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Natasha.
Intenté no soltar un grito de espanto. No podía ser otra vez él. ¿Y ahora que quería? ¿Por qué había venido al restaurante otra vez? ¿Acaso ya era cliente frecuente antes de que yo entrara a trabajar? No lo sabía, es más, yo ni siquiera llevaba una semana trabajando aquí, ¿Cómo podría saberlo?
Ahora si que estaba segura de algo: Yo no volvería a atender a ese chico. De alguna manera me aterraba volver a hablar con él, o más bien me ponía nerviosa. ¿Por qué? No lo sabía. Por una vez iba a tragarme mi orgullo y dejar que Alex lo atendiera. Que él se ocupara de los problemas. Aunque una parte de mi quería volver a hablar con él. Tal vez por que tenía algunas preguntas que hacerle, tenía demasiada curiosidad. Como por ejemplo: Por que me había dejado un recado en una hoja y más dinero de lo especificado. Pero no podía, no podía atenderlo yo, por supuesto que no lo haría y ya estaba decidida.
Vi que Alex se acercaba, y lo tomé de la camiseta antes de que pudiera irse hacia otra parte.
– Hey, Alex. –Le dije con una sonrisa en el rostro. Él me miró raro, como si yo estuviera loca o algo así, pero no me importó y seguí hablando – Qué tal si atiendes a ese tipo de ahí, acaba de entrar y yo ya estoy demasiado agotada como para ir.
Alex me miró expectante y levantó una ceja.
– Pensé que ya lo habías atendido tú.
¿Por qué ahora que le daba la oportunidad de hacer lo que él quería me cuestionaba? ¿Qué no era demasiado fácil aceptar lo que le ofrecía sin preguntar y ya? Intenté no desesperarme, volví la cabeza hacia el chico y vi que me estaba observando. Cuando se percató que yo lo miraba, una sonrisa arrogante se formó en su rostro. Por supuesto que no me acercaría a él, dejaría que Alex se encargara.
– Pues la verdad es que no.
Alex me miró sin entender, pero no le hice caso y me di la vuelta.
– Bueno, si no te encargas tú, lo hará Sarah o cualquier otra persona –Dije y eso fue lo último que lo hizo actuar. Escuché como sus pasos se alejaban poco a poco de mí y cuando me giré para ver lo que había decidido, sentí un alivio enorme.
Alex se encontraba en la mesa del tipo. Me centré aun más en él chico, ahora su sonrisa se había esfumado y tenía el rostro completamente inexpresivo. Al igual que en la noche anterior, estaba sentado en la misma postura, con las piernas tan largas extendidas por el otro lado de la mesa, sus movimientos eran seguros y practicados y su mirada era penetrante y astuta. Observé que estaban hablando y quise saber de que. Entonces el chico dirigió su mirada hacia mí y no pude evitar sonrojarme de la vergüenza. Me había descubierto observándolo. Me giré justo cuando la mujer de la mesa nueve me llamó para recoger su mesa y pedir la cuenta. Mientras lo hacía, sentía un picor en la espalda, como el peso de una mirada, pero lo ignoré y seguí con mi trabajo. Me di la vuelta, con platos en mano, justo para comenzar a caminar hacia la cocina, cuando Alex se interpuso en mi camino. Su rostro se veía disgustado y tenía el ceño fruncido.
– ¿Y ahora que Alex?, si no te importa, estoy cargada de platos y estás obstruyendo mi paso hacia la cocina.
El pareció ignorar lo que le dije y comenzó a hablar.
– ¿A que es lo que estás jugando? ¿Me crees imbécil?
Su pregunta me tomó por sorpresa. En serio que se le veía muy disgustado.
– No se de lo que me estás hablando.
– ¿No lo sabes? ¿He? Bueno, primero, me mandas con ese tipo, de un carácter de los mil demonios, y me dices que lo atienda, pero después él te menciona a ti y dice que vas a atenderlo ¿Acaso has hecho esto a propósito? ¿Quieres burlarte de mí?
No entendía nada, y no sabía como arreglar aquello.
– No, yo no he hecho nada, ni siquiera conozco a ese chico.
Alex volvió a ignorarme y me apuntó con el dedo anular.
– Solo espero que tengas mucho cuidado Natasha. No te metas conmigo.
Y dicho esto se marchó hacia la parte principal y yo me quedé ahí, parada y confusa. Logré volver a la realidad y seguí con mi camino a la cocina. Alex tenía una personalidad demasiado sombría y pesada. ¿Por qué había pensado aquello? ¿Y como que aquel chico le había dicho que yo lo atendería? Todo aquello me resultaba demasiado extraño y frustrante. Dejé las cosas en la cocina y fui a dejar la cuenta de la señora de la mesa nueve en el mostrador. Entonces me dije que solo era un chico más. No importaba lo que me hiciera sentir o no, este era mi trabajo y tenía que hacerlo sintiera lo que sintiera. Regresé a la parte trasera y vi al chico sentado en la mesa. Estaba hablando por celular y la mirada seria seguía en su rostro. Me acerqué a su mesa, mientras sentía como las gotitas de sudor resbalaban por mi espalda y cuello y la camiseta comenzaba a picarme, hice todos mis esfuerzos por no rascarme en ese momento. Cuando estuve aun más cerca de su mesa, él levantó la mirada, dijo algo que no alcancé a oír, se despegó el celular del oído y lo guardó en su bolsillo. Me planté frente a su mesa y sonreí.
– Vaya, no sabía que eras cliente frecuente de este lugar –Fue lo primero que mencioné al llegar a la mesa, quería parecer lo más relajada posible, pero el corazón retumbando contra mi pecho no ayudaba mucho. Demonios, tenía que controlarme ahora, no sabía realmente el motivo de mi nerviosismo,
El chico me miró directamente a los ojos y el mismo brillo de la noche anterior volvió a cruzar por ellos. Un escalofrió me puso los bellos de los brazos de punta, pero lo ignoré y me quedé en mi lugar. Una sonrisa de lado se formó en sus labios.
– Hasta que se ha dignado a atenderme, señorita. –Dijo y parecí ver un brillo de diversión en sus ojos.
Este era el momento adecuado para sacar mi conclusión sobre por que había rechazado ser atendido por Alex.
– Pues, creí ver que mi compañero lo había atendido… –Tragué saliva y proseguí –Pero ahora veo que no es así.
Levanté ambas cejas, expectante. La media sonrisa de pillo volvió a formarse en su rostro.
– ¿Acaso me estás espiando? –Preguntó, sorprendiéndome. Por supuesto que se había percatado de que lo había estado observando en todo momento.
– ¿Y tú acosándome? –La pregunta salió de mi boca antes de que pudiera siquiera detenerla.
Su mirada cambió. De pronto su sonrisa desapareció y se puso algo rígido en la silla.
– ¿Por qué crees que estoy haciendo eso? –Preguntó, sus penetrantes ojos verdes parecían absorberme, no pude evitar apartar la mirada.
– No losé, podrías preguntárselo al chico que está haya –dije algo insegura, señalando a Alex con un movimiento de cabeza. Por más que lo intentara y me dijera que sólo estaba siendo paranoica, este tipo no me daba nada de confianza. Ahora que lo veía mejor, tenía una mirada y un gesto de tipo malo, su rostro reflejaba que no te metieras con él o habría problemas.
– ¿Qué tiene él?
– Me ha dicho que tú has dicho que yo te atendería y…
– Así es. –Me interrumpió.
Me quedé a media palabra, su mirada era retorica.
– ¿Por qué? –Fue lo único que pudo salir de mi boca.
– Por algunos motivos. –dijo y frunció el ceño.
Odiaba que sus respuestas fueran tan cortas. Realmente no decían mucho y yo quería saber más, mucho más.
– ¿Nos conocemos? –Pregunté – ¿Te he visto antes?
No respondió al instante, pero una sonrisa se dibujó en su rostro.
– No, no me conoces.
– Eso no fue lo que pregunté.
Estaba agotando mi paciencia.
– ¿Qué preguntaste entonces? –Su mirada astuta había vuelto. Sus labios estaban apretados en una fina línea recta y sus ojos eran dos rendijas oscuras, más oscuras de lo habitual.
Se me hizo un poco difícil formar las palabras, y escupirlas al aire lo fue aun más.
– Yo no te conozco, no recuerdo haberte visto en ninguna parte fuera de este lugar, pero parece que contigo es todo lo contrario. –Realmente no sabía por que estaba diciendo aquello, pero ahora no podía parar.
– ¿Qué quieres decir? –Se inclinó hacia delante en su silla.
Suspiré.
– Tú me conoces.
Soltó una risotada.
– ¿Qué te hace pensar eso?
– No losé, primero llegas y me haces preguntas extrañas, dejas una nota y dinero de más junto a ella, después vuelves y preguntas por mí ¿No crees que es algo sospechoso?
Se tocó la barbilla, un gesto que probablemente ya era muy habitual en él, ya que lo había hecho antes.
– En realidad no.
– ¿No? –Pregunté, su indiferencia y cinismo me mareaban. La ira comenzaba a subir por mi cuerpo.
– No.
– ¿Por qué no aceptaste ser atendido por Alex? –Pregunté sin más.
Su gesto se contrajo.
– No me agrada.
– Esa no es una respuesta racional.
Una sonrisa de lado se formó en su rostro, se revolvió el cabello con una mano y se incorporó un poco, inclinándose sobre la mesa recargándose con las manos.
– De acuerdo, lo hice por que quería volver a verte.
Retrocedí unos pasos, su cara había estado tan cerca de la mía. Sentí mi corazón retumbar contra mi pecho.
– ¿Por qué querrías volver a verme?
Me encontraba muy agitada, el chico me ponía de los nervios. Él me miró y tal vez notó mi acelere, por que volvió a tomar asiento.
– Hay algo en ti que llama mi atención.
Recorrió el lugar con la mirada.
Mi respiración se entrecortó.
– Eso es todo ¿Ordenarás algo realmente? –Pregunté, sólo quería terminar con esta noche de trabajo e irme a mi departamento. El chico volvió a sonreír.
– ¿Qué harás ésta noche Natasha? –Y ahí estaba de nuevo con sus preguntas inapropiadas, soltándomelas en el momento inadecuado.
No supe cómo responder.
– Iré a casa, tengo muchos deberes que hacer.
Eso pareció llamar aun más su atención.
– ¿Deberes en viernes? –preguntó con incredulidad.
– Sí, es mucho más agradable estar sola en mi departamento de vez en cuando, no soy la clase de chica que le gusta ir a bares los fines de semana.
– ¿Departamento? ¿Vives sola en un departamento? –Sus ojos volvieron a centellar y sentí algo golpear en mi interior, y no era nada bueno. Sentí un presentimiento desagradable, como en esas películas en las que el principal presiente que pasará algo y después realmente pasa. Bueno, así era cómo sentía en aquel momento. Y la ansiedad regresó a mi interior.
Ya estaba, tenía que callarme o me arrepentiría de lo que saliera de mi boca después. Simplemente no entendía a este tipo, no podía pasarse todo el tiempo haciéndome preguntas. Me paré firme y cuando estaba a punto de responder, las puertas del restaurante se abrieron y dejaron ver a dos hombres. Entraron y se sentaron en las mesas de la parte principal del lugar. Ahora que lo veía, ya casi no quedaban personas en el restaurante, sólo estaban los hombres recién llegados, un hombre de mayor edad, una pareja joven que estaba unas cuantas mesas detrás de mí y el chico que tenía delante. Los tipos nuevos no me dieron demasiada confianza, su aspecto no era el más apropiado realmente para el de un hombre normal. Uno era alto y flacucho, con el cabello negro despeinado y algo grasoso, una mirada filosa que atemorizaba hasta de lejos, con unas botas de motociclista negras y una camiseta vieja de un grupo de Beisbol que no era muy famoso. El segundo era robusto y de estatura normal, tenía la cabeza rapada y un tatuaje de una serpiente cascabel asomaba por todo su brazo derecho y al igual que el anterior, su vestimenta era al igual inapropiada. Ambos parecían tener alrededor de veintiséis y veintiocho años y su aspecto era intimidante. Volví a sentir esa punzada en el pecho que no indicaba nada bueno. Tal vez sólo eran mis nervios, aquellos que no me dejaban hacer nada por el simple hecho de sospechar de la primera cosa o persona que se atravesara por mis ojos.
Volví a centrarme en el chico delante de mí y noté que estaba demasiado rígido en su asiento. Tenía la mirada puesta en los hombres y su ceño estaba tan fruncido que sus cejas se habían unido solo en una línea. Después de un momento se dio cuenta de que yo lo miraba y carraspeó para comenzar a hablar.
– Llevaré un Bangkok. –Dijo y volvió a posar la mirada en los hombres. ¿Por qué los miraba tanto? ¿Acaso los conocía? No sabía por que pero tenía demasiada curiosidad.
– ¿Conoces a esos hombres? –Pregunté. Por fin volvió la vista hacia mí.
– Creo que no es de tu incumbencia. –Respondió tan secamente que me hizo retroceder. Realmente no reconocía al tipo de ahora con el de hace unos minutos.
No sabía que hacer, me debatía entre ir por lo que me había encargado o seguir insistiendo. Esto no andaba bien.
– Traeré su pedido en un momento.
Estaba decidida, prefería quedarme fuera de juego, fuera de él, lo más alejada posible que pudiera. Me giré y estaba lista para echar a andar y alejarme de su mesa, tan rápido como me lo pudieran permitir mis piernas. Pero una mano cayó sobre mi codo, reteniéndome. Y si, era el chico, que me miraba de una manera muy diferente a las demás. Me quedé así, esperando a ver si me daba las gracias u otra clase de agradecimiento por mi atención, pero no lo hizo, y en su lugar se dedicó a asentir y decir:
– No tardes mucho.
Después de eso me soltó y volvió a su posición normal en la mesa.
No entendía nada de lo que pasaba. Cuando pasé junto a la parte principal vi que una de mis compañeras de trabajo [y la cuál había olvidado su nombre] estaba atendiendo a los hombres. Ellos seguían ahí, con su mirada impenetrable y asechadora, devorando todo a su alrededor. Tuve que admitir en ese momento que esa chica tenía agallas, yo, en mis cinco sentido, jamás habría atendido a aquellos hombres.
Cuando llegué a la cocina y encargué la bebida, ya estaba de los nervios, sólo quería salir del restaurante y encontrarme con Jane. Pero para mi desgracia, Jane no estaría en el departamento, estaría en la fiesta al igual que todo el mundo. Y yo estaría sola, sola en el departamento. No pude soportar aquello, no quería estar sola. ¿Qué haría si pasaba algo?
Mientras esperaba tamborileaba con los dedos en la barra. Tenía un presentimiento, algo punzante en mi pecho, como una daga afilada cortándome interiormente y en ese momento me decidí por algo. Llamaría a Jane, fuera la forma que fuera, ya que no tenía celular, y le diría que cambiaba de opinión e iría con ella al club, y realmente deseaba con todo mí ser que todavía siguiera en el departamento en este momento para que no fuera demasiado tarde y pudiera venir por mí.
Me entregaron la bebida sobre un gran plato plateado y me dirigí a la parte trasera nuevamente. Sólo faltaban veinte minutos para que terminara mi turno.
Pero cuando llegué a mi destino y dirigí la mirada hacia la mesa seis, no supe realmente lo que sentí. Tal vez desconcierto, o sorpresa, o furia o miedo.
El chico ya no se encontraba ahí.
Me quedé parada, suspendida en un mismo lugar, estupefacta. ¿Por qué había hecho aquello? Era totalmente irracional y desconcertante. No tenía realmente nada de sentido.
Lo busqué con la mirada pero igual que en la noche anterior, su figura no se veía por ninguna parte. Me acerqué a la mesa y dejé la bebida sobre ella. Vi un papelito doblado por la mitrad y el corazón comenzó a retumbar tan fuerte contra mi pecho. El chico había dejado una nota al igual que en la noche anterior. La desdoblé y me fue imposible no sentir curiosidad.
Sólo había cuatro palabras escritas sobre el papel que realmente no tenía ningún sentido:
“Realmente nunca estás sola”
Y justo como tenía que ser, varios billetes se posaban sobre la mesa. Sólo que ahora eran veinte dólares.
No sabía como sentirme realmente. El chico se había ido sin decir nada en concreto, algo que tuviera un poco de racionalidad. Todo en esta noche era extraño. No entendía exactamente la frase que había escrito “Realmente nunca estás sola” ¿A que se refería con eso? ¿Quería asustarme? Por que si ese era su plan ya lo había logrado. Arrugué el papel hasta hacerlo bola y lo metí en la bolsa trasera de mi pantalón. Esto no podía quedarse así. Volví a tomar la bebida y el dinero. Pero ¿Por qué había pagado si no había consumido su producto? Me dirigí a la cocina y dejé la bebida. Vi que la chica que había atendido a los hombres se encontraba en el mostrador, anotando algo sobre unas hojas, probablemente las cuentas de todo su turno. Me acerqué al mostrador y me posé justamente al frente suyo, ella volteó hacia mí y sonrío.
– Hola, Natasha. –Dijo y me sorprendí al ver que se sabía mi nombre, realmente no me esperaba aquello.
–Hey,... -Dije y dirigí mi mirada hacia el gafete que tenía sobre la blusa de trabajo –Amanda… –Sí, así era como se llamaba – ¿No has visto a Sarah?
Ella asintió con la cabeza y dejó los papeles a un lado.
– Sí, ya se ha marchado, al parecer tenía un compromiso y Jamie cortó su turno.
Sarah ya no se encontraba, y se me hizo algo extraño no ver a Alex por aquí, pero la verdad no me importaba mucho. Me decidí por preguntarle a Amanda si había visto al chico salir del restaurante. Carraspee y comencé a juguetear con unas tarjetas que había sobre el mostrador, pasándolas de una mano a otra.
– Bueno, quería preguntarte si no viste a un tipo demasiado alto salir por estas puertas –Dije señalando la entrada, pero como su rostro mostró incomprensión proseguí –No podría confundirse, medía como uno ochenta y cinco.
Realmente no sabía como describir al chico ¿Qué más podía decir? ¿Que irradiaba misterio y peligro? así que ese fue mi mejor intento de describir al chico. Amanda me miró sin entender.
– ¿Un chico? No, en estos últimos minutos las únicas personas que han salido fueron el hombre que siempre viene a beber café todas las noches… el señor Wainwright y unos hombres extraños que solo vinieron a beber algo sin decir ni pío y se fueron. ¿Por qué?
¿Los hombres ya se habían marchado? ¿Existía la posibilidad de que el chico también se hubiera marchado con ellos? No sabía si decirle a Amanda lo que había pasado, ya que no hablaba demasiado con ella y me sentía un tanto extraña. Después de un momento suspiré y comencé a hablar.
– No es realmente muy serio, sólo que atendí a un tipo que ordenó algo y se marchó sin esperarse a que se lo sirviera –Dije, había decidido no contarle nada a Amanda, no me sentía muy cómoda hablando con ella.
Ella me miró extrañada, después tomó los papeles que tenía ordenados a un lado de ella y los guardó en un cajón del mostrador.
– Tal vez le salió un compromiso, aunque es muy extraño que pase eso de ordenar algo y después desaparecer.
– No sólo fue eso, pagó por lo que había ordenado. –Solté y comencé a tamborilear con las uñas en el mostrador.
– ¿Cómo? Ósea que ordenó algo, fuiste por ello y cuando regresaste ya no estaba, ¿pero había dejado el dinero? –Preguntó alzando ambas cejas.
Asentí. No iba a decirle sobre el mensaje, no sabía como iba a tomárselo. Pero lo que se me hacía mas extraño es que Amanda no lo hubiera visto salir del restaurante, si ella había estado atendiendo todo el tiempo en la parte delantera.
– Sí, ¿En serio no lo viste salir?
Ella volvió a negar con la cabeza. Suspiré.
– La verdad es que no, al menos que se hubiera marchado cuando yo estaba anotando las cuentas de los hombres.
Saber aquello no me hacía sentir mejor. Rendida, hice un gesto afirmativo con la cabeza y respondí:
– Sí, tal vez eso fue lo que pasó, dejaré lo que pagó en la cuenta de la caja registradora.
Amanda me sonrío y volvió a lo que estaba haciendo, pero en realidad ya no me interesaba. Todo lo que quería hacer era salir de allí, llegar al departamento y encontrarme con Jane.
Pero no podía hacer eso, Jane probablemente ya no se encontraba.
Revisé la hora en el reloj que llevaba en la muñeca, faltaba diez minutos para las diez de la noche. Tenía que hacerlo, tenía que llamar a Jane. Volví la vista hacia Amanda y me acerqué a ella.
– Amanda, ¿Tienes móvil? –Pregunté, aunque sabía cuál era la respuesta ¿Quién no cargaba el celular actualmente? Pero por supuesto que mi ausencia de móvil era justificada, ya que lo tenía un inspector policiaco.
Ella volvió a poner su atención en mí y rió por mi pregunta.
– Por supuesto, ¿Por qué la pregunta?
Sonreí tímidamente.
– Podrías prestármelo, no cargo el mío.
La verdad es que no era muy agradable tener que pedir un teléfono celular a una persona que no conocías realmente bien, pero la desesperación me había empujado a aquello.
– ¿Harás una llamada? –Preguntó y yo asentí.
Amanda tomó su bolso, sacó su celular, y me lo tendió.
– Espero que no tardes mucho, mi turno acaba de concluir y tengo que llegar a casa.
– Sólo llamaré a una amiga, no tardaré –Dije, entonces Amanda se volteó y comenzó a meter sus cosas en la bolsa que cargaba.
Miré el aparato que tenía sobre las manos y suspiré, era ahora o nunca.
Marqué los dígitos que ya me sabía de memoria del celular de Jane y mi respiración parecía cortarse cada vez que el celular timbraba. Jane respondió al cuarto timbre. Solté el aire.
– ¿Natasha? –Fue lo primero que preguntó al responder. – ¿Por qué has llamado?
Sentí como las esperanzas subían en mi interior.
– Jane, ¿Ya te has marchado a la fiesta?
Un momento de silencio.
– Voy por la carretera principal, llevo diez minutos conduciendo. ¿Estás bien? Te oyes agitada.
Mis esperanzas cayeron. Tal vez Jane ya no regresaría por mí.
– No, quería decirte que he cambiado de opinión, quiero ir a la fiesta -Respondí algo tímida, al menos tenía que intentarlo.
Otro breve silencio. Después un grito de emoción, lo cuál me desconcertó.
– ¿Hablas en serio? ¡Estaría estupendo! Ahora me regreso, ¿Sigues en el trabajo?
La emoción creció en mi interior, el dolor de la daga cortándome disminuyó, hasta casi desaparecer.
– Sí, está a punto de terminar mi turno, ¿Pasarás por mí?
Sentí su sonrisa.
– Por supuesto. ¿Y puedo saber por que has cambiado de opinión tan drásticamente?
Cuándo preguntó eso sólo sentí demasiado cansancio, quería terminar con esto de una buena vez.
– Simples motivos. -Dije y caí en la cuenta de que había dicho las mismas palabras que él chico me había dicho a mí hace unos momentos. Me sonrojé al recordarlo.
Soltó una carcajada.
– ¿Desde cuando te convertiste en la señorita misterio, eh?
– Desde hace un largo rato.
Volví la vista y vi que Amanda ya había ordenado todo, tenía que regresarle el celular.
– Tengo que colgar, te esperaré en el estacionamiento.
– Claro. –Dijo y colgué.
Volví a observar el celular y sonreí sin ganas. Esta sería una noche demasiado larga.
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Ahí termina el cap, voten y comenten si les gustó, intentaré subirles mas seguido. Opinen sobre el cap, comenten que les pareció, por favor, necesito opiniones, muchas gracias por darle una oportunidad a mi historia.
[Y QUE LES PARECE LA NUEVA PORTADA] ¿ESTÁ BIEN?:) JAJA
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Obsesión Irresistible.
Acción"La observé con mas detenimiento. Su forma de andar segura y despreocupada, su melena rubia cayéndole por los hombros tan larga y sedosa, unos ojos celestes y deslumbrantes, una sonrisa blanca y perfecta enmarcando sus delicados y hermosos rasgos. S...