6.

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Jennie se encontraba asustada en el baño, ya se había terminado de lavar a pesar de que su mal olor no se había ido, pero seguía nerviosa, la vergüenza de haber vomitado frente a su amor platónico no se iban

Las burlas y las cara de asco de algunas personas se mantenían en su mente.

—Que asco...—Se sentía arrepentida de haber comido tanto, se sentía arrepentida de haberse levantado para ir el colegio, se sentía arrepentida de haber pensado que tal vez el que Lisa la haya visto fuese una señal de universo diciéndole que su vida amorosa mejoría.

Toc toc

Jennie chilló del susto, rápidamente su mirada se puso fija en un lado; en el último cubículo.

Entró sin pensarlo ya que creía que era el alma en pena de la chica muerta del baño la cuál le estaba tocando la puerta.

Esperó sentada mientras temblaba, esperaba que se acercara y la sacaran del cubículo para realizar algún ritual.

Sí, la imaginación de Jennie era tanta que le causaba problemas a veces.
Pero en cambio escuchaba a alguien lavarse las manos y posiblemente también la cara

—¿Dónde estará?—dijo frustrada la otra adolescente—¡Jennieee! ¿estás aquí? ¿te encuentras bien?

La castaña se estremeció al oír a Lalisa pronunciar su nombre, ¿ella sabía su nombre? Espera, ¿Le acababa de preguntar si estaba bien?

No salió ni hizo nada, no pudo moverse ni decirle que lo estaba y que se fuera.
No tuvo el valor, se sentía tan apenada que recordó lo que acababa de suceder y comenzó a llorar en silencio.

La más alta estaba a punto de salir al no encontrar rastros de ella, hasta que escuchó a alguien sollozando en el aquel baño. Más específicamente, un cúbico.

Una persona normal tocaría la puerta o esperaría que la otra saliera.
Pero estamos hablando de la gran Lalisa Manoban, esta solo la abrió sin importarle que la otra estuviera chillando del susto, o que estuviera en asuntos privados.

—Te encontré...

—Mierda.—Jennie soltó de una vez, mientras temblaba más de lo que lo estaba haciendo anteriormente, bajó rápidamente la mirada y escondió su rostro en sus rodillas.

No podía mirarla, no luego de que se haya vomitado encima de Dahyun y que ella y media cafetería lo haya visto, posiblemente ahora pensaría que es más rara de lo que posiblemente pensaba antes, o peor tal vez le causaba asco. Tan solo la idea la hacía llorar más aunque ahora Lisa pudiera verla.

Un silencio incómodo regía por todo ese baño, Lisa no quería incomodarla, tampoco seguir oyendo su llanto, pero tampoco quería que todo estuviera callado y fuera raro.

—¿Te sientes mejor? —Preguntaba la del flequillo con algo de inseguridad.

—No, me siento avergonzada. —La pobre Jennie chillaba y sus palabras temblaban, intentaba cubrir su linda cara con sus pequeñas manos pensando y deseando que cuando pudiera quitarlas, fuera un sueño y que Lalisa no la estuviera viendo en esa situación.

Lisa se puso de cuclillas enfrente de ese inodoro en el que estaba sentada la castaña, para poder hablar a una altura considerable.
Se cuestionaba mucho las cosas, pensaba en sí soltarle la bomba o intentar coquetarle para que fuese más sutil.

Eligió la segunda.

Quitó suavemente las manos de la más baja, la cuál se le quedó mirando algo asustada
A Lisa le dió ternura, sus ojos estaban algo rojizos al igual que su nariz, su respiración estaba algo acelerada

¡por favor haré lo que sea! ─ au jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora