|22|

222 33 41
                                    

Me encontraba acostada sobre la cama leyendo un libro. A veces, leer es una forma de escapar de la realidad, y la mía daba asco.

Un toque en la puerta me desvió del misterioso asesinato que investigaba Sherlock Holmes, apoyado por su fiel compañero, doctor Watson.

El inoportuno de mi hermano abrió sin darle permiso y saltó sobre mi cama. Puedo asegurar que Peppa también se asustó. Observó mi libro y rodó los ojos, diciendo:

- Aburrida.

- ¿Qué libro no es aburrido para ti? - pregunté alzando una ceja.

- Todos me dan sueño.

- Déjame aburrirme sola entonces, chu chu - dije expulsándolo de mi territorio.

- Mamá necesita que lleves a papá al médico - contestó encogiéndose de hombros.

- Pero si no puede salir de casa.

- Tiene un permiso para hacerse la revisión - respondió y agregó - ¿Por qué no me contaste lo de Pol?

Pol siempre Pol, por más que intentara no pensar en él, siempre alguien me lo recordaba.

- ¿A qué te refieres? - dije con disimulo.

- Su apasionada historia. Te advertí que te alejaras y también se lo impuse a él - estaba serio.

Voy a matar a Fifi, grité en mi interior.
No podía quedarse callada.

- Ese es tu problema, la sobreprotección absurda que intentas tener.

- Solo quiero lo mejor para ti.

- Soy yo quien debe decir qué es lo mejor para mí - expresé con firmeza - le prohibiste hablar conmigo idiota.

- Conozco demasiado a Pol, se iba a terminar aburriendo de ti como le pasa con todas, sufrirías por su causa, yo le partiría la cara y hasta ahí la amistad - soltó.

- Igual, no tenías ningún derecho.

Se mantuvo callado unos segundos, suspiró tomando valor y dijo:

- Tienes razón, lo siento - sus palabras eran sinceras.

- Te costó trabajo decirlo - me burlé. Él me dió un beso en el cachete y salió de la habitación.

Debí sentirme alegre, mi hermano lo sabía todo y no había reaccionado mal, pero daba igual, por mucho que me doliera aceptarlo, jamás estaría con Pol nuevamente.

Seleccioné un atuendo casual compuesto de pantalón, pulover y mis converse. Cuando terminé de arreglarme, me deslicé por la barandilla de las escaleras y le pregunté a papá:

- ¿Listo?

- Listo - dijo acomodándose el brazalete electrónico.

Iniciamos el camino a paso lento y constante. La mañana era fresca, podría decir que en exceso para estar en verano, mi vello corporal se erizó completamente.

- ¿Qué tal está el hijo de Ted? - soltó papá sin más.

- Mejor que nosotros, seguramente - respondí con resentimiento.

- No seas tan dura con él. Es totalmente entendible su comportamiento - dijo y lo mire sorprendida.

- ¿Cómo puedes hablar bien de una persona que nos hace tanto mal?

- Solo digo la verdad. Ponte en su lugar.

Tenía razón en parte, pero no podía, no podía actuar como si nada después de sus acciones, después de todo lo que me había dicho.

Ojos CelestesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora