〨 El signo del zodiaco

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(Sucesos narrados del capítulo: 8 – Signo del zodiaco)

Diablo.

Me encaminó al cuarto portal con mucha velocidad queriendo dejar todo atrás, olvidar lo que ha acontecido, limpió mi rostro, intentando secar cualquier rastro de aquel líquido trasparente que cae por mi mejilla.

No he creído jamás que la muerte de una insignificante y simple humana podría llegar a afectarme en lo absoluto. He visto a la humanidad morir todos los días, ¿Por qué podría afectarme de tal manera?

No era cualquier humana.

Claramente no lo era, nunca había conocido a alguien tan especial como ella, tal vez fue lo que me engancho el primer día, independientemente de la promesa, ella misma capturó toda mi esencia. No me temía, pero no por eso dejaba de tratarme como tal y es lo que más curiosidad me causaba, el hecho de que, sin temerme, me respetaba.

Aun así, no creí que llegaría a afectarme su partida siendo un ser supremo, siendo la oscuridad reencarnada, una muerte es común en mi mundo y es por eso que me ajusto el saco y regresó al infierno después de ver el amanecer en la tierra.

Lily Osorio, fue simplemente un daño colateral, ella me mostró una bondad los últimos veinticuatro años, ella no cambio mi parecer hacia la humanidad, pero sí hizo que solo en ella admirara la belleza que los humanos pueden poseer, si fuera el creador me vanagloriara al crear a alguien tan perfecto, no como los humanos, sino como ella, porque Lily fue perfecta hasta en la muerte.

Mis zapatos resuenan en el pasillo con cada paso que doy. Curvo en una parte del pasillo adentrándome al comedor, enseguida todos los presentes se inclinan, en una reverencia, tomo mi lugar en la larga mesa, y esperó unos momentos hasta que llegué la humana que se ha convertido en mi esposa.

No tarda, admito que me impresionó su vestimenta, no tengo ningún problema con su ropa, pero verla de esta manera me hace contemplarla más, provoca otras sensaciones y es que, no deseo verla usando ropas viejas cuando está casada con la grandeza. Se sienta junto a mí, se mantiene en silencio y es algo que agradezco.

Empezamos a comer con tranquilidad y en silenció, pero es una cotorra y sinceramente me sorprendió que durará muchos minutos sin hablar.

—¿Y quiénes son la asamblea?— alzó mi mirada con ímpetu, en cuanto ella le da un bocado a su pan, y con el mismo bocado en la boca dice—¿ahora que he dicho?

—¿Acaso escuchas algún ruido? — indagó — no, porque me tranquiliza el silenció, no quiero escuchar tu incesante voz.

Hace un mohín que logró captar, pero luego de eso no decimos nada, y nos mantenemos en silenció.

Cuando terminamos la comida nos dirigimos por los pasillos hasta la sala del concejo, el lugar preparado y decorado fue lo que nos recibió, no reparé en los señores y me encamine hasta el trono que se encuentra en frente de todos, con majestuosidad tome asiento, con la mano le indiqué a Yasbeth que se ha quedado estática, que se sentará en la silla de a lado, la analizó por un momento antes de hacer lo que le indiqué.

—Demos inicio a esta reunión — Ordené y en el momento en que aquella oración sale de mi boca, todos empiezan a murmurar, canturrear, vacilar, la algarabía del consejo se escucha por todo el salón.

Aunque mi mente está en otro mundo como para interesarme demasiado en los temas que sueltan. No presté atención hasta que me detuve en la mirada de uno de ellos, se dirige exactamente a la persona que tengo a lado.

Se acerca hasta mí y sé que está a punto de mencionar la promesa, porque para eso es que existen, según ellos la profecía es más sagrada que las leyes del creador, incluso más sagrada que yo.

Desde el Dios (Extras de los Dioses)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora