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Capítulo 4: Firma

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Estoy en la entrada del edificio preparada y lista para mi trote matutino por la ciudad. La primera vez que el vigilante del edificio me vio saliendo a trotar a esa hora creo que le tomó más de medio día entender lo que estaba pasando, porque cuando regresé una hora más tarde, todavía me veía con cara de sorpresa.

«Créame señor vigilante, no es divertido, pero es necesario...».

La fisioterapia es una carrera físicamente demandante, así que hacer ejercicio es parte de mi obligación como una profesional responsable. Y si lo hacía en el Parque del Oeste de Caracas sin quejarme mucho, en Malta es como estar en una película... ¡Lo amo!

La Valeta es una ciudad hermosa. No solo es la capital de la isla, sino también es, por así decirlo, la capital de la universidad. La Ecce Homo es tan grande que está distribuida por todo el país.

«Bueno, no es un país muy grande que digamos...».

En fin, que sus núcleos están repartidos por todas las comunidades de la isla, y aquí, en la Valeta, está su corazón administrativo. Por suerte, tal parece que los europeos no son muy de madrugar, porque apenas son las nueve de la mañana (casi) y la mayoría de las tiendas aún están cerradas y las calles vacías.

¡Ahh, hacer ejercicio así no es solo perfecto, sino también íntimo! No hay gente atravesada en el camino ni miradas indiscretas perturbando la paciencia. Una puede simplemente dejarse llevar por las calles, las subidas, las esquinas... Despejar la mente y perderse el paisaje matutino, disfrutar del olor a mar en los alrededores.

Generalmente, hago un recorrido de cinco kilómetros que comienza en la residencia y llega hasta el borde de la ciudad atravesando el casco antiguo. Créanme, sé que suena como mucho, pero vale la pena totalmente. El trayecto es simplemente magnífico. Según el folleto que me dieron en el campus, la arquitectura de la ciudad es una mezcla entre de muchos estilos; hay edificios barrocos, renacentistas, neoclásicos...

Y no se preocupen, si al igual que yo no saben cuál es cuál, les resumo mi experiencia personal de la siguiente manera: «Mmm, un edificio bonito. Se lo voy a mostrar a mi mamá... ¡snap!».

Sé que la ciudad tiene una larga historia para contar. Casi siempre termino de hacer ejercicio en los jardines altos de la Barrakka, donde puedo ver un montón de esculturas que representan momentos históricos de Malta. Como sea, yo voy por el Gran Puerto. ¡Qué puedo decir, me gusta mucho el mar! Aunque nunca aprendiera a nadar. Supongo que por eso lo de ser bióloga marina no prosperó: muchas ganas, pero mucha agua.

Ya de regreso, vestida y arreglada, voy camino a la sede administrativa. Hoy me toca retirar ese pequeño, pero muy importante fragmento de plástico que me acreditará oficialmente como persona digna de sudar sobre las calles pulcras de Malta, es decir, mi carnet estudiantil. Ah, y también conoceré a Jorge Moguel, según dice aquí en mi itinerario, quien será mi tutor encargado a partir de la próxima semana.

Según la carta, el profesor Jorge es una eminencia en la fisioterapia respiratoria en su México natal. Bien por él. Yo me pregunto... ¿será que algún día la Ecce Homo podrá decir lo mismo de mí? Érika Díaz, eminencia de la terapia manual en su natal Venezuela. Aunque, bueno, no me veo regresando por el corto-mediano plazo, así que no lo sé...

El camino que lleva a la oficina de la directora de Admisión es hermoso. ¿Acaso hay algo en este lugar que no sea hermoso, elegante, con clase? El secretario de la directora me ve llegar de lejos y me hace un gesto con la mano. Primero consulta por el teléfono y, segundos más tarde, me anuncia que puedo entrar. Apenas abro la puerta, la directora Greco me saluda:

¡Nudista a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora