El rostro del anciano se nota arrugado, sus túnicas ya no son blancas sino oscuras. En sus ojos se revuelca el odio, aprieta sus manos en su bastón que cambia de forma, siendo el rey de las bestias que fueron lanzadas al abismo, les grita desde el alto de una roca:
— ¡Bestias oscuras, llegó el momento de que muevan sus traseros y empiecen a trabajar!, miren a su alrededor: este castillo sigue en tinieblas, quiero que comiecen a levantar toda roca, hagan lo suyo, quemen todo cuerpo, y si ven algo que se mueva maténlo, que quede mucho mejor de lo que era antes. Cada parte tiene que ser fortalecida, quiero verla tan grande: muchas habitaciones, muros alzados. No se olviden de los lugares de ataque, ni en las fortalezas por el cielo, que en la gran puerta se figure un dragón, así Zomar será temida y ningún reino la vencerá de nuevo. Adelante hijos míos comiencen. Los gigantes a los muros y los orcos al castillo.
Entonces cada bestia empieza a doblar su lomo y a levantar sus manos, sacando toda piedra mala que no encaja, arrojándola lejos junto a montones de cadáveres que se queman.
Jhosu, el orco más grande y más sabio, se acerca al mago.
—Señor, ¿cómo haremos para la madera? hay muchas puertas que colocar y ¿la puerta del dragón?
—Lleváis a pocos a aquel bosque. Traerme solo árboles de pino y cedro, no quiero otro material que no sea de eso, que sean cientos. La puerta del dragón no debe ser de madera, sino de algo más fuerte que el hierro, yo me encargo de eso. Tú, Jhosu, te encargarás de observarlos, que trabajen lo necesario, hazlos que se cansen, también que descansen. Usa la fuerza en ellos, que ninguno esté de vago. Reúne tropas y vayan al bosque, allí hallareis muchos árboles; usen el hacha para derribarlos. Coman carne de animal, les sabrá más delicioso a fuera, quiero que esto se acabe muy rápido.
—Como diga, mi lord, llevaré a 200 al bosque, no tardaremos mucho, subiremos toda madera.
—Vete ya, estaré observándoles desde la cima. Aquel que no trabaje y no se esfuerce mátalo.
El mago se pierde. Entra en la neblina, subiendo hasta lo más alto de la cima. Observa a sus hijos que se mueven, en cada minuto se alza un ladrillo y la mitad del bosque es derribada, los gigantes levantan el gran muro con inmensas piedras, dándole forma a cada una.
Llega la noche, Jhosu mata a quien cae, y así continúan a la fuerza y violencia. El mago sentado en la cima medita, revolcándose en sus pensamientos:
— ¿Cómo hare para dejar de ser esta bestia? He construido un mundo de odio y muerte, para ver un mundo libre y amable, pero no funciona, las personas que tanto quiero siguen odiando y la paz aun no cede. Las bestias llevan su rencor, el pequeño Belmur sigue inocente. Desearé lo mejor para el ultimo dragón, que sea siempre feliz, sin alguna oscuridad, que no tenga nada en su corazón. El destino lo sabrá escribir. Abajo se construye nuevamente su hogar, esta vez no lo haré con tinieblas, seis días más y las bestias se retirarán. Crearé una nueva, me costara mis años de vida, pero esta raza será muy fuerte más que cualquier ogro y cualquier humano. Ellos son los que protegerán a mi pequeño.
Al amanecer los orcos y gigantes roncan abajo. El mago, cambiando su forma, llama a Jhosu.
—Jhosu, venir acá. El orco se acerca.
— ¿Mi lord?
—Cuando despierten llevarás a unos pocos al volcán que esta atrás de esta montaña. Ahí hay piedras preciosas y mucho cobre, para el hierro tal vez haya plata y oro. Traerme todo, hagan los viajes que sean necesarios, pero que no pase de este día. Ya sabes que los dragones adoran el poder y se revuelcan en sus tesoros.
—Como diga, pero señor y ¿el tesoro que había en esta montaña?
—Los demás reinos se lo llevaron, aquí no hay más que escombros. Vete ya.
Jhosu sale con unos 50 de ellos y se dirigen al volcán de atrás.
Frinki recorre todo el castillo observando cada parte y cada falta.
—Será muy poco para el nuevo ejército, pero estarán bien. En la cima hay un gran cuarto casi no destruido. Es ahí donde será tu habitación, pequeño, desde aquí se ven las siete tierras, quedará muy bonito con sus cortinas rojas y su cama de oro.
Las bestias continúan trabajando entre la oscuridad. Toda piedra y metal precioso ha sido traído hacia Zomar. Los días pasan y llegó el cuarto día. El castillo ha tomado de nuevo su forma, el muro está listo, la habitación del dragón completa, puertas y ventanas pegadas, solo falta la gran puerta y esta debe ser de hierro con el dragón de oro.
Frinki, desde el balcón de la habitación del dragón les grita:
— ¡Ha culminado su trabajo! ¡Griten! Lo hicieron muy bien, regresaremos a Millar en el anochecer.
Todas las bestias en una sola voz gritan:
— ¡Salve a Frinki! ¡Salve a Frinki!
El mago baja las escaleras y llama a Jhosu.
—Señor, los orcos son fuertes, los débiles murieron, pero la mayoría resistió, fue un placer servirle amo.
Frinki le dice en voz baja:
—Jhosu, hijo mío, quiero que lleves a todos a Millar, no te preocupes por mí, estaré bien, tu eres uno de los pocos que sabe cómo llegar, salgan en la noche, no traten de llamar la atención, ya vendrán sus días se los prometo.
—Entiendo, llevaré a todos a Millar apenas el sol se haya marchado, estaremos allí hasta que vuelva.
La noche llega y las bestias siguen su rumbo hacia Millar. El mago grita fuertemente, alzando su bastón, con su mirada en blanco; sus manos tiemblan y su piel se estremece, absorbiendo toda tiniebla y oscuridad que hay en las montañas. Grita y grita hasta que cae exhausto, quedándose dormido por unas largas horas.
Al despertar, al siguiente día, cuando el sol está a la mitad de su labor, él ha cambiado y sus túnicas otra vez son blancas, el bastón tirado en el rincón lo recoge. — Cada día me complico más y a veces ya no puedo, el joven y poderoso mago ahora es un anciano débil.
Baja hacia el rio y de su boca sale un vómito baboso y oscuro, arañando el suelo grita:
—No puedo más, es lo último que haré por el bien, la maldad continuará, los hombres deben elegir eso.
Al mirar su rostro en el agua se ríe, se pone de pie, observa las rocas y el lodo que camina por sus pies.
— ¡Tú serás la nueve especie, indestructible hacia cualquier espada y causarás miedo a cualquiera que se te acerque!
Coge el lodo con unas piedras. Moldea y forma un cuerpo al cual nombra “Hombre de piedra”.
Al final está listo un gran hombre de lodo y piedra. El mago alza sus brazos y desde el cielo cae un rayo que le da vida aquel sujeto.
Su piel es de piedra y su cabeza de tierra figureada.
El sujeto se levanta mirando la vida y todo a su alrededor.
—Soy Frinki, el mago que te creó, ahora eres mi hijo, mi última creación.
La piedra confusa mira al anciano, entonces se arrodilla ante él.
—Vamos párate, te daré un nombre, te llamarás Jhimsen, hombre de piedra.
Jhimsen se levanta y empieza a tartamudear:
—Gracias, ¿cuál es el objetivo?
—No tienes corazón, así que en ti no hay odio ni bondad, solo eres nada y te convertirás en lo que te esfuerces. Todo el día, desde el río, saldrá uno por uno de tu especie, y tú mandarás en ellos, serán un ejército poderoso, gobernados por mí y por el dragón. Espérame aquí y forma a todos, yo regresaré al anochecer. No harán nada ni se muevan de aquí. Después les llevaré a su hogar.
El mago llama a su caballo con alas. Lo monta y galopan por el cielo. Se dirigen hasta la entrada de millar. Al cruzar las tinieblas y las rocas filosas, llega al bosque.
ESTÁS LEYENDO
DRAGÓN OSCURO
FantasíaLa maldición en los dragones continúa en Belmur, el último dragón y a quién el mago Frinki lo toma como su hijo. La oscuridad se mantiene dentro del dragón. El mago, desesperado lo envía a Millar. Belmur se transforma y con el ejército oscuro, sale...