Capítulo 4

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NATALIE

Aquella noche no pude pegar ojo y ni siquiera sabía porqué.

Bueno, sí, si que lo sabía, pero no quería reconocerme a mí misma nada.

Supuestamente, las cosas siempre son mentales, cuanto más piensas algo o más te convences de ello, más real se vuelve. Y yo no estaba dispuesta a que lo mío con Jasón fuese algo real, fuere lo que fuere lo que había entre nosotros.

Un año atrás, ni siquiera se me hubiese pasado por la cabeza que me iba a tirar meses de aquel modo, con la cabeza hecha un lío y con una única persona rondando por ella.

¿Por qué nos costaba tanto hablar como personas adultas y llegar a una conclusión? ¿Acaso él no quería volver a tener relación conmigo?

Y yo, ¿lo quería?

Me sentía ridícula con toda esa situación, no sabía qué dirección tomar ni que hacer con mi vida. Sabía que lo adecuado y lo correcto era aquello.
Dejar que pasara el tiempo y, poco a poco, que todo volviese a ser lo que era.

Lo echaba de menos, echaba mucho de menos mis piques con Jason, nuestras bromas y el no soportarnos, lo que en realidad significaba que sí que lo hacíamos. Con él había conseguido reírme en un año todo lo que no me había reído en quince.

-Entonces, ¿ya está? - Me preguntó Brina desde su hamaca.- ¿Ya no vais a volver a tener nada?

La risa de Meg resonó fuerte. - Por favor Brina, no digas tonterías.

Me molestó su comentario. - No ha dicho ninguna tontería.

-Vamos a ver Nat. - Meg se bajó las gafas de sol por el puente de la nariz y me miró seria.- Engáñate a ti misma si quieres, al igual que lo hace Jason, pero todos los demás sabemos lo que hay aquí.

-Y, ¿qué es exactamente lo que hay? - Me crucé de brazos.

Meg iba a responderme, pero Jane se le adelantó.- El año pasado tú eras quien me decía todo esto a mi, y yo te voy a decir lo que me dijo Meg en su momento, no vamos a insistirte más y a preguntarte más, porque cuando tú estés lista para reconocértelo, serás tú la que venga por fin a decírnoslo al resto.

-Solo espero que no sea demasiado tarde.

Jane miró mal a Meg después de soltar ese comentario y yo, por mi parte, decidí callar.

Me puse de nuevo las gafas de sol y me acomodé para coger algo de color, aunque lo único que me dio fue dolor de cabeza al pensar en las palabras de Jane.

¿Realmente el problema era que no me atrevía a reconocer las cosas?

Yo no lo veía así, lo que empieza como un juego, termina como tal. Jason y yo no sentíamos nada el uno por el otro, no estábamos hechos para sentirlo.

Y además, después de la vergüenza que sentí la noche anterior al intentar tener una conversación con él y ver tal rechazo, me negaba a pasar por lo mismo de nuevo.

Aun así, no entendía la forma de actuar de Meg. Siempre había sido igual con nosotras, trataba de hacerte ver la realidad de la forma más dura, fría y directa que había. Y sí, generalmente con Jane funcionaba, pero conmigo no.

¡No te creo! (Solo tienes que decírmelo 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora