1.2 Presente

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Siente algo escabullirse por sus piernas. Es torpe y no tiene cuidado de sus pies. Se remueve al no estar cómodo y murmura cosas graciosas en el proceso. Lo sabía, ya era hora de despertar.

Alzando la mirada se encontró con una cabellera que era más como una canasta de cerdas brillantes como el sol, las lumbreras por ojos se pasaron en los ajenos debajo de aquella fresca sábana.

— Mamá, mamá... — llamaba en un intento de despertarla.

Un murmuro masculino suave y comprensivo se hizo presente y el mayor abrió sus ojos en dirección a la pequeña criatura que se encontraba entre él y su esposa.

— Hola, campeón — saludó ronco. El niño rápidamente se apenó pues no era su intención despertarlo, no después de que trabajaba hasta tarde... — ¿Qué ocurre? Mami está cansada, hay que dejarla dormir.

Su papá también tenía razón y al sentir aquella caricia en su cabello, olvidó su vergüenza y le dio un abrazo, dejando que le cargara. Harían el desayuno juntos.

En los brazos de aquel varón, no había nada que Hugo sintiera que no puede hacer. Y es que todos sabemos que Luka Couffaine es un hombre excepcional. Contra viento y marea, él apoyó a Marinette. Tampoco era un secreto que él la ama, la ama muchísimo. Más de lo que pudiera decir, y no dudaría en dar su vida por alguno de ellos o ambos.

No había persona más paciente que Luka, que tuvo que esperar más de un año más una respuesta. Y aunque hubiera sido negativa, él se hubiera quedado.

Sentó al pequeño en su sillita y juntos repasaron los ingredientes para preparar hotcakes. Casi siempre el desayuno era el mismo, pero no le importaba porque a él (a Hugo) también lo ama. Lo ama mucho, tal como si tuviera su sangre y es que ¿Cómo no hacerlo?
Los latidos de su pequeño corazón se volvieron su melodía favorita.
Aún recuerda cuando lo vio tan indefenso en los brazos de su madre y cubierto de placenta, lo guardaron debajo de su traje para darle calor. Sabe todo de él, las fechas de sus vacunas, sus frutas favoritas, las caricaturas que lo duermen y sus héroes preferidos.

Luka podía no ser el mejor hombre del mundo, pero sería el mejor padre para el pequeño de ojos zafiro.

— ¡Pucca, papá! Ya comenzó, Pucca —anunció el pequeño, aún arrastrando algunas palabras con una pronunciación dulce.
El varón subió ligeramente el volumen de la televisión y siguió cocinando.

Finalmente, Marinette hizo acto de presencia, llenando a su pequeño de besos y después saludando a su marido, de quién recibió un beso en la frente y en la barriguita.
Sí, ella tiene tres meses de embarazo. Hugo será hermano mayor.

Tal vez se pregunten qué fue lo que ella pensaba o sentía cuando recibió la noticia, pero eso lo sabrán a su tiempo. Por lo mientras, todos en sus lugares, desayunaron de manera tranquila.

Algunos de los temas comunes era el trabajo, de los cuales consideraban más interesante el de Luka: creación de instrumentos y lecciones para aprender a tocar los mismos.

— Te enseñaré a tocar la guitarra, Hugo — le dijo al pequeño quién tan pronto comprendió aquella frase se emocionó. — ¿No hay alguna novedad contigo, linda?

— No... Más que lo mismo. Siempre los mismos correos de la misma persona, ¿No tendrá algo mejor que hacer? Oh, por supuesto que sí, pero está ensañado conmigo.

Ambos sabían de quién estaban hablando: Gabriel Agreste.
Y es que la relación con ellos no era nada más que un recuerdo vago del paso.

Hace dos años:
En el despacho de la mansión Agreste.

Creo que usted está muy consciente de mi opinión —decía el mayor que jugaba con una pluma fuente y miraba dicho objeto con desdén.

No se había atrevido a mirar a la joven desde su entrada por aquella puerta y tampoco era que tuviera la intención de hacerlo.

— Creo que está equivocado, señor Agreste. No tengo idea alguna de lo que usted pueda opinar sobre las decisiones de mi vida.

Hubo un silencio, pesado e incómodo, pero sabían que ninguno cedería ante los argumentos ajenos.

— No estoy de acuerdo con que se case legalmente con el.. joven Couffaine. Menos aún a costa de la inconsciencia de mi hijo, ¿Se ha puesto usted a pensar que pasaría si él despierta? No solo usted lo lamentaría, mi nieto también y yo por mi hijo. ¿Cuál es su necesidad de casarse? Si yo puedo suplir de absolutamente todo a mi futuro heredero.

— ¿Es así como usted lo ve? ¿Cómo dinero? Ja — habló sarcásticamente, relamió sus labios al tenerlos secos por los nervios y se cruzó de brazos para ocultar a los mismos.— Quiero darle un hogar como Adrien hubiera querido.

— No hable de él como si estuviera.... No, no tiene mi consentimiento, ni mi bendición. De nosotros quien más sufrirá las consecuencias de sus acciones es Hugo, porque si usted sale por esa puerta aún con sus planes de matrimonio, usted dejara de existir para mí, la trataré como una ajena, no como la madre de mi nieto, pero eso sí. Le quitaré la custodia de mismo y entonces lamentará no haberme hecho caso.

— Claro, como usted quiera. Si Adrien lo viera estaría muy decepcionado de usted.

— Tranquila, Marinette. Todo estará bien — le tomó la mando y sintió una ola de paz llegando a su cuerpo.

Se sonrieron y miraron a Hugo tan perdido en aquella caricatura y ambos recordaron lo sencillo que era la vida cuando eran niños.

La dinámica después de cada comida era muy agradable, el que hacía la comida no lavaba los platos y podía ocupar aquel tiempo para lo que le quisiera.

Por lo tanto, Marinette después de haber lavado los trastos y hacer organizado su día con su esposo, fue a darse una ducha en lo que Luka bañaba a Hugo y le ayudaba a vestirse.

Era miércoles y eso significaba día de compras al supermercado.

— En lo que vas de compras, pasaré a pagar los servicios —decía el de cabello oscuro a un ligero tono de azul marino, quién se cambiaba para ser él quien se bañara ahora.

— Está bien, pero ve con cuidado, ¿De acuerdo? —sonrió de manera dulce, tal como a él le enamoraba. Después de que se arreglara aquel vestido fue dejarle un beso en el cuello a su compañero.

— Soy yo quien pide eso. Por favor, vayan con cuidado, princesas. —pidió, casi que rogó, besando el rostro ajeno mientras dejaba caricias en aquel bulto suave del vientre.

— ¿Y tú cómo sabes que es una niña? — le cuestionó divertida, disfrutando de aquellos mimos que a menudo le hacían sentir mejor y menos culpable.

— Solo lo sé —soltó una pequeña risa antes de despedir a su familia.

Hugo disfrutaba ir de compras pues él se llevaba el mejor asiento. Tenía siempre al frente a su mamá y a los lados y por atrás un mundo grande con el cual jugar.

La azabache estaba en el pasillo de los panes dulces y mermeladas cuando su mejor amiga le llamó.

— Hey, Alya. Qué gusto escucharte. ¿Cómo va la luna de miel? — preguntó pícara, mientras avanzaba con lentitud para poner atención a la llamada, tomando un frasco de conserva y observando el mismo.

— Marinette, necesito que respires profundo y te sientes ¿De acuerdo?

— ¿Sentarme? Estoy en el súper... ¿Qué rayos pasa, Alya?

Hubo silencio en la línea, ahora la morena se lamentaba por haber sido tan imprudente, pero necesitaba decirlo y ya que le había metido la duda, sabía que Marinette no estaría en paz.

— Adrien despertó.

Se escuchó el ruido del vidrio estamparse en el suelo.

| Notas del Autor:
Holaaaa. ¿Cómo va todo por aquí? Espero que les guste la historia. ❤️
Pdst: ¿ Qué creen que vaya a pasar ahora que Adrien despertó de su letargo?

Si decides amarme [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora