El verdadero Loki.

Capítulo 9.

Anne no pudo evitar saltar hacia los brazos de Loki para que él la abrazara mientras que él tampoco dudó en levantarla del suelo. Todo era tal y como había leído en los libros de Anne, ella había vuelto a la normalidad gracias a su amor.

–¡Soy yo Loki! ¡Soy yo!

Exclamaba con una emoción que lograba quebrarle la voz.

La voz de Anne, al igual que su mirada estaba llena de esperanza, de una esperanza del pasado y de que todo volvería a la normalidad tal y como lo había hecho su imagen. La esperanza en su voz no dejaba ver de todos modos, que Anne pensaba que Loki le pidiese que lo acompañara al mundo que fuera, lo acompañaría incluso al mundo de donde él provenía, o ella le pediría que se quedaran en la Tierra, aunque en realidad no importaba, lo único que Anne quería desde la primera vez que lo había visto de pie frente a su perta llamándola mortal, era estar con él sin importarle el ahora.

Loki se percató de aquella esperanza que crecía en los ojos de Anne con una velocidad y luz que hacían se le estrujara el corazón, ya había tomado su decisión y no pensaba echarse atrás, aunque aquello significaría que todo su amor, compasión y sensibilidad se irían con ella, pero desde un principio todo aquello había sido lo que tanto había querido perder, sentimientos.

Tomó a Anne de la mano y juntos bajaron por el ascensor sin decir una sola palabra, pero sintiendo el contacto del uno y el otro.

Caminaron un poco mientras la mente de Anne aún estaba hecha un desastre, un completo revoltijo de preguntas que no atinaba a responder, mientras que la mente de Loki era más clara que el agua y repasaba dentro de sí mismo, cada recuerdo que había vivido con ella, el sentir la piel de Anne debajo de sus dedos, su respiración contra su rostro, todo lo recordaba con un detalle doloroso. Se detuvieron de pronto, dejaron de caminar, quedaron de pie frente a la calle oscura y fría, y como si el cielo quisiera volver más dramática aquella escena de despedida, una tormentosa lluvia comenzó a caer sobre ellos. Se miraron a los ojos a través de las gotas, la intensidad en los ojos esmeralda de Loki hicieron que a Anne le temblaran las piernas, un montón de mariposas volaban en su estómago subiendo hasta su pecho y amenazando con salir por su boca.

Loki levantó la mano y llevó su dedo pulgar hasta los labios de Anne, acariciándolos y sintiendo su suavidad y el calor que emanaba de ellos. Quería hablar y despedirse en aquél momento, usar el conjuro indicado y borrarle la memoria, ahí mismo, haciéndola olvidar todo lo que había pasado con él y por él, pero su interior, los recuerdos que cantaban dentro de su cabeza con una intensidad más grande que la lluvia entre ellos, no se lo permitía. La tomó de las mejillas y le miro los labios.

–Cierra los ojos.

Habló él.

Anne cerró los ojos con una fe ciega, como la que siempre le había profesado a Loki.

En cuanto abrió los ojos estaban dentro de la ilusión de Loki, aquella del paisaje lleno de estrellas. Anne no pudo evitar llorar un poco.

–Todo es como aquella vez, me has traído de nuevo.

Murmuró Anne y de nuevo podía escucharse como su voz se quebrantaba.

Una pequeña sonrisa creció en los labios de Loki, no una tan grande como para simular una felicidad verdadera, pero si tan grande como para hacer que Anne sonriera también.

Con un movimiento de mano el abrigo verde preferido de Anne apareció sobre sus hombros.

–Tu favorito.

Exclamo Anne, Loki nunca se lo había dicho pero Anne no había tardado en notarlo y Loki se dio cuenta de que nadie en todos los mundos lo conocía como lo conocía Anne, y aquello lo asusto de nuevo. ¿De cuantas amenazas sería objeto por el simple hecho de conocerlo?
Se acercó hasta ella con decisión, acunó su rostro entre sus manos con cierta brusquedad, abrió la boca para conjurar las palabras pero antes de que un respiro escapara de su boca, Anne le robó el aliento con un beso, lo tomó del cuello y disfruto de la sensación de los labios de Loki y de poder reclamarlo como suyo.