Capítulo 1.

21.3K 1.7K 230
                                    

Años habían pasado desde que Loki había asumido el trono en forma del Padre de todo, nadie imaginaba ni un poco que aquél hombre que adoraban por ser su rey había sido en algún momento uno de los más despreciados por la población asgardiana. 

Había reconstruído todo lo que había podido y había logrado crear un reino estable como el que era antes. 

A penas había amanecido, Loki podía escuchar el sonido de las aves cantando para el amanecer, el aroma de la mañana y la luz de un nuevo día se filtraba por la enorme ventana de su cámara, miro a su alrededor encontrándose con la misma rutina de todos los días, las mujeres que le servían, los sirvientes a su disposición, entre otras cosas. 

Todos los días, amanecía, se levantaba, evitaba mirarse en algún espejo, usaba su armadura, daba una caminata por los lugares más cercanos a sus aposentos, volvía para sentarse en el trono y de vez en cuando su magia le ayudaba a saber cuando un súbdito decía la verdad o intentaba engañarlo. Pero todas las noches al volver a su cámara, sentía el poder de la soledad caer sobre sus hombros, una poderosa soledad que lo hacía sentirse en una obscuridad propia. 

Miraba su cama, pero siempre la encontraba vacía, aunque siempre, entre cada parpadeo y anhelo, con la esperanza de encontrar al amor de su vida descansando sobre aquella cama. 

Todos los días con la tristeza del primero, Loki extrañaba a Anne, aquél calor que le producía verla sonreír, el amor que le profesaba, la confianza que había tenido en él para estar dispuesta a dejarlo todo y huir con él, aquello era lo a Loki más le dolía, el no saber que hubiese sido de ellos dos si un simple mortal no se hubiese interpuesto en su camino. 

Había usado toda su magia para poder dormir sin soñar, los sueños eran insoportables ya que al abrir los ojos se encontraba en la misma soledad de nuevo. 

Con los años había mejorado su magia, había hecho todo lo posible para que así fuese, practicaba cuando la soledad se volvía insoportable, leía libros de magia escritos por la misma Frigga. practicaba todas las noches, había algunas veces en las que ni siquiera era capaz de dormir, su ansiedad por aprender y mejorar se había vuelto más grande que el deseo de descansar. Y el querer reunir toda la magia que le fuese posible no era un simple acto de vanidad. 

Esperaba con esto poder viajar a la tierra de los muertos, u olvidados, como les llamaban muchos, y traer de vuelta a su Anne. 

Aquél lugar, según había leído, era uno de los lugar más obscuros y temibles en los nueve mundos y más allá. 

En aquella tierra había todo tipo de criatura, no solamente dioses ó humanos, criaturas de los nueve mundos ocupaban aquellas tierras. Traer a cualquier criatura de un lugar como aquél era practicamente imposible, ya que uno de los grandes desafíos era encontrar al ser que se deseaba ser salvado entre toda aquella obscuridad, aunque la obscuridad no siempre era sinónimo de dolor o sufrimiento, sino descanso y el poder de verse ocultos, aunque la visión de alguien con vida era totalmente distinta a la visión de alguno de los que habitaba ahí. Pero Loki no tenía miedo de lo que  pudiese encontrar, había visto toda clase de cosas, y sobre todo temía más el hecho de no volver a ver a Anne, eso era lo que le asustaba más.

Aquella noche sería la noche en la que iría por ella.

Loki cerró los ojos, murmuró unas cuantas palabras en una lengua antigua, aún con los ojos cerrados sintió el vértigo de un de un lugar que da vueltas, las manos comenzarón a sudarle, el corazón a palpitarle con fuerza, sabía que en cuanto tuviese a Anne cerca podría sentirla y llevarla a casa.

Abrió los ojos y se encontró a sí mismo en medio de la nada. Todo a su alrededor era completamente obscuro, tal y como había leído, no podía ver más allá de su propia nariz, hizo un movimiento con las manos y una luz esmeralda comenzó a brillar en ellas. De la nada comenzó a hacer un frío insoportable, inlcluso para Loki.

El verdadero Loki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora