A veces me pregunto cómo es la humanidad, ¿no? Así de fría, de desagradecida —no todos, pero sí la mayoría —, de malvada, egocéntrica y ambiciosa. ¿Qué es lo peor? Que eso lo aprenden las futuras generaciones, tanto en su casa como en el colegio. Y si del segundo tema hablamos estas generaciones se convierten así, para resaltar, para no quedar en el olvido y ser... uno del montón. Y claro que con esto no me entiende, pero yo sí, pues con estas pocas palabras quiero demostrar lo que tengo enfrente y alrededor mío.
Dando el ejemplo de mi pequeña explicación, estás son una de las razones por las cuál, con tantas ansias, deseo volver a mi pueblo, a mi antiguo colegio. No estará lo que quiero estudiar o será un prestigioso colegio de ensueño, pero por lo menos ahí conocen las palabras "respeto" y "cordialidad", cosa que acá no existe, ni es mencionadas.
Inhalo y exhalo para poder controlarme, no quiero hacer una locura, aunque esto me ofenda.
—¿Te comieron la lengua los ratones? —suelta con tonalidad burlona.
Esto provoca que toda mi paciencia se desvanezca y ya no tenga compasión.
—¿A mí, o a ti? Porque por lo que veo te arrebato el respeto.
—¡Wow! Vaya pero, así como así soltó las garras...
Se ríe aún más y esto me molesta, como no podrían imaginar. Seré sincera, pero al verlo lo creí más bueno, más sensato y no tan idiota. Me equivoque, las apariencias engañan.
Me giro por cura curiosidad y lo veo al otro tapándose la boca para no soltar una risa, aunque sus hombros se movían y sus ojos se dirigían al que se halla delante de mí. Acá comprendo que estos dos son amigos. Y no solo eso, que me doy cuenta de que el responsable de avisarle a este chico de que era su compañero, es el chico de la capucha, porque él fue el único que me vio.
Lo dejo de observar y miro al segundo, notando también su sonrisa de presumido. Esto es una emboscada, se estaban mofando de mí. Es así que es hora de retirarme y dejar de ser una oveja perdida.
—Saben que, me retiro. Para ser su nueva atracción de burlas no estoy, lo siento.
Digo, dejando de lado las ganas que tenía de ahorcarlos.
—¿En verdad? Esto se estaba poniendo divertido.
—Sabes, espero que no puedas caminar bien —le escupo con repulsión, me giro y me voy.
Mucha estupidez y quita tiempo es esto. Sin saber bien a donde marchar opto por ir hasta mi casillero, a ver que es lo que me encuentro allí. Cuando llego abro la puerta y no veo nada, solo dos libros, mi libreta y.... nada más. Sin caso, cierro la puerta, pero la cierro tan mal que para destrabarla es un embole. Tironeo y tironeo hasta que por fin se abre y con lo fastidiada que estoy cierro con mucha fuerza la maldita puerta y le coloco el candado.
No puedo creer que sea mi primer día de clases y allá empezado con el pie izquierdo. "Te vas a adaptar bien, Zoe, ya verás" Si, claro...
—Ay, cuanto enojo. Te creí más tranquila.
Salto de golpe al escuchar eso. Dios, parece que aquí les encanta aparecerse de golpe y asustarte.
Muevo mi cabeza hacia el costado encontrándome con una chica de cachetes gordos y de pelo castaño claro, mostrando una enorme sonrisa.
—Ehm, ¿hola?
—Ay, si, lo siento. Me presento, me llamo Ruth. Ruth García, Presidenta de clase y tu compañera, un gusto —extiende su mano para que la estreche con ella.
—Hola, Zoe Cruz —digo esta vez mejor, mostrándole apenas una sonrisa.
—¿Te sucede algo?
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Recuerdos que Volverán || LR #1
Teen FictionLos Recuerdos, libro 1. En su penúltimo año de secundaria Zoe se muda de su pueblo natal dejándolo todo atrás: amigos, lugares, colegio, su hogar. Empezar de nuevo no será fácil para ella, mucho más si se trata de una ciudad. Aunque, esto no es lo m...