1.6 Padres

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— .... Eso fue lo que ha pasado, así son las cosas ahora, Adrien. Marinette ha hecho su vida con alguien más, que para bien o para mal, no eres tú. Ahora te toca a ti hacer lo mismo.

El menor estaba sentado al filo de la cama, encorvado y con sus manos entrelazadas sobre el vacío.
El cabello le caía sobre la frente y sombreaba la misma en un tono azul y confuso.

Marinette se había casado con alguien más y tenía una familia.

Como si eso no fuera lo peor, él padecía aún de esa extraña y pesada sensación, en donde todo se siente como un sueño, una fantasía, algo que en un tiempo pudo haber sido, pero no en el suyo.

Quedó mudo por el momento, incapaz de formular algo coherente.
Gabriel supo que necesitaba darle espacio, pero siendo un padre que busca su propio beneficio, añadió su oración final: — He comprado una casona en Londres — aunque su ojos destilaban empatía, en su mente abandonaba a su sangre sin resquemor. Cualquier sujeto en cuestión que restara a la familia Agreste, no era recibido en sus planes, no mucho menos en su apellido — Tu tía y tu primo se están encargando de todo con especial atención y afecto con el propósito de ayudarte a salir adelante y que seas nuevamente feliz, pero... si es algo que no quieres, algo para lo que no te sientes listo... puedes decirme, hijo, que yo entenderé.

Alguien que juega con el estado deplorable de una persona es cobardía, pero que quien juegue con ello sea tu propio padre es... traición.

Apoyó su mano en el hombro del menor, compadeciéndose por el ajeno. Sonrió débilmente y dirigió sus pasos hacia la salida del cuarto.

— Papá, espera.

Dio unos cortos pasos después de oír su llamado y entonces se detuvo

— Sí me quiero ir.

[***]

Ella no pudo salvarse más del tema, había dado demasiadas largas y el tiempo como la vida, harían las suyas tarde que temprano.

El músico estaba sentado frente a ella con sus ojos turquesa clavados en los azules, transmitía calma, aunque algo de miedo a la vez, su ceño expresaba su preocupación aunque sus manos transmitían reconforte.
Esa era la magia de Luka Couffaine y a su vez, su peor enemigo.

— ¿Qué haremos con Hugo, Marinette? No podemos postergar la situación por más tiempo. Creo que lo correcto sería ir a buscar a Adrien y contarle todo.

El masculino admitía que dentro suyo yace incertidumbre y temor, no tanto por la reacción del padre biológico de su hijo, más bien de aquel abuelo que habría propuesto guerra a sangre fría a su propia carne.

Temía que hiciera algo que lo dejara sin las personas a quien más ama.
La azabache por el contrario temblaba de la duda y de todo lo que sus acciones podrían llevar a cabo.

— Tienes razón, Luka... lo contactaré y le diré todo.

— Y yo estaré ahí contigo, no tienes que hacerlo sola.

Ese era un momento en donde su corazón debería calmarse y su respiración apaciguarse, pero en esta ocasión no ocurrió y la ansiedad de la fémina sólo creció.

Tomó el teléfono y marcó a la mansión Agreste cuyo número aún tenía tatuado en la memoria.

Su decepción fue grande cuando al preguntar por el heredero, recibió la noticia de que había abandonado al país y probablemente, se había ido a iniciar una nueva vida a otro.

Esa noche solamente el pequeño Hugo pudo conciliar el sueño pues entre miedos y escenarios ficticios, los mayores no lograron darle descanso a sus pobres mentes.

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2023 ⏰

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