Capítulo 2

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Cuando el año pasado llegué a Santa Móncia, jamás pensé que ocurrirían todas y cada una de las cosas que ocurrieron. Empezando por la relación inesperada o no tan inesperada de Jane y Aaron y terminando por haberme acostado con Jason durante, prácticamente, todo el verano.

¿Pero que andaba mal en mi cabeza?

Ese último año había sido una auténtica locura. La vuelta a la realidad siempre suele ser más dura de lo normal, pero cuando, además de volver, vuelves con la cabeza completamente desecha, el corazón en un puño y dividido, vuelves rota.

Todo se hizo muy complicado y, lo que para los que lo veían desde fuera parecía una situación de lo más sencilla, para mí estaba siendo un auténtico infierno.

¿Cómo sabes cuál es el camino correcto cuando tu corazón te grita por el día blanco y por la noche negro?

Eso, sin contar que soy de las personas que ni siquiera escuchan a la cabeza, cosa que en determinadas situaciones deja de ser una opción para convertirse en prioridad.

Jason había puesto mi vida patas arribas. Ni siquiera lo soportaba para ser sincera.
Estaba loco y, además, éramos polos opuestos.

Sin embargo, la atracción que sentíamos el uno por el otro se volvió palpable a cualquier ojo, nuestros cuerpos entraban en contacto simplemente con un ligero roce y todo mi ser ardía en busca de más.

Mis amigas no sabían que debían aconsejarme ya ni cómo hacerme entender que no podía seguir así.

Lo lógico hubiese sido tomarme un tiempo libre, después de lo de Cris mi corazón necesitaba recuperarse, sin embargo, no todo es tan sencillo.

Intente alejarme todo lo que pude de Jason, quería olvidar lo que había pasado y recuperar esa amistad que siempre habíamos tenido. Pero él no opinaba lo mismo.

No me lo ponía nada fácil, y no solo porque me buscase, sino porque de la noche a la mañana, dejaba de hacerlo.

Debía reconocer que yo misma a veces me cabreaba por mis actitudes y mi comportamiento contradictorio, pero el suyo no ayudaba a estabilizarme. Más bien, conseguía todo lo contrario, además de sacarme de quicio y querer matarlo.

Nuestras conversaciones empezaban el 90% de las veces en una discusión que no tenía ni pies ni cabeza, y acababa en la cama.

Debía parar eso cuanto antes.

Cris continuó molestándome durante bastantes meses hasta que volvió a llegar el verano, cuando por fin decidí cerrar aquel capítulo de mi vida.

Sin la ayuda de nadie, simplemente yo misma llegue a la conclusión de que estar con una persona que no te valora y no te quiere bien, no va a llevarte a ningún lado.

Volví a quererme, volví a reír y volví a ser yo misma, y sabía que Jason había tenido algo que ver en todo aquello.

-¿Te has vuelto a tirar a Jason?

Meg me observaba desde su cama, una cama que este año tenía otro acompañante que no era Jane, quien me miraba con una sonrisa y torciendo la cara desde el sillón de la habitación.

-Si sabes que sí, ¿para qué preguntas?

Las adoraba, de verdad que sí, pero hubo momentos aquel año que quise estrangularlas y tirarlas en un saco al mar junto al cuerpo de Jason. Entendía que él también era su amigo, pero no entendía que pensaran que únicamente yo tenía la culpa del nudo que habíamos atado ambos.

-Igual lo que debéis hacer es simplemente eso. - Me dijo Jane. - Ambos, por lo que siempre habeis demostrado y tu nos has confirmado, conectáis muy bien en la cama, a lo mejor la única solución, por llamarlo de algún modo, a esta tensión interminable que lleváis arrastrando desde hace un año, es que simplemente seáis amigos.

¡No te creo! (Solo tienes que decírmelo 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora