( O8 ) - le diner pt. 1

101 16 2
                                    


En cuanto volvieron al hotel, Josephine se apresuró a la recepción. Pidió que llamaran a la habitación de Polnareff y esperó a que contestara. No pensaba que estuviera dormido, ya que aún era temprano, las 8:30 de la noche.


—¿Allô?— por fin se escuchó su voz a través del teléfono.


—Holaaa.


—¡Jo, eres tú!— su tono de voz cambió, ahora sonaba más emocionado. —¿Qué tal su paseo?—


—¡Increíble! Esta es una ciudad muy linda...

—Me alegra, chérie, y me alegra que llegaras a salvo de vuelta.


—Gracias, ¿tú qué estuviste haciendo?


—No estás en tu habitación, ¿cierto?


—Eh... no, ¿por qué?


—En cuanto estés allá lo sabrás.


Sin decir otra palabra, el francés colgó el teléfono. Ella lo hizo también y se dirigió apresuradamente hacia su habitación del hotel. Joseph y Jotaro se habían adelantado a la suya hace unos minutos.

Al llegar el elevador, Josephine fue a su habitación y entró. En la cama, un par de cajas y una nota la esperaban. Se acercó a investigarlas.


"Josephine, sé que nos queda
poco tiempo juntos y pensé
que te gustaría aprovecharlo.
Espero que te guste, nos
vemos a las 9:30 en el lobby."


Entonces, abrió la caja más grande. Sacó de ella un hermoso vestido negro ajustado, de tirantes delgados y falda que llegaba unos centímetros arriba de la rodilla. Tenía la espalda descubierta (a excepción de los tirantes, que se cruzaban por la parte de atrás) y unos pequeños destellos que lo hacían brillar. Ella lo recordaba perfectamente. Se quedó mirándolo por unos minutos una de las veces que salió con Jean Pierre, esperando comprarlo antes de irse, pero ¿cómo es que él lo había notado?

Abrió entonces la otra caja, que contenía unos zapatos negros. El tacón no era muy alto, eran ligeramente redondeados de la punta y combinaban perfectamente con el vestido que el francés le había regalado recién. Volteó a ver el reloj con una sonrisa en su rostro, las 8:45. Tenía casi una hora para arreglarse.

Tomó una ducha rápida y se vistió con el vestido y zapatos negros, igual que alaciando su largo cabello castaño. Terminó el look con un maquillaje natural y un hermoso labial color rojo mate. A las 9:20 ya estaba lista, justo a tiempo. Se dirigió al elevador que la llevaría directo al lobby.

La chica se sentía tan nerviosa, no sabía lo que Jean Pierre estaba planeando y, a decir verdad, le asustaba un poco descubrirlo.

Las puertas del elevador se abrieron, lo primero con lo que la chica se encontró fue con él. Estaba distraído, pero cuando escuchó el sonido de las puertas abriendose, volteó esperanzado de que esta vez fuera ella. Él también estaba bastante elegante, llevaba un pantalón negro y una camisa abotonada blanca, la cual había arremangado; por último, una corbata color rojo bien acomodada le daba un toque muy lindo. Al verlo, los ojos de Josephine se iluminaron.

 
—¡Chérie!— Jean Pierre también denotaba emoción. —Te ves preciosa.—
 
 
—Siempre...— dijo ella sonrojada, no sabía como responder a los cumplidos. —¿Por qué me hiciste vestirme elegante?—
 
 
—Te tengo una sorpresa.
 
 
Con estas palabras y sin esperar a que Josephine reaccionara, el francés la tomó de la mano y la llevó, a un paso acelerado, hasta afuera del hotel. Esta vez, al haber devuelto la camioneta, tenían que tomar un taxi.
 
 
—¿Estás bien? ¿No estás muy cansada?— le preguntó a la chica, una vez en el asiento trasero y tras haberle dado un papel con la dirección al taxista —Si quieres, podemos volver al hotel para que descanses.—
 
 
—Cariño, estoy bien.— ella acarició su mejilla con la mano —Sí estoy un poco cansada, pero me encanta salir contigo.—
 
 
Polnareff le dedicó a la castaña una sonrisa, la cual fue correspondida agregando un pequeño beso. Ambos voltearon hacia su respectiva ventana, y miraban el camino en silencio.

Pronto habían llegado, el taxi se estacionó frente a un lugar muy elegante, con puertas de vidrio que dejaban ver la recepción de un restaurante. Los pisos de madera de caoba estaban adornados con una alfombra que conducía el camino desde la entrada hasta las mesas. La luz tenue de un candelabro de cristal que colgaba del techo le daba al lugar una atmósfera acogedora.

Josephine no decía nada, y analizaba todo a su alrededor. Las personas que estaban ahí vestían muy elegantes, algunos sentados y otros parados, solos, en pareja o en grupos, esperaban a pasar y disfrutar la cena.

Pero el mayor no se detuvo a esperar, si no que fue directo al mostrador donde esperaba una chica joven que usaba una camisa blanca con una corbata y un pantalón.
 
 
—Buenas noches, bienvenidos.— dijo con una sonrisa —¿Tienen una reservación?—
 
 
—Así es.
 
 
—¿A qué nombre?
 
 
—Jean Pierre Polnareff.
 
 
La chica reía por lo bajo, todo esto era demasiado para ella. No es que nunca hubiera estado en este tipo de restaurantes ni mucho menos, después de todo su abuelo era Joseph Joestar. Sin embargo, toda la elegancia le parecía una exageración, eso sí, también era un muy lindo detalle de parte de Jean Pierre.
 
 
—Síganme, por favor.
 
 
Con estas palabras, la pareja caminaba detrás de la joven, quien los guió hasta una de las mesas privadas. Ambos se sentaron, el ruido no los molestaba. Sobre la mesa un par de velas y un pequeño jarrón con una sola rosa hacían perfecto juego con las decoraciones.
 
 
—¿A qué se debe todo esto?— preguntó ella curiosa
 
 
—Nada especial.— dijo él mientras servía un poco de vino en ambas copas. —Quiero aprovechar el tiempo que pase contigo.—
 
 
El de pelo plateado levantó su copa en dirección a Josephine, quien la golpeó ligeramente con la suya, haciendo el clásico sonido de "cling". Ambos dieron un sorbo del vino al mismo tiempo.
 
 
—No te creo.— continuó la conversación —Siento que tienes algo que decirme, lo veo en tus ojos.—
 
 
—Deja la paranoia, ¿qué no puedo disfrutar de un momento con mi novia?
 
 
—¿Tu novia?
 
 
—Sí, mi novia.— el francés tomo las manos de Josephine, las acariciaba con el pulgar —Si dices que sí.—

𝗩𝗔𝗣𝗢𝗥. │ polnareff x ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora