( O1 ) ― bête...

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Joseph se arreglaba en el espejo del baño mientras Jotaro se ponía los zapatos sentado en una de las camas.


―Estoy listaaaa.― dijo Josephine entrando por la puerta. ―Vamonos, muero de hambre.―



―Jo, cariño, ¿qué haces aquí?



―Me prometiste que me llevarías a conocer a Avdol.― comenzó la chica ―Además no sabía que irían a un bufette, eso no me lo pierdo.―



―De acuerdo, vamonos, antes de que se haga más tarde.



Los tres salieron de la habitación y caminaron hasta el restaurante del hotel, el cual estaba casi lleno de gente. Entraron y vieron a Avdol que estaba esperándolos en una mesa.

—Sr. Joestar, Jotaro, ¿cómo han estado?— se levantó Avdol para recibirlos.

—Avdol, déjame presentarte a mi nieta, Josephine.— Joseph tomó a la chica por los hombros, acercándola a Avdol.

—Señorita Josephine, un placer.— él extendió la mano y ella la sacudió —He oído muchas cosas de usted.—

—Lo mismo.— sonrió ella.

Todos se sentaron a la mesa luego de las presentaciones.

—Creo, Sr. Joestar, que entonces debemos comenzar a analizar la propuesta.

—Wow, wow. Esperen un momento.— interrumpió la castaña —¿Cuándo vamos a cenar?—

—Josephine, ten más educación.— dijo Jotaro serio.

—No, Jotaro, ella tiene razón. Vamos todos a servirnos y entonces podremos hablar tranquilos.

Jotaro no podía creer como Josephine se estaba saliendo con la suya, por otra parte ella pensaba que era sentido común.

Jotaro se quedó en la mesa, aprovechando para estar solo un rato, y asegurandose de que nadie quisiera sentarse. Los otros tres fueron directo al bufette a buscar algo de cenar.

—Ahh, ¡hay tantas cosas deliciosas aquí!— Josephine llevaba un plato donde servía un poco de todo lo que podía encontrar.

A lo lejos vio una charola con pan de ajo, su favorito desde casi siempre, entonces se acercó para comer un poco, pero cuando llegó alguien había tomado las últimas rebanadas.

—¡Hey, yo lo vi primero!— la chica reclamó sujetándose del brazo de la persona que lo había tomado.

Volteó hacia arriba para verle y se encontró con un largo cabello plateado peinado hacia arriba, 'no es posible, es muy cliché' pensó ella.

—Lo siento, mademoiselle, pero yo las tomé primero. Ahora, si me disculpa...

Antes de que pudiera irse la chica comenzó a seguirle, reclamándole al mismo tiempo.

—Dame uno, solo uno, habían tres. No iba a tomar más de eso, por favoooor.

—Bien, bien.— comenzó él, tomando uno de las rebanadas de pan con la mano, la más pequeña —Si eso quieres...—

—Noo, esa no. La más grande.— dijo ella sin tomar el pan que él le ofrecía —Compensa porque tú tienes los otros dos.—

—¿Qué dices? Pero si yo los tomé primero.

El mayor puso la rebanada que tenía en la mano sobre el plato de Josephine.

—¿Si? Pues yo no lo quiero.— ella tomó el pan y se lo aventó.

Este golpeó el pecho del peli-plateado y cayó de regreso en su plato, manchándose un poco con salsa se tomate.

—Así que eso quieres, ¿huh?— él le aventó de regreso el pan, manchando un poco su mejilla derecha con salsa.

—No acabas de hacer eso...

—Hmm, creo que sí, sí lo hice.

La chica tomó un puño de espagueti de su plato y se lo lanzó también. Así comenzó, ambos se aventaban comida y los comensales que estaban cerca comenzaron a alejarse.

Poco tiempo más tarde estaban todos manchados de comida, que estaba en su ropa, cara o cabello, o en el suelo.

Él se había quedado sin comida y a ella le quedaba un poco de carne.

—Vas a ver.— le dijo, tomó la carne y se la aventó con todas sus fuerzas.

Justo entonces, él se agachó esquivando la comida. Justo atrás de él estaba Avdol parado, esperando para pasar. El trozo de carne lo golpeó directo en el hombro.

—¡Sr. Avdol, como lo siento!— tan rápido como pudo, Josephine tomó un pañuelo y se dirigió al mayor, intentando limpiar la pequeña marca que había dejado la carne —No era mi intención, lo prometo.—

—¡Josephine! ¿Qué haces?— se acercó Joseph tan pronto como pudo al ver de lejos todo lo que había pasado

—Está bien, señorita Josephine, Sr. Joestar, no pasa nada.— dijo él tomando la mano de la chica para que se detuviera, no parecía molesto, hasta se veía algo divertido.

Entonces Avdol comenzó a reírse, Josephine lo hizo de igual modo. Joseph estaba confundido al principio, pero tenía que admitir que había sido divertido. Terminó riendo también.

En cuanto al extraño, se había ido, no lo volvieron a ver en toda la noche.

Luego de la cena, Avdol y Joseph cerraron el trato, y todo salió de maravilla. La verdad, Josephine aún estaba algo preocupada de haberlo arruinado.

Los tres entonces regresaron a la habitación que compartían Jotaro y Joseph.


—No puedo creer que te salieras con la tuya dos veces en una noche.— bromeó Jotaro.


—Déjame en paz, fue un accidente, Jojo.— Josephine estaba parada junto a la puerta mientras los dos restantes se alistaban para dormir. —En todo caso, me alegro de que todo haya salido bien.—


—Todo menos tú.


—¿Saben qué? No tengo por que estar escuchando esto. Descansa, abuelo. Adiós, Jotaro.— la castaña se dirigió hacia la salida de la habtación. 


Al siguiente día Joseph y Jotaro tenían una cita de nuevo, pero esta vez Josephine no pudo convencerlos de que la dejaran acompañarlos, de modo que tenía que quedarse vagando por el hotel por lo menos durante la mañana. Tal vez debió hacerle caso a su tía Holly y quedarse en casa.

De cualquier modo, aprovechó la ocasión para levantarse muy tarde, o al menos más de lo que acostumbraba. Al sonar la alarma en su celular la apagó, eran las 10:30. Se levantó de la cama y se dirigió a la pequeña ventana con vista a la piscina.

La gente que se divertía y refrescaba con el clima a pesar de la hora se veía muy tentador. Josephine pensó entonces que no habría nada de malo con que se saltara el gym por ese día. Se puso su traje de baño tan rápido como pudo y se apresuró a bajar por el ascensor. Casi corría desde el lobby hasta la entrada.

De pronto, algo se topó con en su camino. Algo no, alguien. Al voltear ligeramente hacia arriba se dió cuenta de que era aquel extraño del restaurante.

𝗩𝗔𝗣𝗢𝗥. │ polnareff x ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora