Con mi taza de chocolate caliente en mano y pan tostado sin nada, porque mi mamá se olvidó de comprar algo para compartir con el pan, me siento en mi cama en tanto me pongo a renegar. Desde que Magali me hizo una video llamada y le conté como me fue en los primeros días acá y en el colegio, no ha parado de chillar y rogarme a que le cuente como eran los dos inútiles que me estuvieron molestando el primer día.
—Ya, Magali. Déjalo así, ¿cómo va todo allá?
—No, no, no. No me cambies de tema, vamos dime.
Chillo otra vez, tirando mi cuerpo hacia atrás. Solo han pasado tres días desde el primer día del colegio y estoy exhausta, y con cero ánimos para recordar cómo son esos.
—Zoe....
Doy algunas pataletas, por la insistencia, pero termino respondiendo. A ver si con esto deja de molestarme y hablamos de otra cosa, como por ejemplo a dónde está Joaquín.
—Son, ¿chicos? —ella bufa —. No sé porque quieres saber esto, no te importó ni siquiera si yo me encontraba bien, por eso brabucones. Bien..., que decir el primero es igual que Kevin.
—¿Moreno?
—No, que va. Todo lo contrario, lo único que son iguales es sus formas de ser. Con eso te digo todo. Y el otro... —gruño —. Creí que el primero era insoportable, pero el otro es mucho peor. A penas choque con él y ya salto a quejarse... Ya te expliqué como son, ¿qué más quieres saber?
—Bueno si te parecieron lindos, si son altos y musculosos como muestran en las películas...
Al oírla acá no me contengo más y largo una fuerte carcajada y así sigo un buen rato. ¿Alto y musculosos? Por favor, debía dejar de seguir haciéndose ilusiones con esas películas de adolescente, que muestran cosas fueras de la realidad, porque en la vida real no existen chicos en las secundarias que dicen tener dieciséis años cuando parecen de veinticinco. O por lo menos aun no vi y estos dos no llegan hacerlo —capas de ser altos —, pero ahí hacer musculosos. ¡Ja!
—¿De qué te ríes?
—Que te equivocas totalmente —me siento de nuevo, la miro y me acomodo un mechón de pelo que se me va a la cara.
Es aquí que lo que suelta Magi, me sorprende.
—¿Y tú pulsera?
Yo algo desconcertada frunzo las cejas y por inercia miro mi muñeca derecha, y allí no veo ninguna pulsera. Abro los ojos como platos hasta que me acuerdo lo que me paso el lunes, entonces me levanto de mi cama y voy hasta mi estrecho armario para abrirlo y sacar del interior mi pulsera rota. Cuando la tengo en mano, corro hasta mi cama y muestro a la cámara el objeto brillante.
—Acá esta.
—¿Qué le paso?
—¿Recuerdas lo que te conté? Bueno, todo fue producto de esto —coloco la pulsera en la cama —. Cuando me retiraba del lugar, esta se me engancho en la ropa, entonces me distraje desenganchándola y ¡Pam! Ocurrió el impacto.
—¡Uy! Y bueno, ya le llego su hora. En cualquier momento esa pulsera fea se te iba a perder, o en este caso, a romper.
La regaño por despreciar mi pulsera. Claro que no es fea, es rara, sí, pero linda a la vez. Ella se me ríe y se sigue burlando.
—Ay, cierto, cierto. Me había olvidado, que esa pulsara fue un regalo de tu novio. Mil respetos.
—Que dices, él no fue mi novio, cuántas veces te lo tengo que repetir. Es mi mejor amigo.
—Ex, querrás decir. Porque hace cuanto es que no lo viste más, ¿cinco, seis años?
—Cinco.
ESTÁS LEYENDO
Recuerdos que Volverán || LR #1
Teen FictionLos Recuerdos, libro 1. En su penúltimo año de secundaria Zoe se muda de su pueblo natal dejándolo todo atrás: amigos, lugares, colegio, su hogar. Empezar de nuevo no será fácil para ella, mucho más si se trata de una ciudad. Aunque, esto no es lo m...