4. La pulsera. Parte 2

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Respirar hondo y aguantar era lo único que tenía en este momento, para luego no ser acusada de asesinato. Rio re acida ante su comentario, ya no tengo tiempo para seguir dándole mi atención, así que paso por su lado indiferente y sigo mi caminata, pero se ve que hoy la paz no está en este día, pues en segundos él aparece poniendo sus manos en los bolsillos de su pantalón de jeans.

—¿Por qué te ríes?

—Eso no te importa.

—Uy, de malas, ¿eh? Vamos, dime.

De repente se va adelante de mí y se gira caminado hacia atrás a espera de mi respuesta. Respuesta que nunca llegara.

—Así de malas. Hazte a un lado y ya déjame en paz.

—No. Ehí escucha —se para haciéndome que yo también deje de caminar —, yo...

—Señor, nos encontramos de nuevo en esta situación —suelta una mujer de improvisto, que está justo detrás de él.

El chico me mira y yo le hago señas con la mirada para que se voltee, él se gira y cuando lo hace da un paso hacia atrás como un perrito asustado.

—Pre-preceptora, Went. Hola —dice casi en ahogos.

Ella lo observa, luego a mí y regresa sus ojos hacia él.

—Se ve que no aprendió la lección que le hice el martes. Ni usted, ni la señorita Zarate.

¿Y ella quién era?

—Yo...

—Lamento a verle interrumpido el momento, pero debo aclararle, y a usted en especial, porque es nueva, que cuando es horarios de ir al comedor se va a comer, no a rondar en los pasillos. O en este caso a quedarse a solas.

¿Qué? ¿De qué diantres estaba hablando?

—No es lo que parece, preceptora —aclaro —. Yo solo fui a llevar unos libros que...

—Sí, lo sé, la profesora de Biología me contó. Pero me parece que se tardó mucho para llevar unos libros.

A esta mujer, le encanta interrumpir a los demás, es tedioso. Espero que no lo haga de nuevo.

—Ah, sí pues yo estaba por ir....

—Es que la bibliotecaria no estaba y tuvimos que esperarla.

¿Cómo? ¿Acaso dijo, tuvimos? Ay, no, ni crea que me enganchare en sus fechorías.

—¿Usted estaba con ella?

—Sí, porque eran muchos libros y pesados, entonces ella me pidió ayuda. ¿No es así? —ambos me observan a la espera de mi confirmación.

Él me hace señas con la mirada a que lo ayude, claro que no estoy dispuesta a hacerlo, pero.... pensándolo bien si no lo hago ella pensará que aquí pasaba otra cosa y quería hacerla descartar esa idea y liberarme ya de esta incómoda situación.

—Sí, justamente por eso.

Con pereza camino hasta las gradas de la cancha del interior del colegio para sentarme a la espera de que el profesor de Gimnasia se digne a aparecer y de paso pueda digerir la comida. Sí, es muy raro que justo después de comer tengamos luego dos horas de gimnasia, eso haría revolver la comida a cualquiera que este demasiado lleno o esté en este caso, yo, sin digerir bien lo que comió.

Cuando me acomodo en los fríos escalones observo desde lo alto, no tanto porque solo eran tres gradas, como mis compañeros vienen ya cambiados, ergo antes las había visto con otras ropas. Yo, al contrario, ya vine desde mi casa con la ropa de gimnasia porque me advirtieron que aquí se prohíbe cambiarse, pero se ve que no hacen caso.

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⏰ Última actualización: Dec 11, 2021 ⏰

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Recuerdos que Volverán || LR #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora