5. «Nada de malo con huir»

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Apresuré el paso hasta llegar hacia él

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Apresuré el paso hasta llegar hacia él.

El interior era... bueno, casi la misma cosa. Nos recibe un ambiente oscuro y silencioso, nada alentador. La ausencia de cualquier tipo de voz o ruido que indicara la presencia de alguien, lo hacía ver tan vacío y callado que daba la impresión sombría de estar abandonado.

Honestamente no parecía de ser un santuario del todo, pues, aunque tenía las características de uno, se veía más como un refugio o algo parecido. Había una larga mesa en el centro de la sala a la cual habíamos entrado. La comida aún estaba servida en los platos. Podía decir que ya llevaba un tiempo allí. Parecía que algo había interrumpido en medio de su cena. Se ve espeluznante...

Sin pensarlo mis ojos buscaron a Yuragi. Estaba frente a mí, su mirada bicolor inspeccionaba el entorno con detenimiento. Se veía un poco pensativo. Tal vez hasta nervioso.

—Eeh... ¿Qué... sucede? —le pregunto.

—Niños. ¿Ves el comedor? Hay muchos platos, juguetes tirados por el suelo y algunos garabatos en las paredes. Esto parece ser un orfanato. Tal vez uno religioso...

—Uh... sí. En... en la entrada habían pequeños pares de zapatos.

Su rostro adopta un gesto inquieto al momento de confirmar aquello.

—... Espero no encontrarme con ellos. ¡Ya sé! Ve tú a buscarlos.

—¿Q-Qué? Pero...

—Probablemente estén escondidos. Quédate con ellos. Yo buscaré a los demonios y...

En ese momento, me percato de un débil ruido que llama mi atención. El primero que no es producido por ninguno de nosotros dos.

—Ah, e-espera, oí... creo que oí algo cerca...

En el instante en que decido agudizar mi oído, se detiene, abrupmente. No podía descifrar muy bien de qué se trataba.

—¿Un ruido? Yo no oí nada. De seguro sólo fue tu imaginación —suena muy convencido al respecto. Yo niego un par de veces.

—No, no, digo la verdad. Es...

Y lo escucho de nuevo. Esta vez logro distinguirlo con más claridad, parecía ser una respiración ahogada e irregular. Un corazón acelerado, latidos frenéticos. Creo que viene de debajo de la mesa. Señalo la ubicación y Yuragi me mira extraño.

—P-Por... allí.

Oh, Dios. ¿Y si es un demonio oculto? ¿Y si sabía desde un inicio que llegaríamos, y ahora mismo se estaba preparando para atacarnos y matarnos?

Pero... no se oye como un demonio.

—Ajá, ajá. Ve tú a ver si quieres.

—¡¿Q-Qué?! ¡No, no, vienes conmigo!

ikigai | zenitsu & male reader  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora