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Un pequeño estruendo sonó por todo el edificio, a pesar de ser primavera, extrañamente se encontraba lloviendo torrencialmente acompañado de un frío horrendo y unos truenos que lograban asustar a unos cuántos estudiantes de la UA.

Las calles estaban inundadas de flores de cerezo, al ser primavera habían brotado y sus frutos creaban un espectáculo maravilloso, de no ser porque estaban mojados y distribuidos de forma uniforme por el pavimento. La luz de la luna iluminaba la ciudad con suavidad dejando ver unos cuántos automóviles que al parecer se dirigían a sus respectivos hogares, al ser casi las diez de la noche el movimiento era normal, incluso menos agitado que días anteriores.

No era de extrañarse que Katsuki Bakugo se durmiera tan temprano, sus compañeros ya estaban acostumbrados a quedarse hasta altas horas de la noche mientras el rubio dormía plácidamente, según él sus horas de sueño eran sagradas para rendir bien y entrenar sin ningún problema. Sin embargo, desde hace un mes que por más que lo intente es incapaz de conciliar el sueño.

Desde que él se fue.

Abril pasó de forma tan lenta y tortuosa, incluso, ¿el tiempo seguía avanzando después de su partida? Los días parecían durar el triple y las noches eran infinitas, con seguridad se podría decir que llevaba el mes que Izuku se había ido durmiendo de una a dos horas.

Sus ojos carmín perdieron aquel característico brillo que lo hacía lucir como una bestia, unas enormes ojeras adornaban su pálido rostro, su piel estaba reseca y había perdido mucho peso, a tal punto que sus brazos no lucían tonificados como antes. En tan solo un mes, que para él había sido como mil siglos, su estado físico y emocional se habían deteriorado a tal punto de que todos en la academia se dieron cuenta.

Patético.

¿Por qué le afectaba tanto?, ¿no fue él quien le hizo la infancia y adolescencia imposible al pecoso?, ¿no recuerda todo el bullyng que ejerció hacia Izuku desde que era pequeño?, ¿tampoco el cómo fue capaz de romper su amistad y dejarlo solo?

Era obvia la razón por la que lucía tan mal, todos lo sabían y quién lo negara claramente era una persona ciega, no obstante, nadie comprendía por qué si la relación de rivalidad entre ambos era conocida hasta por los conserjes de la academia. Los días normales consistían de un temperamental rubio explotando y gritándole a un peliverde, ante la más mínima acción de este. Aunque últimamente parecían llevarse mejor, Bakugo no le alzaba la voz ni intentaba hacerle la vida imposible y por su parte Izuku no parecía preocuparse, sus pensamientos se concentraban en algo más.

Entonces, ¿cuál era la razón de su mal estado?

Creyó que al desaparecer de su vida como tantas veces le había dicho no le afectaría, pero sentía como si algo se le hubiese sido arrebatado, como si un pedacito de su cielo hubiera desaparecido para siempre. ¿Será quizás la rutina? El ver todos los días su tonto rostro, escuchar su irritante voz llamarlo con aquel estúpido mote que le puso cuando pequeños, verlo desde su ventana practicando a penas terminaban las clases, sin querer se había acostumbrado a su presencia.

No, no debía sentirse así por él, después de todo tomo su decisión y prefirió dejar todo atrás, nadie pudo detenerlo.

Nadie pudo detenerlo.

Él no pudo detenerlo.

Cada vez que aquella frase resonaba por su cabeza le daban ganas de arrancársela, constantemente su mente lo atormentaba con estúpidas palabras que no quería escuchar. Se sentía tan impotente, decepcionado y agobiado.

Impotente, por no haber hecho algo para detenerlo.

Decepcionado, porque jamás supo (o quiso) comprender sus pensamientos.

❝Still With You❞「KatsuDeku」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora