Una noche

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Llevaba una semana entera sin ver a Axel, desde aquel encuentro se había comportado distante, ponía pretextos para verla o llegaba sólo un rato y se iba, decía estar ocupado y solo le enviaba mensajes de texto cortos, el lunes siguiente por la noche y Abril se puso una blusa con escote en v de cordones enfrente color guinda, pegada  a su cuerpo, un short, un suéter largo abierto y botas negras de terciopelo hasta la rodilla de tacón, tomó un pequeño bolso de cadena y se dirigió al antro, en la barra pidió un Mojito y le pidió de nueva cuenta el celular de Leonardo al reemplazo, lo registró, sacó un billete de doscientos, saliendo del lugar marcó el número, al otro lado del teléfono le respondió Leonardo, confundido y extrañado.
- Hola, ¿quién habla?
- Hola soy… Abril, no sé si me recuerdes
- Claro, la chica del abrigo
- Sí- Abril se decepcionó un poco, no sonaba para nada interesado en ella como la última vez que se vieron- vine al antro por una bebida y no estabas, me dieron tu celular, espero que no te moleste.
- No, para nada, solo me intriga cual es podría ser el motivo para tu llamada.
- ¿Llamo en mal momento?
- No, no.
- Bueno me preguntaba si…
- ¿Sí?
- Si quisieras salir a tomar un café o algo así
- ¿Salir?
- Sí, para agradecerte, el día que me entregaste las cosas, no te agradecí apropiadamente
- No tienes que hacerlo no fue nada
- Insisto
- Es muy tarde y mañana trabajo, no creo que sea buena idea.
- Vamos, entras hasta la noche.
- Está bien ¿donde te veo?
- Estoy afuera del antro ¿tardas mucho?
- No me siento cómodo haciéndote esperar.
- ¿Cuánto tiempo?
- Te veo en 15 minutos
- OK te espero aquí
Colgaron el teléfono y una sonrisa pícara se dibujó en los labios de Abril, esa noche tal vez sus fantasías más oscuras se harían realidad, después de unos minutos, Leonardo llegó, llevaba puesto un pantalón de mezclilla, camisa, zapatos y abrigo de trinchera de cuello alto negro, al reconocerlo se acercó a él.
- Hola
- Hola
- ¿A dónde quieres ir?
- Eso depende ¿que quieres hacer?
Por la hora no creo que tengamos muchas opciones, podemos comer, beber o…
- ¿Cuál es la otra opción?
- Ir a casa y pedir algo allí
- Te invito unos tacos y si quieres unas cervezas.
- Yo te invité, así que yo pago, además eres bartender, podríamos ir a tu casa y tomar algo, tú preparas bebidas asombrosas.
- No, lo siento ya no estoy en servicio
- Bueno, esta bien…
- Solo bromeo, compremos los tacos y vamos a mi casa.
- Bien, eso suena genial.
Caminaron un par de cuadras y se pararon en un puesto de tacos callejeros, pidieron dos órdenes de pastor y una de suadero para llevar, después caminaron tres cuadras más y llegaron a una pequeña vecindad en el centro de la ciudad de México, se introdujeron en ella y entraron a un cuarto pequeño pero muy bien organizado, al fondo se apreciaba un closet armable y a un lado una puerta cerrada, una cama individual y enfrente a ella, en un pequeño mueble de madera una pantalla chica, la habitación estaba dividida por un pequeño muro bajo donde estaba un comedor de madera cuadrado con dos sillas, del lado derecho una ventana bajo la cual se encontraba a un fregadero y escurridor, con un pequeño mueble de madera con cajones donde guardaba los trastes limpios, un columpio de garrafon, un refri chico y una repisa cava bar rústica atornillado a la pared con unas cuantas copas y botellas de todo tipo de alcohol.
- Ponte cómoda
- Que acogedor
- No lo parece tanto después de cierto tiempo que vives aquí.
- Bueno, es agradable a la vista, cuantas con lo más esencial.
- No me quejo, toma asiento-dijo el chico mientras le señalaba una de las sillas- comamos se van a enfriar y fríos no saben igual.
- Gracias
- ¿Qué quieres beber?
- Sorprendeme.
- ¿Qué te parece una paloma?
- Bien, mientras preparas voy a servir los tacos.
Leonardo sacó un par de platos de su mueble y se los entregó a Abril para que repartiera los tacos, luego se dirigió a la repisa donde estaban las botellas y sirvió en dos vasos tequila, jugo de limón y refresco, revolvió y se dirigió a la mesa con las bebidas.
- Pruebala, es de mis favoritas
- ¿En serio?
- Sí tiene el toque perfecto entre dulce, ácido y salado.
- Bueno, confío en ti- dijo la chica mientras tomaba el vaso y lo levantaba ligeramente en forma de brindis- por más noches como ésta.
- Salud entonces.
- Está deliciosa, se lleva perfecto con la cena.
- Lo sé, soy un experto
- Mis respetos, no bromeas al decir que eres bueno.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Claro
- ¿Por qué me pediste que nos viéramos?
- Ya te lo dije, no te di las gracias apropiadamente.
- Esa no es la razón
- Solo es que quería salir a caminar un rato y mis amigas no estaban disponibles.
- OK, entiendo soy el reemplazo
- No, no, claro que no
- No trates de arreglar las cosas
- No, es en serio, yo...
- Hey solo bromeó ¿Te gustaron los tacos?
- Mucho
- Ese puesto los prepara muy bien, siempre que se me antojan como ahí.
- Muy ricos y la bebida te quedó muy buena
- Es una muy sencilla, no es gran cosa.
- Para mí lo es.
- ¿Tu novio no se molestó que fuera a tu departamento?
- No él no es así, confía mucho en mí, además no hay nada por lo que debería enojarse ¿o si?
- No, pero hay novios celosos en extremo.
-¿Tu tienes novia?
-No, honestamente soy malo para ligar y esas cosas.
- ¿Estás bromeando cierto? Entonces ¿nunca has tenido novia?
-No, he salido con algunas chicas pero no hemos llegado a nada formal.
- ¿Amigos con beneficios?
- Mejor dicho algo de una sola noche
-¿Buscas aventuras solamente?
-No, busco una relación estable y seria, pero no he tenido suerte en el amor, creo que solo las atraigo físicamente, pero nadie se ha enamorado de mí.
- Y solo aprovechas la oportunidad, que sufrimiento
- No en realidad, repito, buscaba una relación estable pero no funcionaron y por eso sigo soltero, de hecho empiezo a creer que seguiré soltero.
- ¿Cuántos años tienes?
- 28 ¿y tú?
- 23
Leonardo se incorporó de la mesa y se dirigió a la repisa de donde agarró dos botellas, una de de whisky y vermouth rojo, un par de copas, un frasco de cerezas y hielos, después volvió a la mesa donde preparó dos Manhattan y uno se lo extendió a Abril.
- Creo que es mejor que me vaya
- Anda, solo regalame esta noche
- No debería
- Solo unos tragos y ya, esta bebida es popular entre las chicas del bar
- Esta bien solo una.
Abril y Leonardo continuaron platicando durante un par de horas, bebieron Manhattan tras Manhattan, hasta que ambos se embriagaron completamente.
- Ya que estamos en confianza, ¿Puedo confesarte algo?
- Si dime
- Cuando te vi entrar al bar con tus amigas, desde ese momento me cautivaste, fui a tu departamento solo para poder verte de nuevo
- No me digas
- Sí y lo peor fue encontrarte con tu novio porque me di cuenta que era inútil entregarte mi amor.
- Al menos así ya no quedaré como tonta
- ¿A qué te refieres?
- Tu me gustas y he imaginado muchas veces cómo sería pasar una noche contigo  por eso quería verte hoy
- Pero tienes novio
- Lo sé, él no se merece esto, pero no puedo más, te sueño, te pienso todo el tiempo, ese beso en el bar aún me quema los labios.
- Yo siento lo mismo pero no es correcto, no quiero ilusionarme y después perderte.
- Pero si solo sería una noche.
- Solo quieres saber si sería tan bueno como tus fantasías.
Abril se incorporó tambaleándose de su silla y se dirigió a donde estaba sentado Leonardo, se sentó casi a tientas en sus piernas, rodeó su cuello con sus brazos y lo besó en los labios al principio se rehusó pero al final cedió, ella empezó a des ajustar los cordones de su escote para después quitársela, el chico la cargó hasta la cama, la recostó y después se acostó a un lado de ella, al poco tiempo ella se quedó dormida mientras él contemplaba su belleza bajo la luz de la luna, sabía que la amaba, deseaba desnudarla y cumplir las fantasías que lo atormentaban, pero no aquella noche, no en completo estado de ebriedad, por ahora sólo tendría que conformarse sentir su aroma por lo que restaba de la noche.

Passion d'une nuitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora