1.5 Superar

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Han pasado algunos días luego de que Adrien despertara y a pesar de eso Marinette no se había atrevido a buscarlo, decidió mantenerse ocupada con asuntos de la casa antes de que “el embarazo le impidiera siquiera caminar cómodamente por los pasillos”, pero era más una manera de evitar los hechos actuales para no arrepentirse de las decisiones que ha tomado, porque sí, estaba segura de que si escarbaba profundo en sus recuerdos y sentimientos llegaría a eso y era algo que no merecía nadie, ni Luka, ni Adrien, ni Hugo…

No estaba lista y por eso se daría más tiempo. Se conformaba con escuchar a  Luka decirle que es demasiado pronto para comenzar a ordenar la casa, pero ella insistía y todo hombre sabe que es mejor hacerle caso a su esposa embarazada. Aún así, entre todo ello, ambos  acompañan a Hugo en su crecimiento cada día más acelerado: cada día con más energía, cada día con más curiosidad  y cada día con tarea de matemáticas. Menos mal que Couffaine es talentoso en muchas cosas, porque Marinette sentía que habían pasado mil años desde que dejó la escuela y temía enseñarle mal a Hugo, al final él no tenía la culpa de que ella fuese tan torpe y distraída; eso sí, le prepara ricos sándwiches de jamón con queso y los mejores panqueques con cajeta del mundo.
A veces le aterra pensar en él cada vez que ve a su niño tirado en el piso y coloreando o cuando le escucha cantar sus canciones favoritas… hay muchas cosas en las que son tan similares y eso le oprime el corazón.
¿Lo que está haciendo es lo correcto? Si lo hace… ¿será suficiente? ¿Y si las cosas salieran mal? Nunca negaría que fue doloroso la forma en la que ocurrieron las cosas, mucho menos el cómo habían terminado para Adrien, ¿tomará la oportunidad de ser feliz? ¿Incluso si ella no está con él? Se había quedado pensando todo ésto mientras limpiaba un mueble.

[***]

Él nunca se había sentido tan exhausto. Sus fisioterapias han comenzado y las piernas son lo peor, al menos así lo siente a pesar de que le dieron atención mientras dormía. Con mucho esfuerzo y dedicación, en un tiempo estaría mejor, pero un largo camino estaba por delante de él y lo único que quiere es tener la paciencia necesaria para recorrerlo.

Después de la sesión, su antiguo guardaespaldas fue por él. De alguna forma toda esa situación le hacía sentir enfermo: volver a sentirse como un adolescente por los extremos cuidados de su padre y la ausencia de Marinette no le hacía bien en nada, Nino no le quiso decir más y ya había intentado llamarla o escribirle por sus redes sociales, pero desde hace tres años que no tiene actividad en las mismas. Pensó en ir a la casa de sus padres, pero ¿y qué tal que no le recibían? O peor aún, ¿y si ellos también se fueron? Sin duda desconocía muchas cosas, pero tampoco estaba ansioso por saberlas.

Le ayudaron a bajar del automóvil cuando llegaron a la mansión y todavía le llevaron con mucha modestia al jardín en donde su padre le esperaba con dos vasos de limonada. Pensó que algo más estaba pasando, pues su padre no había tenido alguna atención parecida desde hace mucho tiempo.
Se quedó en silencio, sopesando la situación, a lo mejor lo juzgaba mal y simplemente le había echado de menos. Él también tendría una actitud diferente si su hijo estuviera en cama por cinco años, la diferencia era que no tenía hijos y que él había sido quien durmió por tanto tiempo.

Tomó con cuidado aquél vaso de plástico y bebió del popote lentamente. Gabriel solo lo miró mientras también disfrutaba de su limonada y entonces tomaba asiento en una de las sillas de jardín.

— Recuerdo cuando se fue tu madre — mencionó de repente, obligándolo a recordar aquellos momentos — No quería irme de esta casa, de este jardín, pensaba que huir era aceptar perder. Ahora que ha pasado algún tiempo y las cosas se han reiniciado para ambos, mi forma de pensar cambió y creo que huir no es precisamente malo. ¿Sabes, Adrien? A veces lo mejor que podemos hacer es huir, alejarse, olvidar…

El menor tragó grueso y prefirió no hacer ningún comentario, permaneció viendo el jardín que era de su madre y que ahora, recibía un buen cuidado de Nathalie.

— ¿En qué piensas, padre?

— ¿Te gustaría irte a Inglaterra conmigo? — preguntó con tono apacible, dejando su vaso de cristal sobre la mesita que les mantenía a distancia. — Sería un nuevo inicio para Nathalie, para mí… y para ti si aceptas — en cada palabra observaba con atención a su hijo y no dudaría en tentar su corazón, por eso añadió:— Sé que estás sufriendo con todo el tema de la señorita Dupain, ciertamente no fue lo suficientemente paciente para quedarse por ti, pero mereces ser feliz, hijo, darte otra oportunidad. Si prefieres quedarte aquí y ver el tiempo pasar, también lo entiendo y lo acepto.

Hubo un largo, pesado y ensordecedor silencio.
Adrien estuvo mudo mientras en su mente corrían memorias de su hogar, su madre, de Marinette y del amor. De los planes, de los sueños, de las veces en las que todo estuvo bien o muy mal. Cada segundo fue más difícil que el anterior, como balas directo a su pecho.
No se sentía en posición de dar una respuesta así que optó por decirle a su padre: — Lo voy a pensar.
El mayor asintió neutro, sabía que sería cuestión de tiempo y si él quería podía acelerarlo, pero por ahora lo dejó ir a dónde él quisiera y cuando hubiese Adrien desaparecido de aquella mansión, Gabriel esperó a que su esposa se le uniera para hablar.

[***]

Claridad, un poco de aire para respirar, es todo lo que quería para poder pensar y tomar una decisión. Sabía que su departamento seguía intacto así que decidió visitarlo, aún cuando eso le pudiera traer melancólicos recuerdos, pero de alguna manera eso es lo que necesitaba, recordar por qué algo vale tanto la pena, por qué seguir luchando y con algo de suerte, saber hasta cuándo.

Miraba por la ventanilla del asiento trasero izquierdo del auto, bastante era que su padre le hubiera dejado ir sin él y a dónde quisiese, así que no pudo quejarse del resto de su condición.
Por un momento solo observó la ciudad, con la gente que siguió moviéndose a pesar de él. Cuando el carro entró a Les Vosgues la vio escondida detrás de un árbol. Al momento pensó que estaba alucinando y le buscó mil excusas a la medicina, pero esta vez solo eran la verdad y ellos dos.
Corrió hacia la espalda de alguien a la cual saltó. Dieron vueltas en cámara lenta y entonces estuvo seguro de lo que presenciaba.
En un milisegundo tuvo la esperanza de que ella hubiera regresado para verlo, pero ahora piensa que a lo mejor nunca se fue y simplemente encontró a alguien que aliviara su dolor.
Suelen decir que el amor verdadero deja ir. Marinette lo amaba y seguramente por eso lo dejó ir, ahora también él debe soltarla, porque la ama.

No podía exigir nada, ella estaba en su derecho, ahora debía vivir con eso.

— Debes decirle, Gabriel. Que ella aún no lo busque es mera suerte, pero lo hará y lo sabes — hablaba su esposa mientras sostenía su vaso con delicadeza.

— Ella conoce sus límites y que no debería jugar conmigo si Adrien está de por medio, pero tienes razón, le diré y nos iremos de aquí cuanto antes — comentó dando un pequeño choque entre los vasos a modo de brindis.

¿Qué más podía decirle? Si Adrien ya sabía que Marinette lo superó.

Si decides amarme [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora