste el cap, y perdonen por hablarles de mi vida

Blood stained lies ˹Saiouma˼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora