Coincidencias predestinadas

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- No me interesa nada que tenga que ver con ella.

- ¿Eh? Pero creo que estás juzgando a Tomioka-san duramente, Shinazugawa-san.

Dirigió su mirada a la de la pilar flor, pasados un par de segundos la desviaron con un notable sonrojo en ambos rostros. Estaban en una misión juntos y Kanae trataba de convencer al pilar de viento para que le diera una segunda oportunidad a Tomioka después de su desastroso primer encuentro, la chica planeaba explicarle la situación de la pilar de agua si no conseguía convencerle para que reconsiderara su desagrado hacia la azabache.

- Lo siento Kanae, pero es una engreída que se cree mejor que nosotros por haber creado una estúpida postura nueva. Odio a los de su tipo, me repugna que ni siquiera seamos lo suficiente para ella como para considerar hablarnos.

- Shinazugawa-san estás equivocado... en realidad Tomioka-san...

Un grito cercano al sitio de su misión los alertó y aplazó la conversación para otro momento, el cual nunca llegó.


"¿En realidad Tomioka, qué? Ella sabía más de esa bastarda que nosotros..."

Patrullaba en busca de demonios como de costumbre cuando se cruzó con el rey de roma por aquellos rumbos, ambos se detuvieron al identificarse pero Tomioka reanudó su andar y lo pasó de largo sin siquiera dirigirle la mirada. Unas venas de irritación surgieron en la frente de Sanemi al tiempo que volteaba a ver como el haori disparejo se alejaba velozmente y su quijada rechinó de la furia.

"¡Que se vaya al carajo, es una maldita engreída de mierda, no sé qué demonios vio Kanae en esa idiota!" Pensó bufando, caminando hacia la dirección contraria.

Tomioka había recibido la orden de ir a auxiliar a varios cazadores que se encontraban en aprietos frente a un demonio poderoso, sabía que no podía permitir retrasarse, cada minuto era uno menos para aquellos compañeros que luchaban por su vida. Escuchó a lo lejos el sonido de una especie de instrumento musical, parecía una flauta pero el sonido era agudo y nefasto.

"Aquel debe ser el lugar, alguien está luchando contra el demonio, debo darme prisa o morirá."

Apenas se estaba acercando con la mano en su nichirin, lista para atacar, cuando una llamarada se extendió frente a sus ojos obligándola a retroceder algo sorprendida por el abrasante calor del ataque, tuvo que cubrir un poco sus ojos con su mano debido al brillo de las llamas.

"Parece... parece un tigre..." pensó al ver con más atención entre sus dedos el fuego.

Había sido un ataque muy fuerte pero no por eso era seguro que la pelea hubiera terminado por lo que se aproximó para ver si efectivamente el demonio había sido derrotado. El joven cazador que realizó el movimiento de fuego tenía sangre en las orejas, su mirada era seria y nueve cazadores más se encontraban en el suelo, muertos con posturas que mostraban como habían intentado proteger a los niños que tampoco vivían con excepción de una sola que lloraba aterrorizada. Tomioka observó como el demonio maldecía hasta desaparecer por completo, el cazador de cabello rubio suspiró mientras guardaba su espada y se dirigió alegremente a la pequeña para consolarla.

- ¡Ahora ya estás a salvo! ¡Vamos! – exclamaba abrazando a la pequeña que rodeaba su cuello llorando.

Al ver que todo estaba bien, Tomioka se dio la vuelta y se fue del lugar, no servía de nada intentar ayudar, sólo sería un estorbo y volvería incómoda la situación al estar entre esos dos sin emitir palabra. Estaban fuera de peligro por lo que ya no estaba en sus manos, aunque... el chico tenía el oído lastimado, ¿El ungüento que le había dado su sensei podría ayudarlo? Sacó la medicina y lo pensó... probablemente no ayudaría mucho por ser una herida más allá de la superficie, acto seguido volvió a guardar el objeto, retomando su camino de regreso a su zona de patrullaje.

Una mirada con mil palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora